• Rememorando el Chimbo

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    La bruma no deja ver la cima… más o menos en donde pusimos fin a la expedición

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    Y aquí nos dimos la vuelta…

    Hace exactamente dos años, exactamente a estas horas, mis compañeros de cordada y yo decidíamos dar la media vuelta y no coronar la montaña más alta de Ecuador. El sol se despertaba por el este y, como el astro rey convierte al Taita Chimborazo en una trampa mortal con propensión a los aludes, nos decantamos por la prudencia, que siempre es una buena consejera en la montaña.

    6100 metros fue la cota más alta que alcanzamos David y yo, Ale y Paul llegaron hasta la cima Veintimilla (6200m), unos metros más arriba.  Nadie holló la cima Whymper aquel día.

    A pesar del paso del tiempo, el Chimborazo sigue en mi mente, como un objetivo que espero poder completar algún día. No sé si 2014 será el año en el que me volveré a enfrentar cara a cara a esta montaña, o quizás 2015. Lo que tengo por seguro es que quiero volverlo a intentar, quiero volver a poner todo mi empeño en llegar a esos 6310 metros de puros Andes ecuatorianos.

    El tiempo ya me dará, cuando considere oportuno, una segunda oportunidad.

    DieQuito

  • Cotopaxi, 1 año después

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    Hoy se cumple año…Hace justamente  365 días, estaba cumpliendo un reto personal que me había propuesto en diciembre de 2010. Coroné el Cotopaxi alrededor de las 8 de la mañana, con un frío del carajo, un viento blanco que te traspasaba fulminando tu energía y con unos tímidos rayos de sol que calmaban mis temores por el descenso. Todavía hoy, cuando acabo de despertarme y me vienen imágenes de aquello a la mente, no terminó de creerme por completo que yo estuve allí, en uno de los lugares más hostiles de Ecuador.

    Con orgullo lo recuerdo y por eso hoy hago esta efemérides.

    En este año 2012, habrá más sorpresas todavía… Muy pronto

    DieQuito

  • Las capas del pastel (día 92)

    LAYER CAKE

    A Historias de DieQuito le quedan todavía una docena de artículos de vida, pero el fin se está acercando y no querría completar mi cuaderno de bitácora sin hacer una retrospectiva de mis excursiones andinas, no sería lógico.

    De izquierda a derecha, de arriba a abajo: Ruco Pichincha, Sincholagua, Heart Peak, Ilinizas Norte, Cotopaxi, Chimborazo.

    Ruco Pichincha (4696m). Cima. Mi primera excursión de alta montaña. Una aventura al lado de la que ha sido mi ciudad durante 3 meses, pero que suponía rozar la altitud del Mont Blanc. La primera capa del pastel…

    Sincholagua (4919m). Cota 4750m. Yo venía de coronar el día de antes el Ruco Pichincha y para más inri, la ruta del Sincho tenía una distancia de más de 20 kms. Nos quedamos a 1 hora de la cima, a 4750m, en una zona umbría en donde la nieve decoraba las laderas como si de azúcar glacé se tratase.

    Heart Peak (4788m) Cima. El Cerro Corazón fue la tercera y última montaña antes de dar el salto cualitativo a los cincomiles. Una niebla espesa como la nata nos privó de unas buenas vistas desde lo más alto.

    Ilinizas Norte (5126m) Cima. La visita a los picos hermanos es la que yo considero como mi primera gran ascensión, la que supuso un cambio y me hizo saber que las metas superiores eran un objetivo realista. Su escarpada cumbre, salpicada por bloques de hielo que semejaban a limaduras de chocolate blanco, fue un reto que nos llevó dos días de caminata.

    Cotopaxi (5897m) Cima. Coronar el volcán activo Cotopaxi era el sueño de mi viaje a Ecuador. Este gran merengue no lo puso nada fácil y durante toda la noche tuvimos que soportar un viento blanco que nos dejó convertidos en tartas heladas. Sufrimiento, dominio mental y tesón serían las tres palabras que definirían esta exitosa ascensión.

    Chimborazo (6310m) Cota 6100m. Tras la tortura del Coto, mis ánimos estaban por los suelos como para intentar subir la cima más alta del país. A pesar de ello, varios amigos españoles me convencieron y con algunos miembros de NN.HH emprendimos está última expedición a la última frontera…los 6000m. Tumbar esa barrera psicológica y física fue la dulce guinda que puso fin a mi pastel andino.

    Mi vida de andinista va a ser como unos fuegos artificiales: brilla con mucha intensidad pero durante muy poco tiempo…Sin embargo, en los Pirineos queda mucho camino por recorrer…Próximo objetivo: Aneto 2012.

