• En casa, pero por poco tiempo…

    El quinto viaje a la India ha terminado y tras un plácido viaje en el lujo árabe de la aerolínea Qatar Airways, llega el momento de tomar el transporte final que me llevará desde la ciudad condal hasta mi querida Zaragoza.

    India como siempre ha estado a la altura, y he conocido por fin los retiros de ayurveda y su saludable aunque escasa comida, que forma parte de los retiros y del tratamiento tradicional.

    Al llegar a Barcelona había un precioso amanecer naranja, y aunque la foto desde la terminal es verdaderamente pésima, es todo lo que puedo ofrecer.

    Ahora es el momento de recuperar en energías porque en tan solo tres días volveré a viajar pero ahora a otro continente, a África, en la que visitaré la capital egipcia, El Cairo, y sus alrededores. Egipto era un país en el punto de mira desde hace mucho tiempo y pronto podré visitar las pirámides en persona.

    DieQuito

  • Cascada de Athirappilly y noche en Eighth Bastion

    Hoy era el último día completo en India y teníamos un largo viaje por delante desde Palakkad. Es verdad que la ruta ya es larga de por sí, pero si tienes en cuenta que además queríamos ir a ver la cascada de Athirappilly, pues el viaje en autobús indio ha sido el doble de largo de lo esperado.

    Las cascadas en sí no eran gran cosa, porque en esta época del año no baja mucha agua, pero al menos había muchos monos por la zona ávidos de pedir comida a todos los turistas occidentales con los que se cruzasen.

    Después de la foto de rigor, ha llegado el momento de poner el rumbo a Fort Kochi, en donde he pasado la noche en un precioso hotel llamado Eighth Bastion, que fue una antigua fortaleza colonial y que ahora goza de todo lujo de detalles.

    He cenado con un griego, Dimitrius, porque David se ha ido en otro autobús rumbo al norte e incluso me he dado un chapuzón en la piscina antes de dormir. En el hotel hay un gato cazarratones que me ha recordado a Trulli y Jonesy, a los que ya tengo ganas de acariciar mientras ronronean.

    DieQuito

  • Masaje ayurvédico y teatro de sombras

    Yo no soy de masajes, pero es verdad que si quieres conocer realmente el sur de la India debes probar el masaje ayurvédico. En Kerala es donde nace esta tradición que tiene tantos adeptos en países europeos como Alemania.

    Hoy lo he probado y lo primero que hacen es untarte en aceite caliente con especias vegetales (me han dicho que este aroma tan especial se te queda en la piel durante varios días) y tras una media hora de masaje rítmico en todos los músculos, tienes que pasar por un baño de vapor para expulsar todas las impurezas.

    Después del masaje ayurvédico en la montaña hemos ido a otro valle cercano, también en los alrededores de Palakkad, y allí hemos visto un espectáculo de sombras con fuego que también es algo muy típico de la India. la verdad es que es un país infinito y por eso no deja de sorprenderme; no importando las veces que venga. Cada Estado tiene sus danzas, sus tradiciones y también su propia gastronomía.

    En el teatro de sombras, que se hace con marionetas y su sombra proyectada, te cuentan una historia, normalmente de dioses que ayudan a los animales buenos a sobrevivir a las bestias del inframundo, que hacen las veces de cenobitas… Sin duda, una historia para niños pero que tiene un toque mágico gracias al fuego.

    DieQuito

  • Paraíso playero y mucho Kathakali

    Lo cierto es que la India no es un país que esté bien posicionado en la mente del turista europeo como un lugar de playas paradisíacas, y es que otros lugares como Reunión, Mayotte, las antillas francesas o República Dominicana si que son considerados paraísos tropicales.

    En esta región de Kerala, llamada Nattika, hay buenas playas, que aunque no llegan al nivel de las Maldivas, ni mucho menos, destacan por estar limpias y no estar concurridas en absoluto, lo cual son dos puntos a tener muy en cuenta cuando estás en la India.

