• Circuito de Sakhir

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    Bahrein no tenía apenas repercusión internacional hasta que a alguien se le ocurrió construir un gran premio de fórmula 1. El circuito del desierto le llamaron… y el mayor impulsor fue el príncipe Salman bid Haman Al Khalifa.

    La primera edición fue en la temporada 2004 y el vencedor fue el Kaisser, Michael Schumacher. Fue uno de los primeros circuitos que abrió la veda a la entrada de nuevos trazados en el gran circo: Turquía, Singapur, Corea, Abu Dhabi, India…

    La mayor peculiaridad de este circuito no son sus curvas cerradas, que también, sino la arena gruesa que se posa sobre el asfalto y que es un verdadero desafío para los ingenieros. Los neumáticos sufren de una manera descomunal y los pilotos tienen que afinar su conducción.

    Hasta la fecha el piloto que cuenta con mayor número de victorias en este gran premio es nuestro Fernando Alonso, que se adjudicó la victoria en 2005, 2006 y 2010. En la edición de este año la victoria fue para Sebastian Vettel.

    Según me comentaron, se invirtieron 150 millones de euros en su construcción y la mayor parte de la temporada está vacío. Sin embargo, se puede visitar durante todo el año y hay una tienda en la que se venden productos de F1, eso sí, a precio de oro.

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    Aprovecho también este artículo para comunicar que ya estoy en casa con el alta tras haber pasado 5 días en el Hospital de Alcañiz. Agradezco a todo el equipo médico, de limpieza, enfermeras y celadores toda su ayuda durante mi estancia. Ahora a coger fuerzas en casa, y algún kilo.

    DieQuito

  • Regreso e ingreso (último día)

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    Toda mi familia sabía de mi regreso. Bueno, toda, salvo mi hermana pequeña, que se había creído que me quedaba en París por un tiempo para aprender francés.

    Ayer aterricé en Madrid por la mañana y llegamos a Maella, mi pueblo, sobre las 2 de la tarde. Mi hermana llegó a casa y aparecí en el salón de repente. La pobre no se lo esperaba y se puso muy feliz. Lástima que la felicidad durase tan poco porque por la tarde fui ingresado por orden médica para tratar de averiguar el motivo de mis constantes problemas gastrointestinales que me han estado azotando en las últimas semanas. Lo cierto es que yo no era consciente de mi estado hasta que he visto el efecto que he provocado en la gente que hacía meses que no me veía… Mi apariencia cadavérica, mis 57 kilos y mi color pálido no son muy halagüeños.

    El viaje ha llegado a su fin y el blog por lo tanto dejará de tener la frecuencia diaria que acostumbra. De todas formas iré escribiendo algún artículo relacionado con el viaje a la India.

    InDieQuito

    Imagen: globedia

  • Una ciudad con clase (día 224)

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    Antes de venir a París tenía más o menos una idea forjada en mi cabeza sobre cómo era la ciudad, cómo eran sus gentes y cómo era el día a día. Lo cierto es que tras el fin de semana ya sacó conclusiones y distan poco de las hipótesis.

    En primer lugar me imaginaba una ciudad muy monumental, cargada de historia y edificios antiguos, incluidos los que tienen viviendas. Y sí, la mayoría de edificios tiene ese tono beige que corresponde más a un palacio que a una casa, y ese techo azul oscuro o negro que me recuerda al siglo XIX, a los detectives y al fantasma de la Ópera.

    Sus habitantes. Se nota a la legua que saben de cultura, dónde disfrutar de una buena comida, cómo combinar la ropa y hasta catar los sabores secundarios de un vino. Quizás vengo del país más hortera del mundo, pero la gente de París me ha transmitido que tiene estilo y elegancia.

    El día a día me lo imaginaba lluvioso y eso es exactamente la palabra que resume el clima de la capital de Francia. Lo que todavía no sé es cómo se lanzaron a montar EuroDisney aquí, con la cantidad de precipitaciones anuales que tiene. Supongo que a pesar de las lluvias, la zona más poblada de Europa necesitaba un parque temático de esas condiciones.

    Por último, remarcaría también el ambiente artístico. No me refiero a los museos, sino a todos aquellos bohemios y artistas en ciernes que explotan París en busca de la inspiración artística. Músicos, pintores, escritores, directores de cine… son muchos los que quieren formarse en esta ciudad, por algo será.

    InDieQuito

  • Día de museos (día 223)

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    Hoy a las 9 de la mañana aproximadamente de casa ya salía de casa rumbo a la catedral de Notre Dame. Y eso que anoche me animé y salí de marcha a la zona Bastilla-Le Marais. Debo decir ya que lo menciono que la gente de París es muy amigable y acogedora y que aunque salí solo, pronto me hice colega de un grupo de franceses. Buena música, genial ambiente, precios carísimos.