    DieQuito

  • La cima se resistió… (día 83)

    CHIMBORAZO

    VOLCAN CHIMBORAZO

    SEISMIL

    LAPIDAS

    El Chimborazo no es una montaña cualquiera. Nada más llegar al primer refugio recibes un golpe directo a la zona sensible de tu cerebro y yo particularmente la tengo muy susceptible. Al lado del refugio Carrel, te saludan varias lápidas de montañeros que perdieron la vida en este extinto volcán, el más alto del país (imagen 4). Rayos, avalanchas, ventiscas, cansancio, grietas, caídas…innumerables tragedias se han llevado la vida de muchos montañeros. Dice la leyenda que, cuando la montaña no quiere ser coronada, se puede ver a la cordada fantasma entre la neblina caminando a escasos metros de ti, mientras te diriges a la cumbre. Es una especie de advertencia.

    Yo, en concreto, no vi ningún andinista con aspecto espectral, pero no llegué a la cumbre por dos razones: primero por la interminable y desmoralizadora lengua de hielo que cuenta con desniveles de entre el 70% y el 100%, una pista negra en toda regla en el argot esquiador, que se alargaba unos dos kilómetros entre los 5500 m y los 6200 (imagen 2). Esto te dejaba como un trapo debido a la altitud y al evidente esfuerzo físico. Después de llevar unos 500 metros de ascenso por esta ladera helada traspasamos al fin los 6000, que nos recibieron muy mal tras una apacible noche de luna llena y escaso viento. Cuando empezábamos a asomarnos a la cabeza del Chimborazo, un fortísimo viento blanco nos dio una gélida bienvenida. Aguantamos unos 100 metros más de desnivel antes de decidir esperar al amanecer para que calentara nuestros dedos de las manos y pies, que empezaban a tener síntomas de congelaciones: dolor, amoratamiento, escozor… No se puede ni se debe comparar un ochomil con un ascenso de estas características, pero a esas alturas, uno ya puede ver evidencias de lo que sucede en las cumbres más altas del Himalaya: cambios repentinos del clima, vientos gélidos conocidos como jet-stream, frío dentro de tus botas y guantes…

    Sin embargo, el sol se hacía de rogar…eran alrededor de las 6 de la mañana cuando decidimos que, tras haber superado los 6000m, quizás no merecía la pena poner en riesgo nuestras vidas. Conviene tener presente que en el descenso es cuando más accidentes se producen por culpa del cansancio acumulado. Además, ya había algo que celebrar (imagen 3) ¿Cuándo tendré de nuevo la oportunidad de ascender hasta 6000m?

    DieQuito

  • La última frontera (día 82)

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    PICO CHIMBORAZO

    Hay trenes que solo paran en nuestra estación una vez en la vida…o aprovechas el momento y lo coges, o nunca más tendrás la oportunidad de hacerlo. Recuerdo la cima del Cotopaxi como algo fugaz, tan solo tres minutos de tensión, pues en ese momento solo piensas en que hay que descender. La verdadera cima de las montañas está en el refugio. Allí arriba pensé que lo había logrado, aquello que deseaba con tanta fuerza ya desde España, estaba…sucediendo. Podía sentir bajo mis pies el inmenso poder de esa mole de casi 5900 metros.

    Sin embargo, con el paso de los días, mis ojos se posaron sobre la remota cima del Chimborazo. La montaña más alta del Ecuador estaba ahí cerca, al alcance de la mano, un pico de 6310 metros.

    Es muy posible que jamás tenga de nuevo la oportunidad de intentar coronar un seismil…ahora estoy aclimatado, tengo compañeros de cordada, estoy viviendo a 150 kms de él…¿Cuándo se volverá a repetir esta idílica situación? Por eso, si el clima lo permite, voy a tratar de lograr este reto, tratar de cruzar esa última frontera y llegar, con mis piernas, hasta el punto más alejado del centro del planeta.

    Imágenes: wikipedia, genesys33

    DieQuito

  • Excursión frustrada al Rumiñahui (día 69)

    CAMPING

    RUMIÑAHUI

    COTOPAXI

    A veces, las montañas parecen divertirse de lo lindo jugando contigo. Cuentan con un aliado llamado Clima y juntos pueden echar a perder todo el fin de semana. Ayer llegábamos al Parque Nacional Cotopaxi sobre las cinco de la tarde, poco antes del crepúsculo. El cielo estaba incierto, así que montamos las tiendas de campaña a toda velocidad por si nos cogía el chaparrón.