    Por otro lado, además de buenos paseos por la playa, David, Camille, Asish y yo hemos podido asistir a un espectáculo de Kathakali, de tamaño reducido. Este baile tradicional de Kerala, en su formato original, puede durar horas o incluso toda la noche. En nuestro caso ha durado alrededor de 40 minutos y ha sido protagonizado por un peculiar bailarín ataviado con un traje muy especial y único. El folklore indio es infinito y he aquí otro ejemplo.

    DieQuito

  • Thrissur y Nattika

    Ya hemos dejado atrás el bullicio de Fort Kochi y nos hemos acercado primero a un retiro ayurvédico de Thrissur, en el que hemos jugado una partida de ajedrez y hemos disfrutado de una infusión especiada.

    La calma reinante del lugar te embelesa, y la verdad es que el tiempo parece haberse detenido en este lugar. Hemos pasado varias horas relajándonos y hemos comido un plato a base de salsas y arroz. Algunas de las salsas son picantes y otras en cambio tienen un toque dulce gracias al coco. Lo más bonito de este plato típico es que se come encima de una hoja de platanero.

    Por la tarde, cerca del fin del día, hemos ido a Nattika con el objetivo de hacer unas fotos al tradicional encendido de las lámparas de aceite.

    A los que amamos India, este tipo de rituales y de tradiciones nos conmueven. De nuevo uno es testigo de algo que lleva haciéndose siglos, de la misma manera, con mujeres vestidas con sarees de vivos colores encendiendo las lámparas del jardín.

    Es un momento único que he tenido la fortuna de fotografiar desde varios ángulos. Por este tipo de momentos, los viajes a la India son obligatorios hoy en día, porque es como si se tratara de un viaje en el tiempo.

    DieQuito

  • Atardece en Cochín

    Los atardeceres naranjas generan fascinación en todas las personas que conozco, quizás por ello ayer, la playa de Fort Kochi estaba abarrotada de personas que querían disfrutar de la magnífica vista dirección oeste que ofrecía el cielo durante el ocaso.

    En aquella plaza a la que se accede tras bajar por una especie de barranco descuidado, centenares de indios descalzos posaban delante de las cámaras mojándose los pies y sonriéndole a la vida. El cielo estuvo coloreado más de 20 minutos, mientras al fondo en medio de la gran bahía y barco carguero de la flota Shreyas realizaba lentamente la última aproximación al puerto de Cochín. Ante aquella estampa pude imaginarme la de miles de veces que se ha repetido aquella situación durante los últimos cinco siglos. En el siglo XVI los barcos que se acercaban al puerto de Cochín serían galeones, pero las personas que disfrutaban de los crepúsculos naranjas justo desde aquel mismo punto seguro que eran personas con sueños y problemas, que buscaban en las nubes de colores rojizos una forma de evasión y un jarabe de paz para sus preocupaciones.

    Eso sí, en pleno 2024, los smartphone si que marcan un punto diferencial con aquellos moradores de Fort Kochi de la época colonial, pero a la vez nos permite poder enseñar este mágico momento a otras personas que se lo perdieron y que no estaban aquel 29 de septiembre de 2024 en la plaza de Fort Kochi a las 18:00 horas de la tarde.

    DieQuito

  • The Malabar Junction restaurant

    Relais & Chateau siempre es una garantía de calidad y por eso consideramos que este restaurante llamado The Malabar Junction, ubicado en el medio del pintoresco Fort Kochi, no iba a defraudarnos.

    A la cena asistimos, además de David y yo, un delhita llamado Asish y una francesa llamada Camille, a la que ambos conocían a través de sus negocios del sector del turismo.

    La comida estaba muy bien elaborada y el único punto negativo fue que nos ubicaron en el medio de un jardín en el que los mosquitos se multiplicaban a la luz de los focos. El peligro de la picadura de un mosquito en un país tropical es que es posible contraer dengue y otras enfermedades como la malaria.