    A lo que íbamos, a la catedral. El edificio en sí es precioso pero me ha decepcionado un poco la ubicación, con unos enormes jardines delante y una explanada. No sé si son recuerdos modelados con el paso de los años pero en “El jorobado de Notre Dame” la catedral estaba en una maraña de calles estrechas y aparecía de repente como la Fontana di Trevi.

    Este año se cumplen los 850 años de historia del edificio y unos edificios de arquitectura efímera levantados por este motivo me han fastidiado la foto (imagen 1). El interior de la catedral es muy impactante y es especialmente destacable la altura de la nave central.

    Por lo demás, me he dado una vuelta por los alrededores pero la isla me ha parecido muy poco medieval conforme a cómo yo me la esperaba. Me ha sorprendido también el puente de los candados, que tiene tantos que no es posible poner ninguno más…

    Mi siguiente parada ha sido el museo del Orsay, el es que famoso por su colección de pintura impresionista. Acudir a este museo era un sueño desde que lo estudié en bachiller. Van Gogh, Renoir, Sisley, Monet… El museo acumula pinturas de valor incalculable. Si pudiese elegir una me quedaría con “En la Moulin de la Galette” de Renoir, en la que parece que todavía estén bailando.

    El museo me ha abierto el apetito y otro crepé ha sido mi comida. El de hoy estaba relleno de jamón de york, queso, champiñones y huevo ¡Qué delicia!

    Por la tarde el clima ha seguido inestable, con lluvias intermitentes y por ese motivo me he decantado por visitar otro museo, pero esta vez el más importante de la ciudad, el Louvre.

    El museo del Louvre impresiona desde lejos por su forma palaciega y su pirámide de cristal. La pirámide ha generado controversia y algunos la ven como una cicatriz moderna que rompe con el resto de la ciudad. El museo es endemoniadamente grande y me he dispuesto un plan para ver las antigüedades egipcias, seguidas de pinturas francesas de gran formato, la Gioconda (por supuesto), los apartamentos de Napoleon III y la escuela holandesa (pintura). Eso no supone ni un 20 % del museo, pero me ha ocupado cuatro horas y yendo a un ritmo más o menos alegre. Es increíble lo de la Gioconda, la cantidad de gente que hay allí haciéndole fotografías (no me extraña que necesitase un Kit-kat en aquel anuncio). He de decir que está tan sumamente protegida que podría ser un póster y nadie la distinguiría… Es una lástima pero a veces hay que conservar y preservar así las obras de arte.

    Cuando he vuelto a salir al exterior la lluvia ya no era un mojabobos, sino que empapaba de verdad. Así que he considerado que era un excelente momento para tumbarse en casa a descansar y verse una película francesa… de nombre Intocable. Ya la había visto, pero es una genialidad. No dejéis de verla en cuanto tengáis oportunidad.

    InDieQuito

  • Paseo por París (día 222)

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    Lo primero que he hecho nada más aterrizar en la Ciudad de las Luces ha sido irme a visitar la Torre Eiffel. En cuanto he dejado mis pertenencias a buen recaudo  me he ido directo a ver este conocido monumento porque era algo que quería haber hecho desde hace mucho tiempo.

    Para contemplar su grandeza me he bajado en la estación de metro de Trocadero. Al dar la esquina ese edificio neoclásico he podido ver a la Torre rodeada por un alocado mar de turistas. Desde allí arriba se contempla el monumento en todo su esplendor. Se puede llegar a pensar que es un poco feo, pero es porque quizás la ingeniera está por delante de la arquitectura. Aun así, el modernismo y ese ambiente de finales del S.XIX que también representa tienen un sabor muy diferente a todo lo visto anteriormente.

    Tras ir en metro al Arco del Triunfo he comenzado un plácido paseo de unas 2 horas que me ha llevado a lo largo de los campos Eliseos. He podido darme cuenta de que esa avenida es una de las que más vida tiene de todo París. Además de los edificios importantes como el Gran Palacio, con su impresionante cúpula acristalada, la sucesión de tiendas de marca es una constante que se alarga hasta más allá de la Plaza de la Concordia. En concreto, la zona de la Vendome acapara el mayor número de tiendas lujosas por metro cuadrado  que he visto jamás. Dicha plaza debe de ser un lugar de peregrinación para los amantes de los relojes: Hublot, Patek Philippe, Chopard, Panerai, Breitling…

    He dado el paseo por finalizado en La Ópera Garnier, edificio que me ha encantado, y en las Galerias Lafayette, de las que me ha conquistado su enorme cúpula de cristal policromado.