    Cuando ya nos habíamos instalado y habíamos preparado los sacos de dormir y los aislantes, encendimos una hoguera en una zona habilitada para ello. Por arte de magia la bóveda celeste se despejó dando paso a otra de esas impresionantes panorámicas de estrellas. Me hallaba en un páramo del continente americano a casi 4000 metros de altitud, los astros iluminaban todo el cielo y una hoguera teñía las sombras de naranja y me daba un cálido abrazo. Fue uno de esos momentos que se quedan grabados en la retina para siempre.

    Tras pasar una noche no muy confortable nos despertamos sobre las 6 de la mañana sitiados por bancos de niebla y, en consecuencia, con cero visibilidad (imagen 1). En ese momento tomamos una decisión difícil: la de no tratar de coronar el Rumiñahui (4722 m). Desayunamos tranquilamente, algunos volvimos a dormir y otros empezaron a recoger sus enseres. Sobre las 10 de la mañana acordamos que caminaríamos sobre la altitud en la que nos encontrábamos, 3800 metros, hasta la laguna de Limpiopungo y así, al menos, haríamos algo de ejercicio.

    A los 600 metros de donde habíamos acampado la niebla había desaparecido y reinaba un sol estival que se deslizaba por el páramo burlándose de nosotros. Allí, a lo lejos, se veían las tres puntas del Rumiñahui con buena climatología y una sonrisa de bufón (imagen 2). Ya era muy tarde para ascender el volcán pero la rabia nos consumía porque habíamos sido presos de una niebla pasajera, anclada en aquel rincón del páramo en el que decidimos hacer noche.

    Un poco malhumorados dimos un paseo alrededor de la laguna y al menos pudimos ver unas buenas vistas de la cima del Cotopaxi (imagen 3). En mi interior me sentí orgulloso de haber estado allí arriba siete días atrás, en la punta más alta de ese volcán de casi 6000 metros. La cima del Rumiñahui por su parte, se mostró esquiva con nosotros y a mí, se me acaban ya las oportunidades. ¿Quizás en otra vida?

    DieQuito

  • Brindis por el Cotopaxi (día 68)

    BRINDIS

    CAVA

    Ayer, en la reunión previa al fin de semana de la Asociación Nuevos Horizontes, hicimos un brindis para celebrar la cumbre, el lunes pasado, del Cotopaxi. Solo dos de los presentes habíamos llegado hasta la cima pero la felicidad era conjunta, sobre todo porque «el español» había conseguido su gran reto.

    También se habló ayer sobre futuras expediciones: el fin de semana en el Chimborazo (6310 m) los días 16-17 de julio va camino de ser una realidad ya que cada vez cuenta con más apoyos entre los miembros de la asociación.
    De momento, hoy partimos en dirección al Rumiñahui (Ojo de piedra en Quechua) de 4722 m. Un volcán de poca altitud para mantener la forma. Además, vamos a acampar en el páramo y de esta manera seguiré con mi aclimatación durmiendo en altura por tercera semana consecutiva.

    Los miembros de Nuevos Horizontes que se fueron a la cordillera blanca del Perú regresarán ya pasado mañana con al menos dos picos de alta montaña coronados. Gran parte de ellos serán el grupo fuerte de la expedición al Chimborazo dentro de dos semanas…¿Nuestro objetivo? el punto terrestre más alejado del centro de la tierra.

    DieQuito

  • En la cima del Cotopaxi (día 63)

    MONTAÑERO

    PARED DE HIELO

    MAELLANO

    ESCUDO MAELLA

    Cotopaxia: patología obsesiva de duración variable derivada del Síndrome del montañero impaciente. Los síntomas son pensamientos circulares relacionados con el volcán Cotopaxi, sueños habituales con este pico, manipulación del entorno conocido con el fin de que le lleven a esa montaña y tendencia a introducir la palabra Cotopaxi en la conversación aunque no venga a cuento. La cura contra esta enfermedad consiste en ascender este volcán y hollar su cima. Un grupo especialista en estos tratamientos es la Asociación de Andinismo Nuevos Horizontes. Ellos me han curado a mí.
    Por fin cumplí uno de mis objetivos en Ecuador, coronar el Cotopaxi. Lo mejor de todo y por lo que, según dicen, debo sentirme afortunado, es que ha sido en el primer intento de hacer cumbre.

    Ayer llegamos al refugio sobre la 1 del mediodía, nos quedaban por delante 11 horas de tensa espera en las que comimos, dormimos o lo intentamos y preparamos los equipos. (Imagen 1) A partir de la medianoche se empezaba a generar lío en el José Ribas. Un hervidero de montañeros iban de aquí para allá con té, desayunos ligeros y crema solar. Jorge, el amigo que trabajó muchos años como tour líder, era mi guía esta vez. Salimos del refugio sobre las 00:30 y caminamos 1 hora hasta el glaciar con un terrible viento que ya había anunciado, durante el sueño, el silbido del exterior.

