• Día de descanso (día 205)

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    Hoy es día de descanso en mi particular peregrinación al Nanda Devi y me he despertado en Rishikesh hacia las 9 de la mañana. Después de un saludable desayuno, Vinay ha venido a buscarme y hemos ido a visitar la zona alta de Rishikesh, en donde hay un impresionante puente colgante.

    Antes de comenzar debo contaros que Rishikesh es una ciudad muy especial, que separa la llanura de los Himalayas. Situada a la vera del Ganges, es meca del yoga y la meditación y muchos extranjeros vienen para pasar unos día en un ashram. Otras peculiaridades de la ciudad es que se permite consumir alcohol ni carne en ella y por supuesto, ninguno de ambos productos se vende en sus calles.

    Como os decía, el puente, que podéis observar en la primera fotografía, se balancea como una serpiente emplumada y durante todo el trayecto vas mareado. Yo ya conozco demasiados ejemplos de la “calidad” y fiabilidad de la ingeniería india y todo ese rato que cuesta cruzarlo pensaba que me iba a tocar a mí, sin embargo, el puente ha aguantado sin problemas. Para mi sorpresa por él circulan hasta motocicletas y vespinos.

    En el otro lado te espera un océano de tranquilidad que llevaba muchos meses sin respirar. Sinceramente lo necesitaba, necesitaba el silencio y el contacto con la naturaleza. En aquella parte de la ciudad solo hay templos, vacas y santones. No hay coches y si no fuese por las repulsivas bocinas de las motos, la paz sería absoluta.

    Hemos bajado a la orilla del Ganges, en donde se despliega una especie de playa arenosa y allí me he puesto a escuchar. Desde ese sitio todavía se pueden oír esos claxon y bocinas como si fuesen parte de una diabólica melodía que nunca cesa. Se oyen muy  de fondo, pero son perceptibles y salen del corazón de la ciudad. En todas las ciudades de India y, por supuesto, en Nueva Delhi, es siempre así, por eso ha sido especial cruzar a este otro lado. Montaña arriba espero poder encontrar más momentos como este.

    Por otro lado, no hubo remontada… Lo pude ver en directo y el Madrid no se mereció el pase, aunque hubiese tenido su gracia que tras todo el partido mareando la perdiz, los blancos consiguiesen los tres goles en los 10 últimos minutos.

    Yo en todo caso seguiré a lo mío. Mañana vuelvo a montarme en la bicicleta y a primera hora pondremos rumbo a Kaudiliya. La primera etapa de montaña. Empieza lo serio.

    InDieQuito

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  • El Qutab Minar (día 152)

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    Uno de los monumentos imprescindibles de Nueva Delhi es el Qutab Minar. LA torre de más de 7 siglos de antigüedad se ve ya desde la lejanía. Sin ir más lejos, se trata del “alminar de ladrillos más alto del mundo” con sus más de 70 metros de altura.

    Fue incluido en la lista de monumentos patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1993 y aunque os parezca mentira, todavía no lo había visitado. El motivo es que está muy alejado del centro pero aún así, no tengo excusa que valga porque llevo aquí ya 6 meses y ha habido días de sobra.

    El conjunto arquitectónico de arte islámico es de gran belleza, especialmente la columnata que se erige al lado del alminar, que contiene unas columnas esculpidas de gran belleza. Sí, yo también me hice la foto típica jejej (imagen 3)

    Lo más curioso es que los investigadores todavía no se ponen de acuerdo en cuanto a su final y mientras que unos apuestan porque era el minarete de la mezquita Quwwat-ul-Islam, otros la han clasificado como torre de defensa o una torre de la victoria.

    Un sitio imprescindible repito, que deberíais visitar incluso si vuestro paso por Delhi es de un par de días.

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  • Visita al Akshardham (día 124)

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    El templo del Akshardham se halla en las afueras de Delhi, en una de las salidas de la ciudad en dirección hacia el este. Es uno de los puntos más turísticos de la ciudad y cada día los visitan decenas de miles de personas. Yo todavía no me había acercado para visitarlo.