    Se ha hecho la hora de comer y nada más llegar a Montmatre me he comido dos suculentos crepes, uno relleno de quesos fundidos y otro relleno de crema de avellanas. Eso me ha dado energía para subir las escaleras del Sacre Coeur. Desde el final de la escalinata, la vista general de la Ciudad del Amor es una recompensa excepcional.

    Al lado del Sacre Coeur hay temporalmente una feria gastronómica del Perigord y me he dejado caer por allí para complementar la exigua comida. La comida y las recetas parecen estar destinadas a ser sermoneadas en francés porque todos sabemos que no es lo mismo decir Amuse-Bouche que Aperitivo. Por eso este tipo de fiestas pegan muchísimo en Francia. En los puestos se acumulaban delicias como el Foie Gras, los mejores quesos de la región, escargots, confituras con combinaciones más propias de la cocina molecular que de la tradicional, fresas con nata…

    Finalmente, he emprendido mi caminata por Montmatre en le Place du Tertre, que me ha llamado la atención por el número de pintores que acoge. Por lo visto allí se reunían Renoir, Monet, Seurat  y compañía para discutir sobre las últimas tendencias de pintura hace poco más de un siglo. A partir de ahí he bajado por Le Rue Lepic pasando por  tiendas de quesos, asadores, puestos de fruta y pescado… hasta que he llegado al Café Les 2 Moulins, el mítico café de Amelie. Estaba a rebosar pero me he podido tomar un té en su nombre. ¡Qué gran película y mejor personaje! Para terminar he seguido bajando hasta el Moulin Rouge, otro de esos puntos legendarios de París.

    Con el día soleado que he tenido me faltaba algo por ver de París y era su lluvia, que ha venido al final de la tarde, con los últimos rayos, y que ha sido la perfecta excusa para retirarme a descansar. Mi cuerpo lo necesitaba tras apenas haber podido pegar el ojo en el avión. Mañana, al ser domingo, es posible que me acerque por los museos y la Cité de Notre Dame.

    InDieQuito

  • Bahrein (día 221 bis)

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    El aeropuerto de Bahrein es de un tamaño minúsculo y esto transmite al viajero que, salvo para el Gran Premio, el turismo en la isla es bastante limitado.

    Después de desayunar he puesto rumbo al centro de Manama en un taxi que he conseguido por la mitad de la cifra que reclamaban los más avaros, que se acercaban a mí con el símbolo de dólar en el brillo de los ojos y el jadeo en el hilo de voz.

    El City Centre ha sido mi primer objetivo. Se trata de un centro comercial en medio de la ciudad. Virgin Megastore, decenas de tiendas ropa y una enorme sala de restaurantes y cafeterías como el Starbucks o Burger King… Es un shopping center es tan completo que tiene incluso un enorme parque acuático para las delicias de los pequeños. Allí, en una cafetería Costa Café, he quedado con el cónsul honorario de España en Bahrein.

    Omar Javier me ha llevado primero a visitar el Fuerte Qa´lat, un fantástico y vasto castillo que es patrimonio de la UNESCO desde 2005. Está situado al lado del mar y desde sus bien defendidas murallas se puede distinguir el apacible mar azul Caribe que rodea toda la isla. Durante la visita a esta obra arqueológica he comenzado a notar el calor de este país, que es el mismo que sientes estando un día entero en la playa. Es de origen portugués y tiene algunas estancias restauradas y muy bien cuidadas.

    Después de esta visita histórica ha llegado el turno para la modernidad: el Bahrein International Circuit. Hacia el sur de la isla, como a unos 30 kms de la capital, se halla el trazado para los monoplazas. La calima flota en el ambiente durante todo el trayecto por autopista me chocó que a ambos lados de la carretera se levantaban dunas que son en realidad tumbas funerarias. Hay unas 65.000 en Bahrein porque los habitantes de la zona estuvieron siglos trayendo a sus cuerpos a enterrar a este islote paradisíaco.  No hay ninguna ironía en esta afirmación, por lo visto Bahrein era hasta hace un siglo un vergel de palmeras y verdor. Ya me extenderé sobre el circuito como es debido en un artículo dedicado a ello en exclusiva.

