• Sábado cultural (día 20)

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    La primera imagen corresponde al restaurante italiano Amici, un rincón europeo que se ha establecido en la lujosa zona de Khan Market. Sus delicadas pizzas hechas en horno de leña son geniales. Sus dueños son italianos y quizás por ello se han esmerado tanto en inculcar y enseñar a sus pupilos indios este noble arte culinario.

    Tras comer allí, Jaíme y yo nos fuimos con las pilas cargadas a Pragati Maidan, el recinto ferial más importante de Delhi, en el cual se expone estos días la United Arts Fair (imagen 2). El arte moderno es la nota predominante y he de reconocer que el nivel era bastante bajo, quizás porque se trata sobre todo de jóvenes artistas que están empezando. Me quedo con las dos obras de las imágenes 3 y 4, ese tocino está como para comérselo y el cuadro hiperrealista de las máscaras en el cual la imagen parece salirse de la escena, tenía un magnetismo y una magia muy difíciles de conseguir.

    Por la noche era el turno para un poco de esparcimiento. El Café 27 es el local de unos londinenses que está ubicado en la zona de Kailash Colony. Ayer había un concierto de música en directo y Kutle Khan inundó todo el local con su música sufí. Ritmos rápidos y acordes musulmanes hicieron que todos los asistentes entrásemos en una especie de éxtasis colectivo y que todo el mundo se echase a bailar de forma espontánea. Parecía como si estuviésemos en una fiesta privada con los músicos…

    InDieQuito

    Aquí tenéis un vídeo del concierto, está en alta definición así que es posible que tarde en cargarse, pero la calidad merece la pena.

     

  • Nuevo hogar y accidente (día 19)

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    ¡Ya tengo alojamiento! El edificio que se sitúa en el medio de la imagen, entre los dos árboles, alberga la vivienda en la que me alojaré durante mi etapa en Delhi. La zona se llama Lajpat Nagar y tengo la parada de metro con el mismo nombre a tan solo dos minutos andando desde mi casa. La suerte ha hecho el resto y se trata de la misma línea de metro que pasa por la Embajada, que me queda a tan solo tres paradas. Lo cual es un tesoro en una macrociudad como esta…

    Por unos días compartiré piso con un chico español, que luego dará paso a una chica italiana. El piso tiene wifi, aire acondicionado, dos baños y todas las comodidades que pueda necesitar. Si todo va bien, estaré aquí los próximos cuatro meses.

    Tras trasladarme a mediodía (hice el check out en el hotel alrededor de la una, pero fueron honestos y no me multaron por salir más tarde de las doce) deshice mis maletas por fin y me instalé como es debido. La vida en los hoteles es muy dura…

    Por la noche fuimos a Hauz Khas Village, la zona de las discotecas de moda en Delhi. Primero fuimos al TLR, bar pionero de dicho barrio que tras abrir hace cosa de un año y medio, marcó la senda del éxito de aquellas calles del suroeste de la ciudad. En dicho pub, con un gusto que poco tiene que envidiar de los locales de Viena, Londres, Praga o Bruselas, disfrutamos primero de un concierto de jazz. Como peculiaridad decir que se sirven cenas en dicha discoteca, y que la gente está cenando sentada mientras escucha de fondo música contemporánea.

    Del segundo sitio al que fuimos, con otro acrónimo como nombre, me sorprendió mucho su terraza de diseño y sus pisos inferiores, con djs y música techno-house. Tengo más que claro que esa zona va a dar mucho de sí en los próximos fines de semana.

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    Por último, regresando hacia casa en Tuc Tuc, el endeble triciclo de hojalata que ha conquistado la capital de la India, tuvimos un susto importante. Íbamos tranquilamente por el carril más a la izquierda de la autopista (aquí también conducen al revés) y a nuestra derecha, a escasos metros, iba un tráiler cisterna. Nos desviamos en una salida tipo incorporación y el camión, que iba todavía a la par nuestra, se acercó un poco hacia nosotros. De repente, se subió por el quitamiedos que separa nuestro desvío del carril principal de la autopista, destruyendo con gran estruendo dicho separador de metal y hormigón, y volcó con violencia hacia los carriles principales de la autopista quedándose cruzado en medio del asfalto. El conductor debió de quedarse dormido, pero todavía doy las gracias porque el camión no se venció en nuestra dirección ya que el Tuc tuc hubiese sido para semejante armatoste, lo que una hormiga a un pisotón.