    Para acceder al recinto hay que pasar un control de seguridad en el que te quitan la cámara de fotos, los teléfonos móviles, los auriculares. Guido, un chico ecuatoriano que está aquí estudiando, y yo, colamos los móviles y yo tomé una foto furtiva del templo.

    El templo es una preciosidad y esta minuciosamente ornamentado con texturas, figuras de elefantes, molduras y motivos vegetales. Todo el recinto tiene preciosos jardines, columnatas y rincones de ensueño… Sin embargo la magia se derrumba cuando te enteras que el año de construcción es 2005. Se trata pues de templo sin historia, muy bonito, pero con una juventud que le quita misticismo.

    El recinto, al más puro estilo parque temático, también tiene grandes comedores y un lago para hacer viajes en bote (muy comercial). Lo visitan el 70% de los turistas que vienen a Nueva Delhi pero a mi parecer es prescindible.

    InDieQuito

  • Chandigarh… de paso (día 105)

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    Esta mañana hemos salido muy temprano para recuperar la distancia que ayer dejamos en la estacada. Chandigarh estaba a unos 100 kms de nuestro punto de origen y después de visitar la ciudad de Le Corbusier todavía nos quedaba un largo viaje hasta Delhi. Además, hoy es Nochebuena, así que era fundamental no llegar demasiado tarde.

    Nada más entrar en la capital del Punjab te das cuenta de que aquellas avenidas no parecen India, sino más bien una ciudad de Estados Unidos o Australia. El arquitecto suizo Le Corbusier quiso dejar su impronta con una ciudad que iba a destacar, más aún si cabe, por estar edificada en medio del caos que es este país.

    Casi sin apenas tiempo para visitar sus sitios más emblemáticos, fuimos a el Rock Garden, al sector comercial y al capitolio. El Capitolio es una zona de acceso restringido a la que solo puedes acceder si tienes un permiso, sin embargo con nosotros, por ser extranjeros, hicieron una excepción. Poco más vimos de Chandigarh, ciudad muy limpia y ordenada a la que he prometido regresar con más calma al menos una vez en la vida.

    InDieQuito

  • Templo dorado y la Wagah (día 104)

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       5 kms de camiones parados esperando para entrar en Pakistán

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    La paliza de coche que tuvimos que darnos ayer para llegar a Amritsar no tiene parangón. 450 kms por carreteras indias que cubrimos entre poco antes del amanecer y poco después del atardecer.

    Lo primero que hicimos fue instalarnos en el hotel Shiraz de Amritsar para, acto seguido, partir en dirección al Templo Dorado.

    Para acceder al monumento más sagrado de los sikhs tienes que descalzarte y caminar descalzo como unos 300 metros, pasando por agua, calles sucias y alfombras en estado de putrefacción. Todo muy asqueroso pero la visión del templo, brillando en medio del lago como un anillo de compromiso hizo que todo mereciese la pena.

    El Golden Temple es una joya que atrae a más visitantes al año que el mismísimo Taj Mahal. Los detalles de la ornamentación interior, lugar en donde no está permitido tomar fotografías, son exquisitos.

    Por la mañana hemos vuelto a hacer el mismo recorrido para ver el templo, pero en esta ocasión la espesa bruma ha impedido no pudiésemos disfrutar del esplendor de un edificio que, cuando refleja los rayos del sol, se convierte en mágico. Esa neblina no ha sido en comparación con lo que nos quedaba por delante.

    Por la tarde hemos ido hasta la frontera indopakistaní para ver la Wagah. La Wagah es un show en el que las guardias fronterizas de ambos bandos jalean a sus compatriotas mientras ejecutan bailes y gestos desafiantes contra los soldados del otro lado. Ha sido un espectáculo curioso aunque muy artificial.