    Inmediatamente después alcanzamos a otras cordadas que habían salido a las doce en punto y con nuestros frontales fuimos recorriendo todas las arrugas de este viejo volcán. Me fascinaron las formaciones de hielo del glaciar, que parecían gélidos retablos modernistas de una catedral antártica (imagen 2) o bosques congelados.

    La excursión en sí, sin menospreciar a esta cima de casi 6000 metros, fue infame debido a un fortísimo viento blanco que te convertía en un hombre de hielo al cabo de uno minutos. Mi cara (nariz, pómulos, frente etc.) está quemada por el excesivo frío que aguantamos los pocos que llegamos a la cima. Puedo asegurar sin miedo que el sitio más frío en el que he estado en mi vida es la cima del Cotopaxi. Esa baja temperatura y esos vientos huracanados eran insoportables y eso que mi indumentaria era bastante elegante, a saber: camiseta térmica, polar delgado de Quechua, polar gordo de Quechua, abrigo de esquiar, cortavientos impermeable de la Benemérita, arnés, pantalones térmicos, pantalones impermeables, dos pares de calcetines térmicos, botas rígidas de alta montaña(similares a las de esquiar), crampones, pasamontañas, gorro con balaclava, braga militar, gafas de ventisca, guantes térmicos, mitones de alta montaña(manoplas), bastón, piolet, mochila… Mis gafas de esquiar se congelaban cada 3 segundos y tenía que ir rascando con mi guante congelado, seguro que he rallado el cristal…

    Por otro lado está el asunto del oxígeno: a 6000 metros la presión atmosférica es menos de la mitad de la que hay a nivel del mar y por lo tanto la presión parcial del oxígeno es proporcionalmente menor, por ello, solo una mínima cantidad de oxígeno pasa del pulmón a la sangre.

    No sé si será este clima habitual en las altas montañas de Ecuador pero si es así, anuncio desde ya que el punto culminante del Frontier5000 ya ha pasado y ha sido alcanzar la cumbre del Cotopaxi. El caso es que he visto fotos de cumbre del Cotopaxi y la gente no tenía varios kilos de hielo en la ropa…

    Para terminar, quería comentar que le hice un pequeño tributo a mi pueblo, Maella, fotografiándome en la cumbre con el escudo de la villa (Imagen 4). Llegué muerto a la cima y era un infierno helado pero en los 3 minutos escasos que estuvimos allí hicimos fotos justo antes de tumbarme en el suelo destrozado, estaba tan roto que tenía un poco de miedo por el descenso. Sin embargo todo salió bien. Estoy convencido de que ha sido el día de deporte más duro de mi existencia; aunque también recuerdo que mi debut en la San Lorenzo (10kms) con 14 años me resultó durísimo.

    DieQuito

  • Rumbo al Cotopaxi (día 62)

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    La cima del Cotopaxi vista desde un avión (www.acuario27.com)

    Y llegó el gran día. Desde que supe que mi destino había sido Ecuador, siempre deseé subir esta montaña, el Cotopaxi. Su perfil muy parecido al Fujiyama, haber sido la última expedición de renombre de Reinhold Messner, la leyenda que subió los 14 ochomiles por primera vez, o simplemente sus casi 6000 metros lo convirtieron en el gran atractivo de mi estancia. Mañana, alrededor de estas horas (8:00-15:00 en España) habré alcanzado la cumbre si todo ha ido según lo previsto.

    El clima debe estar de nuestro lado; no se puede uno plantear ir a la cumbre del Cotopaxi de noche y con ventisca o nula visibilidad. Pero hay una parte buena, y es que me quedan aún 40 días en Ecuador y tengo tiempo para varios intentos más sino lo logro a la primera.

    Dentro de hora y media saldremos por carretera rumbo al volcán. En dos horas estaremos ya en sus faldas. A Jorge y a mi nos acerca un amigo y compañero de trabajo, Tomás, que tiene previsto subir hasta el refugio. Una vez allí, a 4800 metros de altura nos aguardan unas 12 horas de espera que sirven como buena aclimatación. Comeremos, descansaremos y finalmente dormitaremos hasta la medianoche. Cerraremos los ojos al menos, lo cual es reparador. Y cuando toquen las doce campanadas…empezaremos a caminar como sonámbulos hacia un lugar en el que literalmente tocas el cielo con las manos. Una abrazo fuerte.