    Nos detuvimos unos metros más allá y nos acercamos corriendo, la gente ya estaba sacando al conductor, que estaba aturdido. Entonces nos detuvimos porque ya desde la distancia vimos como una mancha de líquido estaba extendiéndose por todo el firme, una mancha que empezó a emanar unos vapores densos y blancos como la nieve. Nos alejamos más y empezó a oler muy extraño y nos empezaron a escocer los ojos. Al parecer, era un camión que transportaba ácido. La gente parecía muy despreocupada y estaban tan tranquilos en medio de la humareda química (después de lo de Bhopal, esto es insignificante). Espero que no les pasase nada. Una vez en casa, me lavé los ojos con abundante agua como dicen los manuales, y ante la ausencia de otras sintomatologías, lo voy a dejar correr. Además, de momento no hay noticias al respecto en internet, así que supongo que se trataba únicamente de una sustancia irritante. ¡Menudo susto para terminar la noche!

    InDieQuito

  • Red fort y Dilli Haat (día 18)

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    Ayer me levanté temprano para ir a buscar alojamiento, que es mi primer cometido. Las cosas no están como hace muy pocos meses y ahora hay una burbuja inmobiliaria sin precedentes en Delhi. Los precios están disparados (les va a pasar lo mismo que a nosotros…). Tan disparados que la cosa está difícil, así que es más que probable que acabe pasando los 4 meses en un hotel (con precio pactado, obviamente).

    Tras ello, me dirigí ofuscado a la zona de Chandni Chowk y tras callejear en rickshaw me quedó claro que es un sitio al que hay que regresar con más calma. Todas aquellas calles comerciales son de gran exotismo para un occidental, occidental que se está  dejando una barba descomunal para tratar de no llamar la atención en sitios poco turísticos. Pero mi destino era otro, era el Red Fort.

    El Fuerte rojo (imágenes 1 y 2) es un lugar emblemático de Delhi, desde donde el jefe de estado pronuncia su discurso en el Día de la Independencia. Por dentro tiene algunos edificios de interés arquitectónico pero me pareció estar muy descuidado y tampoco es algo especialmente bonito, se trata más bien de un sitio de gran importancia para la nación.

    Ya con el ardiente sol del mediodía me fui a Connaught Place, enorme rotonda con un edificio neoclasicista en el centro que está repleto de establecimientos de cadena como Adidas, Blackberry, McDonalds, Pizza Hut, Domino´s, KFC, Dunkin Donuts, Levi´s etc. Allí había quedado con las chicas tibetanas que os comenté ayer (imagen 3).

    Nos montamos en el moderno metro de Delhi (algún día le dedicaré un artículo porque tiene peculiaridades interesantes) y fuimos a Delhi Haat, una feria de artesanía con bailarines (imagen 4), música, alfombras, bisutería y restaurantes de cada uno de los estados del país, con productos típicos y recetas locales.

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    Por la noche aconteció una de estas cosas excepcionales que solo me suceden a mí… Por casualidad conocí a un joven director de cine de Mumbai, Rakesh Mahiwal, que me invitó a cenar en el hotel en donde se hospedaba. Degustamos un rico pollo massala y me enseñó algunas de sus películas. El chico me explicó que viene a Delhi de forma intermitente y que no tiene ningún amigo; así que cuando no está rodando se queda todo el día en el hotel, muerto del aburrimiento. Lo malo es que mañana se marcha hacia Mumbai pero…Me ha prometido que me dejará asistir al próximo rodaje que se realice en Delhi. ¡Un rodaje al estilo Bollywoood! ¿Es grande o no? Espero que tenga lugar antes de que me toque regresar…

    InDieQuito

  • Primer día en Delhi (día 17)

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    La capital de la India me recibió con un día soleado como pocos, de esos sin ninguna nube que enturbie el lienzo azul.

    Por la mañana fui en Tuc Tuc (imagen 1) a la Embajada de España. El viaje resultó super divertido porque ese tipo de vehículos tiene un claxon muy cómico y porque traquetean como un tractor. Cada rotonda es una batalla de gladiadores por ver quién entra primero…

    En las inmediaciones de Pritviraj road, en donde se halla la misión diplomática española, se pueden ver buenos vehículos y es que la zona de las embajadas (imagen 2) presume de ser la más cara de toda la India en cuanto a alojamiento. También hay frondosos árboles que dan salud a esta gran urbe del monóxido de carbono.

    A mediodía me acerqué a la zona de Khan Market, en donde compré unos zapatos y una camisa de lino de estilo hindí, y para el atardecer decidí ir a la India Gate,(imagen 3).