    El siguiente turno ha sido para los campos de petróleo y el museo de la extracción petrolífera, un atractivo diferente de esta zona. Como le he comentado a Omar, “nunca he visto una de esas perforadoras de petróleo que suben y bajan y que aparecen en las películas americanas cada dos por tres”. Al parecer en Bahrein se descubrió el cuarto yacimiento petrolífero de la historia en 1931. Al final de las llanuras explotadas por los buscadores de oro negro hay otro rincón especial, el Árbol de la vida, un árbol de 400 años de antigüedad que sobrevive en medio del desierto a pesar de la sequía. Dicen que quien toca su tronco vuelve a Bahrein en el futuro, yo lo he acariciado, empujado quizás  por lo sorprendente de este islote en medio del Mar Arábigo.

    Para comer hemos optado por el restaurante Med, que cuenta con una excelente carta poblada de cocina libanesa de la más alta calidad. El Humus ha sido una delicia y el servicio, exquisito.

    Por la tarde hemos seguido con la visita. Primero nos hemos acercado a echar un vistazo a la Gran Mezquita de Bahrein, que destaca por su grandilocuencia, aunque pierde mucho con su fecha de construcción (finales de los 90).Estaba cerrada por ser hoy día de fiesta en Bahrein… En segundo lugar hemos ido al Museo Nacional del país, que recoge su historia y una excelente representación a tamaño real de un zoco en la primera planta de la exposición. Por último, el zoco de Bahrein (al de verdad esta vez), el cual a pesar de que no es muy tradicional todavía conserva alguna callejuela llena de olor a clavo, colorantes en polvo y especias cargadas de exotismo. Ha sido mi primera visita a un bazar en un país árabe y esos puestos típicos del final del laberinto me han dejado el buen sabor de boca que andaba buscando.

    El sol ha comenzado entonces a orquestar su atardecer a cámara lenta, a través de la calima, acariciando los edificios en obras de Bahrein, que se cuentan por miles. Si algo sobra son solares para construir porque si algo resume el país es que es “una maqueta en construcción” que año tras año le va ganando terreno al mar.

    Pozos de petróleo, historia y civilizaciones, fórmula 1, tecnología a buen precio y otras peculiaridades hacen de esta nación un destino muy diferente a todo lo que he visitado anteriormente.

    InDieQuito

  • La última peripecia (día 221)

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    Ya estoy en el aeropuerto de Bahrein, pero antes de salir de la terminal quiero comentar la última peripecia que me sucedió en India.

    Anoche, después de entrar al aeropuerto de Nueva Delhi, después de facturar mi maletón en Gulf Air, cuando ya casi nada podía fallar, me topé con el control de seguridad…

    Allí entregué mi pasaporte en vigor, mi tarjeta de embarque y el formulario de inmigración, uno que hay que rellenar cada vez que abandonas  India y que los guardias utilizan para limpiarse el culo porque no tiene ninguna otra utilidad conocida.

    Yo estaba tranquilo aunque con la mosca detrás de la oreja porque en aquel país todo es posible. De repente, el guardía me sacó de mi sopor solicitándome el papel oficial del visado, el que me dio el FRRO en diciembre del año pasado. Yo tragué saliva y confesé que lo tenía en la otra maleta (en la que había facturado), pero que de cualquier manera, mi visado estaba estampado en el pasaporte con la fecha vigente y todo en perfecto estado. Al guardia le dio igual, ni siquiera me escuchó, se levantó y se fue a hablar con un superior.

    Volvió con su firme decisión de que me fuese a reclamar a mi aerolínea. Pretendía que rescatasen la maleta que llevaba más de media hora por las cintas del vasto aeropuerto Indira Gandhi para entregar el puñetero documento… Camino del muelle de Gulf Air, resignado y con miedo a que le problema se complicase de verdad, pasé por delante del control de seguridad para diplomáticos. Levanté la ceja y miré hacia atrás como un niño travieso. El enjuto guardia estaba ahora comiéndole la moral a otro señor, en esta ocasión compatriota. Me acerqué con paso firme al mostrador para pasaportes azules y le entregué mi documentación sin titubear. Tener una cara dura como el mármol es útil en estos casos de extrema necesidad, os lo aseguro.

    A los pocos segundos me dijeron que no era diplomático pero yo insistí alegando que trabajaba en la Embajada de España. A regañadientes continuó con la gestión y me volvieron a solicitar el dichoso visado… Tras mis alegatos, el propio guardia, a pesar de su condición de indio, comprendió rápidamente que ir en busca de esa maleta era un imposible. Hizo la vista gorda y me dejó pasar. De todas maneras, hasta que no despegamos, no me quede tranquilo, porque estoy convencido de que el guardia enjuto todavía estará esperando a que acuda con mi visado en la mano y cara de sofoco.

    Ahora me río de la situación. Ya relajado y desayunado en Bahrein, dentro de nada me voy a recorrer este país de punta a punta. Su diminuto tamaño permite que ese dicho sea fácilmente realizable.

