• De nuevo a Shenzhen

    El año pasado nos alojamos en Nanshan, en un apartamento en un rascacielos de 40 plantas. Este año había reservado en el mismo apartamento pero no ha habido suerte y nos han colocado en otro piso y otro edificio. Nos hacía gracia alojarnos en el mismo sitio exacto pero a veces las cosas no salen como uno las planifica.

    El viaje desde Dongguan se ha hecho un poco menos pesado que de costumbre y es que recuerdo que el año pasado fueron más de dos horas. Luego hemos ido a una tienda de falsificaciones a comprar algunas cosas: en China tienes que hacer esto para integrarte. Es muy curioso como algunas paradas de metro se conectan entre sí por pasillos repletos de tiendas, al más puro estilo de las difuntas galerías comerciales que tanto abundan en Zaragoza, pero no muertas y solitarias como en España, sino repletas de tienda, vida y colores.

    Mañana tenemos un día duro por delante, con más visitas a polígonos industriales y varias reuniones agendadas, así que es hora de dormir. Además, anoche vi como el Barcelona nos pintaba la carita en el Bernabeu sin merecerlo. Apeados de la copa del Rey, ya solo nos queda la baza de la Champions, como el año pasado…

    Diequito

  • Dongguan

    Hoy seguimos con más reuniones, pero hemos dejado Cantón y nos hemos movido a Dongguan, en donde nos alojamos en el Grand Oriental Hotel. Hemos disfrutado de unos seafood noodles en compañía de mi amigo Jorge y su mujer, que viven aquí en Dongguan desde hace ya varios años. El año pasado también les visitamos y aunque en aquella ocasión lo hicimos de propio, hoy ha sido porque teníamos una reunión y visita a fábrica exactamente en su área.

    Dongguan es una ciudad netamente industrial, con amplias zonas verdes que ayudan a atenuar la polución y que nos invitan a pensar que inicialmente eran un pueblo como Shenzhen… ahora ambas ciudades no tienen las fronteras reales delimitadas y es el catastro el que nos indica qué bloque pertenece a cada urbe en los barrios periféricos. Así es el progreso. A este paso el planeta se va a convertir en Coruscant el próximo siglo.

    Ahora ponemos rumbo a Shenzhen, en donde no solo dormiremos una noche como en estos dos primeros hoteles. Un poco de tranquilidad vendrá bien para seguir con la habituación al jet lag y al caos asiático, al que nunca te terminas de acostumbrar por más veces que pises este continente.

    DieQuito

  • Guangzhou

    Todos conocéis esta ciudad, aunque muchos la conocen como Cantón. Esta gran metrópolis forma parte de la zona urbanizada más poblada del mundo, conformada por Shenzhen, Hong Kong, DongGuan, Macao , Zhuhai y el propio Guangzhou. Hemos aterrizado esta tarde aquí y nada más llegar, sin dormir en el avión como preveía, hemos ido directos a la primera reunión del viaje, en una especie de barrio industrial en pleno centro de la ciudad. La entrada a la casa no nos daba mucha confianza pero en el interior hemos sacado cosas interesantes.

    Después hemos ido a las Suites de Springdale, nuestro alojamiento en Cantón y nos hemos medio instalado sin grandes movimientos porque mañana cambiamos de alojamiento. Además, el hambre apretaba, así que tras una ducha rápida hemos puesto rumbo a la zona de negocios, con cierto miedo a encontrárnoslo todo cerrado. Por suerte, hemos podido cenar en un cook-it-yourself en el que nos hemos puesto las botas. A continuación, no hay nada mejor que un paseo nocturno para bajar la comida, y además, con el jet lag, tampoco tenemos mucho sueño.

     

    En la zona de los rascacielos nos hemos encontrado a una ciudad envuelta en la bruma, en una escena digna de Blade Runner. Hacía algo de fresco, pero con un buen abrigo, hemos podido disfrutar de unas vistas impresionantes mientras debatíamos acerca de la posibilidad de que China conquiste todo el mundo en muy pocos años.

    Por fin, cuando ya era casi medianoche hemos decidido volver al hotel para descansar, que mañana  queda un día duro y casi dos semanas de viaje.

    DieQuito

  • La vuelta al mundo comienza con una escala en El Cairo

    El viaje ha comenzado de la mejor visita posible, quedando con el gran David Andric en el aeropuerto de Barajas, a quien siempre es un placer ver: tenemos un viaje pendiente; escrito queda.

    Nuestro Boeing 737 MAX ha aterrizado sin contratiempos en la capital de Egipto. El vuelo desde Madrid se ha hecho corto porque en un avión moderno se viaja con mejor confort, tecnología y servicios. Sin embargo, al llegar nos hemos topado con un aeropuerto desvencijado, anclado en los ochenta y en los que ni siquiera los empleados te sabían indicar con claridad. Al menos, hemos tenido el morro de entrar en el Lounge Business de Egypt Air sin que nadie nos preguntara si nuestro billete incluía dicho servicio, que obviamente no incluía. Es la primera vez que me pasa y supongo que ha sido más por el pasotismo del personal que por nuestras pintas de occidentales, que ya no sorprenden en ningún lugar y menos en un aeropuerto como el de El Cairo.

    Ahora embarcamos en el siguiente avión, en esta ocasión uno más grande, rumbo al primer destino, el sur de la China. Espero poder pegar alguna cabezadita… hemos bebido un poco de cerveza Sakara y llevamos unas almohadillas para el cuello, pero algo me dice que ni por esas. Hasta pronto

    DieQuito