    DieQuito

  • Mi primer cincomil (día 54)

    CIMA ILINIZAS

    REFUGIO MONTAÑA

    Este artículo está escrito en presente y en modo crónica con el objetivo de que os pueda transmitir mejor mis sensaciones sobre mi viaje a Ilinizas Norte y mi primera cima en un cincomil.

    Viernes 17. 17:30 horas (7 horas más en España). Acabo de encontrar por fin a Ricardo Inaquiza, un colega de la asociación de montaña Nuevos Horizontes, en la inmensa terminal de autobuses Quitumbe. Hemos quedado aquí para ir a los Ilinizas pero no ha sido nada sencillo dar el uno con el otro.

    V17: 19:00 h. Ya estamos en Machachi. Me gusta mucho el ambiente de este pueblo; tiene cierto tono andinista por la proximidad de cumbres como el Cotopaxi, Los Ilinizas, el Rumiñahui o el Cerro Corazón. Paseas tu mirada por encima de la gente y sobresalen bastones, piolets y cascos de escalada. Por otro lado, con elevada frecuencia te asaltan vendedores con productos como queso de hoja o frutas tropicales y en cada rincón hay un puesto vagamente iluminado que vende artículos manufacturados. Me recuerda a un bazar de alguna ciudad árabe.

    V17: 20:00 h. Ya hemos conseguido un vehículo. Pablo acaba de llegar y nos va a subir hasta la Virgen de los Ilinizas. A partir de ahí los vehículos tienen prohibido el paso y, desde ese punto, tendremos que iniciar nuestro paseo nocturno. A estas horas ya no es posible acceder al parque nacional pero el chófer sabe un camino alternativo que nos servirá para evitar el control de acceso.

    V17: 21:00 h. Pablo nos acaba de abandonar en mitad de la oscuridad. Las luces rojas se han perdido en la llanura y como la luna llena todavía no ha asomado no vemos a un metro delante de nosotros. No obstante, hemos decidido que hay que empezar a caminar porque queremos descansar unas horas en el refugio antes de lanzarnos hacía la cumbre. Deberíais estar aquí solo para contemplar este cielo estrellado. En medio del páramo, cientos de estrellas centellean encima de nosotros. No tengo palabras.

    V17: 22:45 h. Acabamos de llegar al refugio. El arenal ha sido bastante duro aunque estamos disfrutando de una noche mágica, la luna llena no ha tardado en ponerse a caminar a nuestra vera y con su luz azul celeste ha teñido todo el valle, el páramo y los picos que teníamos al alcance de nuestros ojos.

    V17-S18: 23:00-4:30 h. Durmiendo. O intentándolo. En resumen, duermo bien durante cuatro horas…Al principio, el colchón más duro que una pizarra no es un impedimento para que duerma con el reciente cansancio del trekking nocturno y el acumulado de toda la semana de trabajo… Pero desde las 3 de la mañana me es imposible conciliar el sueño: quizás los nervios de la excursión o el latido acelerado de mi corazón consecuencia de la ausencia de O2 son los responsables. A las cuatro no aguanto más, me levanto y empiezo a enrollar mi saco de dormir, a ponerme el arnés y a beber mate de coca.

    S18: 5:00 h. Con Ricardo a la cabeza, empezamos a subir hacia la cumbre. Es muy de noche todavía y la escarcha de la madrugada convierte la ruta en un suelo palaciego recién encerado. Con cuidado, vamos evitando las caídas.

    S18: 6:00 h. Amanecer a 4900 m. Otra experiencia para enmarcar y archivar en el cerebro, haciendo copias de seguridad a prueba de amnesias transitorias si es posible. Maravilloso, me siento el rey del mundo por un momento. El sol asoma por entre las nubes con su naranja alba tan característico convirtiendo algunas partes del cielo en hogueras de San Juan.

    S18: 7:30 h. Tras superar paredes escarpadas cubiertas de carámbanos ya estamos en la cima al lado de la cruz. El gélido viento ha esculpido con paciencia miles de formas excéntricas que recubren la montaña y hacen que parezca un enorme cristal de cuarzo. Tenemos una vista hipnotizante alrededor y vemos con claridad la cima de Chimborazo, el Cotopaxi y el vecino Ilinizas Sur. Es el momento de agitar la bandera de España y hacer unas fotografías para inmortalizar este buen sabor de boca.

    S18: 9:00 h. En el refugio reponemos fuerzas para proseguir con el siempre tedioso descenso…te cargas las rodillas sin más objetivo que regresar a casa, que no es trivial pero sí rutinario.

    Espero que os haya gustado. Un abrazo.

    DieQuito