    Allí conocí a dos chicas tibetanas residentes en Delhí desde hace años, que me invitaron a tomar un pic-nic/cena con ellas. Ya tengo dos amigas aquí y hoy hemos quedado para ir de compras.

    Por la noche, callejeando, llegué a la conclusión que Ridley Scott debió de veranear en esta ciudad poco antes de rodar Blade Runner (mi película fetiche), por la cantidad de neones (imagen 4, desde un ricksaw, e imagen 5) y también por los angostos pasillos comerciales que forman parte del laberinto de Pahar Ganj (imagen 6). Esperaba toparme con Deckard, Rachel o algún replicante en cualquier momento. Fue un paseo muy enriquecedor antes de acostarme.

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    Ayer se me pasó contar que la noche de mi llegada me sucedió un hecho bastante extraño. Tras dejar mi equipaje en el hotel, bajé a por una botella de agua y nada más pisar la calle, un chico joven que tendría veinte años, se rompió un fluorescente en la cabeza, al estilo de los faquires hindúes del Tu sí que vales… (Buscad el vídeo en Youtube, no tiene desperdicio) Me quedé petrificado, pero sin detenerme proseguí mi camino, con la esperanza de que el faquir no quisiera comprobar la resistencia de un hombre español…

    InDieQuito

  • Bidaa hau, namaste (día 16)

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    Un adiós en nepalí, y el hola en hindi me sirven para titular este artículo de transición.

    Antes de marcharme de Pokhara, me ofrecieron un ritual en casa de Bishnú con flores de la zona, arroz, yogur y un pañuelo de seda que me garantizaba buena suerte durante el viaje. Este artículo está dedicado a ellos, a dicha familia (imagen 1), como recompensa por su grata compañía durante mis días en Pokhara. Me despedí de esa ciudad pudiendo visualizar el Annapurna Range al completo con las primeras luces del alba (imagen 2).

    A primera hora de la mañana de ayer Raskumar y yo salimos rumbo a Kathmandú. Más de 6 horas por carreteras pseudo convencionales para recorrer 200 kms. En España, yendo alegre, puedes cubrir alrededor de 800 kms en el mismo tiempo.

    Llegamos sobre las 2 de la tarde a Kathmandú, ciudad multicolor que ya sé a qué me recuerda. A los que os gusten los videojuegos, seguro que conocéis el Metal Slug; pues el nivel de la fotografía (imagen 3) es un reflejo de la capital de Nepal. Kathmandú es muy similar en cuanto a desorden, número de puestos de fruta, reminiscencias de China y sobre todo por sus vehículos, que parecen haber sido sacados de la mente de un dibujante de comic.

    Fuimos a comer a Durbar Square, plaza repleta de edificios de alto valor histórico y en la cual había un mitin del partido (imagen 4). Sin entretenernos demasiado nos fuimos al aeropuerto, en donde me topé con la desafortunada noticia de que mi vuelo se había retrasado dos horas. Justo después, algo bueno, y es que mi equipaje tenía un sobrepeso de 9 kilos, irregularidad que salvé dándole 3 euros de propina al de la balanza.  En un vuelo en Europa me hubiese tocado facturar otra maleta o pagar alrededor de 200 euros, ¡pero esto es Asia!

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    Desde el cielo, aterrizando en medio la noche, Delhi era como un mar, como un océano de luz que se extendía en la oscuridad hasta más allá de donde podían ver los ojos. Por ende, el aeropuerto es desmesuradamente grande, quizás el más grande en el que he estado jamás.

    En la zona de maletas me hice amigo de unas canadienses, Alissa y Melissa, con las que compartí el taxi hasta el centro de la ciudad. Ese taxi cuesta alrededor de 18 euros, así que pagamos 6 euros cada uno y a funcionar. Casualmente, los tres íbamos a Pahar Ganj, y al final decidí quedarme en su mismo hotel, porque estaba francamente bien.

    La ciudad apuntó maneras en el primer viaje en taxi, con muchos árboles, edificios de corte imperial y grandes avenidas iluminadas. Sin embargo, ya sabéis lo que dicen: “por la noche, todos los gatos son pardos”. Ahora, escribiendo en el hotel a primera hora, sé que voy a tener en breves minutos el primer contacto diurno con la que será mi ciudad en los próximos meses. Hay nervios…

    Imagen 3: meristation

  • Turno para Delhi (día 15)

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    Hoy salgo para Kathmandú porque esta tarde embarcaré en un avión rumbo de Nueva Delhi, el verdadero motivo de esta historia.