    InDieQuito

    Imagen: diariosur

  • A volarrrr!! (día 220)

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    Llegó el día. En 5 horas aproximadamente estaré subiendo al avión de Gulf Air que me llevará rumbo a Europa tras la finalización de mi etapa india. Ahora no son unas vacaciones, ahora regreso al viejo continente para quedarme.

    Nunca he volado con esta aerolínea pero sí con otras dos del golfo, como son Qatar Airways y Fly Emirates. Si más o menos siguen la línea de estas, será un vuelo placentero con un servicio excelente, buena comida y contenidos audiovisuales que harán el viaje más ameno.

    La primera parada de este viaje será el Reino de Bahrein, esa isla del Golfo Pérsico que los occidentales hemos situado en el mapa por el Gran Premio de Fórmula 1 que lleva varios años celebrándose en el circuito de Shakir.

    La capital de este diminuto país se llama Manama y allí visitaré su famosa mezquita, el bazar y el trazado diseñado por Tilke. Además, desde allí veré la final de la Copa del Rey que enfrentará al Real Madrid y al Atlético.

    Después de esta larga escala de casi 24 horas cogeré un segundo avión, también de Gulf Air, que me llevará hasta la ciudad de las Luces, hasta París. A estas alturas de la película todavía no he estado jamás en la capital de Francia y era algo que, sinceramente, ya me tocaba hacer. Allí voy a tratar de practicar mi oxidado francés para empezar de una vez por todas a fortalecer mi segunda lengua extranjera, objetivo que he ido posponiendo año tras año.

    Iré informando de mis vivencias en cuanto me sea posible conectarme a internet.

    InDieQuito

    Imagen: elblogdelvuelo

  • Farewell… (día 219)

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    Me queda ya solo un amanecer en la India. Estoy con todos los preparativos antes de mi marcha: equipaje, compras, asuntos y despidiéndome de gente. Anoche en Hauz Khas Village, en casa de Ritesh hubo una reunión de amigos que hizo las veces de mi despedida.

    A mí no me ha respetado mucho la salud en las últimas semanas, así que no he organizado nada. Dicho sea de paso, tampoco tengo un rooftop en el que hacerlo ya que en esta segunda etapa he estado viviendo en hotel.

    Anoche, a pesar de ser martes, nos juntamos un buen número de personas allí. Me salió un discurso en el quise agradecer la compañía de todos durante estos meses, alegando que no había una gran fiesta porque era entre semana.

    Ya haré un reflexión sobre lo que han supuesto todos estos meses en la India, dentro de un tiempo, pero antes de que se me olvide lo malo y recuerde únicamente lo bueno, algo muy habitual al rememorar  viajes; quiero dejar claro que esta segunda etapa han sido unos meses muy duros, de los más duros que me ha tocado vivir. En lo personal, en lo económico y desde finales de marzo en el apartado de salud. Por eso ahora mismo ya solo estoy pensando en coger el equipaje de mi hotel, montar en el taxi y poner rumbo al aeropuerto, para dejar atrás la India antes de aborrecerla por completo. Así al menos dentro de un tiempo tendré ganas de volver a visitar todos aquellos lugares que se me han quedado pendientes.

    Gracias a todos los expatriados por haber estado ahí ; ). Y también a Ritesh!

    InDieQuito

  • El mercado ruso (día 218)

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    El cuero es algo que no es muy sencillo de conseguir en la India. Las vacas son sagradas y por lo tanto su piel no es utilizada para hacer productos. Los corderos no son sagrados pero lo cierto es que no hay mucha moda o costumbre de llevar ese estilo de ropas. Está claro que se trata de un país muy caluroso y quizás ese sea el principal de los motivos.

    Aun así, Delhi es una ciudad muy grande y hay de todo. Un mercado, el conocido como el Mercado Ruso, concentra todos los establecimientos peleteros y marroquineros.

    Hasta allí me acerque ayer, hacia el final de la tarde para que el sol no me viera porque cuando te ve, te sofoca. Dicho mercado está situado en la zona diplomática, en Chanakyapuri, en la intersección entre Satya Marg y Vinay Marg. El sobrenombre de ruso no sé de donde la viene pero se lo han tomado en serio y todos los comerciantes indios dominan el idioma de los zares e incluso hay letreros escritos en cirílico. Allí se acumulan las tiendas de cuero, y también de joyas. Los diamantes y rubíes que, según los entendidos están muy bien de precio.

    En mi caso solo me acerqué a comprar unas pulseras de cuero recuerdo pero…

    InDieQuito