• Byblos

    Hemos comenzado el día con más reuniones y con el fin de feria, aunque todavía quedan dos jornadas más para el final. Después, hacia mediodía hemos puesto rumbo a la ciudad de Byblos.

    Byblos es una ciudad costera que está al norte de Beirut, como a una media hora de coche. Nada más detenernos nos hemos adentrado el el viejo zoco, que sin duda es uno de los lugares que más me gusta de todos los países musulmanes que visito. Son sitios muy especiales por sus calles bajo los toldos, protegidas del sol, en donde se pueden ver los aromas a comida y especias, en donde fluyen los colores allá donde miras, en donde puedes ver aquella vieja mujer de velo regateando hasta el último céntimo para comprar unas babuchas, en donde se te acerca una cabra en busca de una caricia en su frente… en fin,los zocos están cargados de magia. El de Byblos es muy antiguo y tiene algunos rincones repletos de plantas enredaderas en flor que te dejan boqueabierto.

    Lo mejor de todo es que desemboca en el puerto y es allí donde hemos cogido un barco que nos ha llevado hasta el restaurante Babel Bahr, uno de los mejores del Líbano según el organizador de la feria, y en donde hemos comido un hummus delicioso, y degustado una shisha. Lo mejor de todo, el postre: el delicioso, Ghazlieh. Solo para los adictos al azúcar. Después de comer, ha llegado el momento de visitar el castillo de Byblos, encima de un cabo, y desde donde se divisan los restos de las construcciones romanas e incluso prehistóricas. Ahí nos han explicando cómo ha ido evolucionando la vida de los habitantes de Byblos a lo largo de los últimos milenios.

    Por la tarde hemos regresado al hotel porque teníamos que asearnos y ponernos un look oriental para la fiesta en el Intercontinental Phoenicia de Beirut. La fiesta ha sido en el patio interior, al lado de la piscina y ha sido amenizada por un grupo de danza. La comida estaba dispuesta alrededor de las mesas en un concepto sírvete tu mismo, e incluso he aprendido a preparar kebabs. De momento, toda la organización está saliendo a pedir de boca.

    DieQuito

  • Brummana y Jounieh

    Anoche nada más llegar a Beirut y tras instalarnos en el Grand Hills Marriott Brummana bajamos al downtown de Beirut, a una cena de gala en la sala Golden Romm del hotel Le Bristol, que daba el pistoletazo de salida a Visit Lebanon 2019. Tras el cóctel de recepción, nos sirvieron un exquisito plato de pescado con una esfera de repostería, mientras una cantante y pianista actuaba en directo. El trato de todos los camareros del hotel y de los responsables de la feria ha sido excelente desde el minuto uno.

    Acto seguido fuimos a Cinco, un lounge peruano en Brummana, con piscina, en donde nos dieron un excelente cóctel con frutas naturales. Y el cuerpo ya pedía descansar; prácticamente todos habíamos volado entre 3 y 10 horas durante la jornada de ayer y había que recargar pilas para el día de hoy.

    Por la mañana, tras un potente desayuno hemos tenido las primeras reuniones de 15 minutos que han servido de primera toma de contacto. Por la tarde, después de las reuniones vespertinas, me he ido al gym y a la piscina del hotel a relajarme, ya que esta noche teníamos otra cena de gala, esta vez en el Casino du Liban.

    El viaje a Jounieh, en la rush hour, se ha hecho bastante pesado, con constantes atascos y tráfico parado. Acelera, frena, acelera, frena… Cuando por fin hemos llegado, nos han sentado en la terraza superior, desde donde se ven unas excelentes vistas del la bahía de Jounieh y nos han servido la cena mientras Guy Manoukian, un músico muy conocido en el Líbano, nos amenizaba la comida y los bailes entre plato y plato.

    Después, David ha querido probar suerte a la ruleta, aunque…sin final feliz.

    DieQuito

  • Fiumicino: primera parada

    Voy de camino a Beirut, pero tengo casi 5 horas de parada en Roma y me he ido a visitar el pueblo costero de Fiumicino, para que no se me haga tan larga la espera. He estado varias veces en este aeropuerto, e incluso una vez me fui a visitar Roma, pero nunca Fiumicino.

    Nada más llegar al pueblo te das cuenta de que la pesca es un aspecto muy importante para la ciudad; con su canal pesquero y su puerto repleto de pecios y barcos de pesca. El ambiente en la calle era calmado y es que eran todavía las 8 de la mañana, y mientras los pescadores ya habían salido a faenar, el resto de la ciudad se estaba todavía desperezando.

    Lo primero que he hecho ha sido tomarme un expresso, típico italiano, y me lo han servido con un vaso de agua al lado, que luego me he enterado de que era para enjuagarse la boca antes de degustar el sabor del puro café. Después me he ido a dar un paseo y he visitado la bonita iglesia de Santa María Porto della Salute.

    Acto seguido he cruzado por la pasarela del canal y me he encontrado con unos pescadores remendando una red. Estos trabajos parecen de otra época y es que salvo por el combustible de los barcos, no creo que la profesión de pescador a mar abierto actual difiera mucho de la de hace tres siglos.

    Por desgracia ya no había tiempo para más y me he tenido que ir al aeropuerto, que no quería perder mi vuelo a Beirut. Cuatro horas tengo por delante.

    DieQuito