    A pesar de ese pequeño inconveniente, los platos fueron variados y con el punto justo de picante, por lo que esto ya puede considerarse digno de aplauso en un país como India. En demasiadas ocasiones, el exceso de picante ha terminado por amargarme la comida y ha conseguido que todo lo que comiera tuviera el mismo sabor.

    DieQuito

  • El Dutch Bungalow de Fort Kochi

    En cuanto aterrizas en Cochín y empiezas el largo viaje desde el aeropuerto hasta Fort Kochi te das cuenta de que vuelves a estar en India por ese olor a pimienta quemada que lo invade todo, y también por el desordenado tráfico motorizado que admite autoricksaws, coches de diseño barato y algún que otro autobús desvencijado.

    En Kerala, nos encontramos un estado más ordenado y limpio que otros lugares de la India, pero no deja de ser el Indostán, y por eso cuando traspasas las puertas del Dutch Bungalow y caminas por su colonial vestíbulo hasta la zona de la piscina, tu mente se agradece. En esta piscina encuentras la tranquilidad que se busca.

    Esta zona común está rodeada de vegetación y de árboles, y justo delante de la piscina es donde tomas el desayuno a base de huevos fritos, embutido asado y vegetales horneados con unas gotas de aceite. La mejor forma de empezar el día con energía.

    La habitación es enorme y todo el mobiliario tiene un estilo muy viajero, incluyendo las características persianas de lamas propias de las casas de diplomáticos en países orientales o africanos.

    La limpieza prima por encima de todo, así como el servicio. Si buscas un hotel en el que pasar la noche en Fort Kochi, a tan solo dos minutos andando del mar, El Dutch Bungalow es el lugar adecuado.

    DieQuito

  • Doha: puerta de Asia

    Personalmente, Doha es para mí la puerta de Asía. Cuando vine por primera vez a este continente mi primera escala fue aquí, antes de volar a la falda de los Himalayas, la caótica Kathmandú.

    El nuevo aeropuerto de Doha es enorme y la zona de The Orchard, con pasarelas, plantas de todos los tipos y muchísimas zonas de tranquilidad, lo acaba de subir a una cota superior. En esta escala apenas tengo tiempo para nada, pero a la vuelta voy a salir a conocer la ciudad de Doha porque tengo una escala larga.

    Me he comido una porción de pizza y un café con leche y poco después ya me he tenido que dirigir a la puerta de embarque pues el vuelo hacia Kochi no tardaría mucho más en despegar. Ya en los asientos cerca del finger he podido sentirme en la India, rodeado por amables sonrisas y miradas curiosas. Las mujeres vestidas con sarees y los hombres con el punto rojo en la frente… India es excepcional, y también lo son sus gentes.

    DieQuito

  • 787 Dreamliner rumbo al Indostán

    Si la memoria no me falla, este ha sido mi tercer vuelo en el 787 «dreamliner» de Boeing. El primero fue de Male a Abu Dhabi, el segundo de Shanghai a San Francisco… o sea, siempre han sido vuelos largos.

    Este avión, operativo desde 2011, está calificado como el avión más moderno del mundo y este en concreto de Qatar Airways te recibe con un recibidor digno de suite de hotel de 5 estrellas.

    La verdad es que es todo un lujo volar en este avión que te permite ahumar las ventanas cuando entra la luz del sol tan solo pulsando el botón o que te incita a dormir con sus luces indirectas en colores violetas.

    Qatar Airways te ofrece además un servicio premium y yo me he pedido un gin tonic para que el destilado me ayudará a pegar ojo, ya que me resulta complicado hacerlo sentado. Además, este viaje a la India, que es ya el quinto, me vuelve a despertar muchas emociones, y eso hace que todavía se complique más dormir.

    La primera parada es en el Aeropuerto de Qatar, y aunque ha hice una escala aquí en 2012, por aquel entonces el aeropuerto de Doha era mucho más pequeño y antiguo. Los vídeos promocionales de la compañía te recomiendan acercarte por The Orchard, la nueva zona verde inaugurada en 2023. Mañana podréis ver las fotos del gran invernadero propio de la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson.

    DieQuito