    Por la noche es cuando ha llegado el Apocalipsis. Ahora mismo os escribo desde una localidad llamada Banga, que está a medio camino entre Amritsar y Chandigarh. La niebla más espesa que he visto jamás nos ha obligado a detener el coche en esta villa pérdida de la mano de dios. No se veía ni a un metro y el chofer empezaba a temer por la vida de todos los ocupantes. Así que hoy no hemos cumplido nuestro objetivo de llegar a Chandigarh, objetivo que tendrá que esperar a mañana.

    InDieQuito

     

  • Hacia Amritsar (día 103)

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    El truco consiste en no quedarse quieto. Nos han denegado esta semana el visado para Pakistán, como bien sabéis, pero eso no nos desanima y en este momento estamos de camino a Amritsar, la ciudad del templo dorado.

    El trayecto tiene una duración de unas 9 horas, así que calculamos que deben de faltarnos como un par todavía. Hemos optado por ir en coche en esta ocasión por la comodidad que ofrece para ir frontera con Pakistán  a ver el cambio de guardia y para detenernos en Chandigarh a nuestro regreso hacia Nueva Delhi.

    El templo dorado me han adelantado que es una verdadera maravilla pero yo por si acaso no me hago muchas ilusiones que sino luego me llevo amargas decepciones. Mañana podréis ver fotos del monumento.

    Un saludo a todos desde las carreteras del Punjab.

    InDieQuito

    Imagen: wikimedia

  • Jodhpur, la ciudad azul (día 90)

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    El viaje desde Jaisalmer hasta Jodhpur fue todavía más duro si cabe porque tuvimos que comprar billetes en la peor clase de todas. En los ferrocarriles de la India hay primera clase, segunda y tercera, y luego está ya el sleeper, que por no tener no tiene ni ventanas, y tienes tablas forradas que hacen las veces de asientos. Fueron más de 5 horas en tren en las que se me quedó el trasero más dolorido que después del paseo en camello.

    La estación de Jodhpur estaba atestada de gente durmiendo en el suelo y muchos olores que se te metían hasta el cerebelo. Fue una viva imagen de la miseria que hay en algunas regiones de la India. Al poco de instalarnos en nuestro modesto hotel, caímos en un profundo sopor que nos guió hasta nuestros camastros sin mucha resistencia por parte de ninguno de nosotros.

    Alrededor de las 7 hemos abierto los ojos y hemos subido a desayunar en la azotea del hotel, desde la cual nos hemos dado cuenta de que Jodhpur no es tan azul como nos la habían pintado. También hemos observado el imponente Fuerte de Mehrangargh, que se erigía prácticamente sobre nuestras cabezas (imagen 1). El fuerte destaca sobre todo por sus vistas, ya que el museo repleto de objetos de la nobleza india no tiene nada que sea especialmente remarcable. Desde allí arriba vimos una zona de la ciudad conocida como la Blue city, que sí acumulaba muchas viviendas de color azul así que decidimos que ese sería nuestro próximo destino.

    No fue difícil encontrar preciosos rincones cargados del color característico de Jodhpur (imágenes 2 y 3). Algunas casas se pintaban de este color para dejar claro que pertenecían a una familia de la casta Brahman, aunque también porque dicho color ahuyenta a los mosquitos. Y hay que decir, que como en todas las ciudades de India, en la Blue City de Jodhpur abundan los ejemplares de ganado vacuno, como este toro de varios cientos de kilos que cortaba el paso en mitad de la calzada (imagen 4).

    Dentro de un par de horas saldremos hacía Nueva Delhi porque mañana es de nuevo día laborable. Termina pues la semana del Rajastán.

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  • El desierto del Thar (día 89)

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    El desierto del Thar está situado a unos 40 kms al este de Jaisalmer. Hasta allí nos acercamos ayer primero en un Jeep de los típicos del ejército y luego en un camello. En toda mi vida solo había montado una vez en un animal, y fue en un burro en Benalmádena, Málaga, con lo cual en esta ocasión fue muy excitante sobre todo por la altura del camello y por su exotismo.