    Antes de irme de la capital de Nepal visitaré Durbel Square y mañana habrá una publicación sobre ello que estará dedicada a la familia de Bishnú, que me ha acogido en su seno durante estos días de decepción tras la expedición fallida al Tharpu Chuli. Ahí se cerrará el capítulo Nepal.

    El sabor es agridulce porque aunque he conocido a gente maravillosa, como cito líneas arriba, no hay que olvidar la mala suerte del trekking.

    ¿Mala suerte? Quizás no. Parafraseando a aquel proverbio chino, quizás en el glaciar  me esperaba una enorme grieta de la que no hubiese salido jamás o una avalancha, mirad al pobre chico español que ha fallecido en el Manaslu esta semana.

    Lo que está claro es que hicimos  lo correcto no desafiando a aquella pared de roca suelta, porque ni siquiera hace falta hablar de muerte o lesión medular, una rotura de brazo o pierna que ya es un problema en cualquier lugar, puede tener consecuencias fatales en la montaña.

    Llegaré a Delhi alrededor de las 8 de la noche, cuando ya haya caído el sol, y me buscaré un hotel decente cerca de Khan Market. Acordes punjab, mucho curry y densos olores a especias me esperan al otro lado de la frontera.

    InDieQuito

    Imagen: forocoches

  • Piloto en el caos (día 14)

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    ¿Qué hubieseis hecho vosotros si os hubieran ofrecido una Yamaha de 200 centímetros cúbicos durante 1 hora a cambio de tan solo un euro con ochenta céntimos?

    Este es el irrisorio precio por el que puedes alquilar una motocicleta aquí en Pokhara, con la que darte una vuelta de placer por la ciudad.

    Al principio la llevó Xavier, porque el tráfico denso del Lake Side y Mahendrapol no es lo más propicio para un novato que jamás ha llevado una moto de marchas… Pero nos fuimos a las inmediaciones del que será el futuro aeropuerto internacional de Pokhara, una zona relativamente más tranquila y una vez allí, me familiaricé con la moto y me deslicé por esos asfaltos llenos de agujeros, grietas y búfalos campando a sus anchas.

    Xavier me vio tan suelto que hasta se dejó llevar de paquete un rato de regreso a la tienda de alquiler. Dos españoles en medio de esta maraña de coches que no suelen señalizar los giros, tractores que avanzan a 3 por hora, motos que parecen avispas y autobuses que se las dan de arrogantes por pesar varias toneladas más que el resto. Otra experiencia para guardar en el bolsillo de las locuras, sin duda.

    InDieQuito

  • Comidas del Nepal (día 13)

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    Desde siempre me han encantado las comidas exóticas. Soy un verdadero adicto a probar todas aquellas cosas nuevas que me ponen sobre la mesa. Así que cuando me encuentro en el extranjero, todas las comidas son una aventura y disfruto como un enano.

    En Nepal destacan los momo, empanadas al vapor rellenas de vegetales y pollo que se untan en el chili. Una verdadera delicia. También son riquísimos los fideos fritos con huevo y verduras o el Dal Bhat, arroz con carne, lentejas y una deliciosa salsa de color amarillo (imagen 3).

    No hay que olvidar mencionar los panes y como los sirven en los restaurantes. En la carta hay un lugar reservado para los panes que hacen en cada lugar: corn bread, gurung bread, pan tibetano o chappati son algunos ejemplos, y te lo hacen al momento, amasados y horneados, con lo cual el pan es una delicia más que acompaña a el resto de la comida.

    Para los desayunos no hay nada como un Lassi, batido de yogur de búfalo frío como una cerveza, o un té negro con hojas de menta. En cuanto a la repostería, son también unos artistas con unas tortas de manzana para morirse, el sagrado para mí Cinnamon Roll (rollo de canela) tan difícil de conseguir en España (Starbucks es uno de los pocos sitios) o esas magdalenas con trocitos de banana…mmm

    También llegan influencias de la India, como el rico pollo Tandoori que me comí ayer en un restaurante de la zona comercial de Pokhara conocida como Mahendrapol (imagen 1).

    La comida del Nepal no tiene mucha variedad, y puede parecer monótona especialmente si la comparamos con la gastronomía española, pero todo lo que tiene, es delicioso. Esa es mi conclusión.