    El paseo en camello terminaba en una especie de planicie que me recordaba a la sabana africana y tras juguetear un rato en las dunas como críos de guardería y ver el atardecer, cenamos a la orilla del fuego. En ese momento tan mágico tuvo lugar una charla muy existencialista sobre la magnitud del universo, teología y la humanidad. Estuvimos un rato viendo el cielo estrellado, intentando adivinar constelaciones y viendo hasta una docena de estrellas fugaces y finalmente nos dispusimos a dormir al raso.

    Algunos sonidos nos perturbaron el débil duermevela, pero si hay que remarcar algo destacable, eso fue el frío helador que caía sobre la llanura alrededor de las 5 de la madrugada. Este hecho me obligó a salir del catre en busca de una manta extra.

    Ya con los primeros rayos del alba nos hemos adentrado de nuevo en las dunas para ver un amanecer diferente. La suerte ha estado de nuestro lado y unas nubes puntuales le han dado los tonos rosados y anaranjados que necesita un amanecer que se precie.  Las dunas recortando el horizonte han hecho el resto para que nuestra cámara registrase una foto inolvidable.

    Esta tarde ponemos rumbo en tren a la ciudad azul, Jodhpur, que cerrará mi ciclo de viajes por el Rajastán después de haber visitado la ciudad rosa, Jaipur, y la ciudad dorada, Jaisalmer, esta misma semana.

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  • Safari por el desierto (día 88)

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    Tras la visita del Fuerte de Jaisalmer durante la jornada de ayer, en la que  me quedé anonadado, hoy nos vamos a hacer un safari por el desierto. Camellos, Jeep de la armada con provisiones y jaima para dormir entre las dunas (a ser posible cerca de un oasis) son algunos de los actores protagonistas. Así de apetecible se presenta el plan para esta tarde, cuando haya bajado la intensidad del sol, que por estas tierras es pero que muy peleón.

    Antes iremos a dar una vuelta más por la ciudad dorada, al barrio de Patwon ki Haveli en busca de algún rincón de esos que parecen trasladarte a ti y a tu cámara al siglo XVI. También tengo que ir a una tienda de telares, para dar unos recuerdos muy especiales a su propietario de parte de unas amigas mías de Barcelona…aguardo poder encontrarle.

    Todavía no sé valorar la sensación que me ha provocado Jaisalmer, pero ya digo sin miedo a equivocarme que es lo que más me ha gustado de la India. Espero que el Taj Mahal no se ponga celoso.

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  • Fas-ci-na-do (día 87)

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    El viaje en tren fue, como era de esperar, un verdadero infierno. En la primera imagen podéis ver lo angostos que son los vagones de tercera clase de los ferrocarriles de la India. Las incontables paradas que realiza dicho tren y la falta de educación de mucha gente que habla a gritos a las tantas de madrugada no me permitieron dormir en condiciones y he llegado a Jaisalmer hecho un trapo. Pero la recompensa ha sido maravillosa y me ha dejado como reza el título del artículo: fascinado.

    El fuerte de esta ciudad es el único habitado de toda la India y en su interior viven unos 4.000 habitantes. En dicho monumento, que fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, se cobijan hermosos edificios. Todos con su característico tono amarillento y sus trabajadas fachadas. Por algo es conocida como la Ciudad dorada.

    Desde arriba del fuerte se puede ver el resto de la ciudad rodeada por el desierto, que me recuerda a las típicas poblaciones de los países de oriente medio: con una fina capa de arena, construcciones bajas y callejuelas laberínticas.

    Los templos que véis en la imagen 4 son muy habituales en esta ciudad y están desperdigados por todos los alrededores. En concreto los de esta fotografía son los que coronan la colina que se erige delante de nuestro hotel.

    Un lugar muy diferente a todo lo que había visitado hasta el momento. Quizás por eso me ha dejado tan impactado.

    InDieQuito