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    Anoche el padre de Bishnu (la mujer de Xavier) me llevó desde su casa hasta mi hotel en su flamante motocicleta. La policía nos detuvo en un control rutinario cuyo único fin es interrogar a dónde va la gente, de dónde vienen y por supuesto el porqué. Me ha recordado a un estado muy policial, casi como un toque de queda.

    En España en un caso similar podrías responderle a un agente con un: “Y a usted que le importa…”

    InDieQuito

  • La decepción (día 12)

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    Saborear el triunfo es algo muy placentero. Sin embargo, muchos no nos hemos planteado el porqué. La victoria es tan valiosa en contraposición a la derrota.

    Si todo fuese de color de rosa y siempre consiguiéramos aquello que queremos no disfrutaríamos los buenos momentos ni la mitad de lo que lo hacemos con el actual orden de las cosas, en el cual las malas decisiones o los infortunios del devenir a veces nos privan de conseguir aquello que anhelamos.

    Mi deseo de coronar un cincomil en el Himalaya se ha visto truncado por un tiempo de perros, pero también se pueden sacar cosas positivas. El aprendizaje más importante ha sido aprender a renunciar y a asumir la derrota desde un punto de vista más optimista que la resignación.

    Además, aunque no he pisado la cima del Tharpu Chuli, sí que he llegado a otro lugar emblemático, como es el Campo Base del Annapurna. Un lugar de peregrinación para todo aficionado a la montaña. No olvidemos que el Annapurna Sanctuary Trek es uno de los trekking más míticos del planeta.

    Y aunque el clima ha sido rematadamente malo, he caminado por preciosos bosques de bambú, viendo impresionantes cascadas y conociendo a gente maravillosa. El Tharpu Chuli se queda ahí, probablemente para siempre pero quizás no.

    Ahora, la aventura no ha hecho más que comenzar, ¡rumbo a Delhi en 3 días!

    InDieQuito

    Imagen: dulceamortexts

  • La Stuba y la astilla (día 11)

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    En mi primer día tras el trekking, Xavier, su familia y yo hemos alquilado una barca para cruzar el lago de Pokhara rumbo a el templo budista que se alza sobre una colina próxima a la ciudad.

    El sendero hasta el templo es largo, pero una minucia en comparación a las caminatas que me he pegado todos estos días atrás. En el camino hemos conocido a una kira (insecto en nepalí) que emite un agudo sonido, tan potente que parece imposible que un insecto pueda hacer tanto follón.

    Arriba en el templo, hemos dado la ritualista vuelta alrededor, antes de subir hasta el nivel superior en donde están las efigies y los lamas.

    En el descenso nos hemos cruzado con una manada de monos saltando de rama a rama (imagen 3) mientras unos perros salvajes les esperaban abajo, salivando, con la esperanza de que algún simio calculase mal un salto.

    Ya en el regreso, una desgracia. El barquero ha pedido un poco de ayuda y me he puesto a remar con él, con la mala suerte de que a la quinta o sexta remada, me he clavado una astilla en el dedo anular, justo entre la uña y la piel. Cuando hemos desembarcado hemos ido corriendo a una farmacia, pero al farmacéutico casi le ha dado un síncope y más nervioso que yo, solo ha conseguido destrozar la punta de la astilla para hacer aún más ardua la tarea de sacar semejante cuerpo extraño de mi dedo.

    Tras gritar como un descosido, taxi y rumbo al hospital de Pokhara. Centro médico que me ha recordado, por higiene y ambiente, a alguna clínica de Sarajevo que todos hemos visto en películas de guerra y refugiados. El médico, todo un profesional, me ha dicho que no me iban a quitar la uña (mi gran temor) antes incluso de ponerse en faena. Acto seguido, me han tumbado en una mugrienta camilla y me han embadurnado la mano entera en betadine.

    En el techo, una salamandra me miraba como sin entender lo que me estaba sucediendo. Todo muy surrealista. Me han dormido la mano con anestesia local y tras ello, con unas benditas pinzas me han sacado la astilla más grande de la historia, que por lo visto, iba más allá del cutícula de la uña.

    Pasado mañana me volverán a hacer una cura. El médico me ha recetado antibióticos y me ha vacunado con la antitetánica, por si las moscas. Cada país tiene un método de vacunación y él no parecía entender que en España, con la última que te ponen a los 14 años, ya estás vacunado para toda la vida. De hecho, lo consideraba imposible jajajaj. Así que ha decidido tirar de su librillo y pinchar.

    Solo un susto. Así que todos tranquilos.

    InDieQuito