• Chennai

    Aunque nuestro plan original era volar de Udaipur a Kochi y pasar una noche en aquella ciudad colonial antes de ir al paraíso… sin embargo, una tragedia en forma de inundación en Kerala se ha llevado la vida de cientos de personas y ha anegado toda la región, con lo cual, nuestros vuelos han sido cancelados y hemos tenido que improvisar: gracias a la agencia La India Increible todo ha sido muy sencillo y nos ha conseguido un vuelo con escala en Mumbai de una hora y en Chennai, de 8 horas, suficiente para visitar la ciudad.

    Así pues, a primera hora hemos volado desde Udaipur hasta Mumbai. En este aeropuerto, en el que ya estuve en el Festival de Cine de Bollywood de 2012, he conseguido encontrar la camiseta Parley (hecha con plásticos de los océanos) del Real, a un precio increíble. En la tienda de Adidas me han dicho que el problema es que en este país no gusta el fútbol y por ello el precio es más ajustado.

    Después hemos cogido un segundo avión hasta Chennai, con Jet Airways, y al llegar hemos salido pitando del aeropuerto para visitar algunos de los puntos clave de esta ciudad del sur. Entre ellos, la iglesia de Santhome, la zona del Tsunami de 2004, en donde las olas se llevaron también muchas vidas aguas adentro, y los mercados de Parry,s Corner. Sin dudarlo, lo que más me ha gustado ha sido sus templos policromados  y con figuras en tres dimensiones, como por ejemplo el de Kapaleshvara.

    ¡Ahora nos vamos al paraíso!

    DieQuito

  • Udaipur

    Anoche cuando dimos un paseo por Udaipur ya nos dimos cuenta de que es un lugar diferente en India; mucho más tranquilo y sosegado y es de agradecer, porque estamos de los pitidos de claxon hasta los mismísimos. La ciudad se erige en torno al lago Pichola, en el que la gente hace la vida, Por ejemplo, fuimos a cenar al restaurante Ambrai, desde donde se ve todo el conjunto palaciego del City Palace y en donde hacen un Gulab Jamun escandaloso.

    Hoy lo primero que hemos hecho ha sido ir en barco hasta el Jagmandir Island Palace, y hemos pasado al lado del palacio privado en el que Bond comete varias de sus fechorias en Octopussy, y luego hemos ido a visitar el City Palace, al que se accede tras doblar una curva que recuerda mucho a La Rascasse de MonteCarlo. El City Palace si merece la pena porque cada Maharaja fue decorando sus aposentos a su estilo y con las últimas novedades decorativas de su época, así que toda la visita es un viaje a través de la historia del lujo a lo largo de los últimos siglos.

    Para comer os recomendamos la paz que se respira en el jardin del 1559, en donde hacen un Safed Murgh para chuparse los dedos. Lo hemos degustado acompañado de una garlic naan.

    Ya por la tarde hemos ido a disfrutar de las vistas desde el Palacio Monsoon, que es la sede del villano en Octopussy. Aunque lo cierto es que el palacio está muy descuidado y no merece la pena. Hemos asistido a una escena triste, cuando una monita ha dado a luz a un feto muerto, al que intentaba reanimar de todas las formas posibles…

    Antes de cenar hemos ido a presenciar el espectáculo Bagore Ki Haveli, que no nos ha parecido cutre como el de Khajuraho, sino todo lo contrario. Muy recomendable y además por tan solo 150 rupias. Después hemos comido Mutton Rogan Josh en el restaurante Upre, disfrutando por última vez de las vistas del City Palace iluminado tras el crepúsculo.

    Nos alojamos en el Chunda Palace, en donde está todo muy bien menos su piscina interior que parece Siberia, y el precio de la lavandería. Chequead antes los precios para que no os claven una factura alucinante.

    DieQuito

  • Jaipur

    Jaipur es conocida por los turistas como la ciudad rosa, sobre todo por su muralla de color asalmonado y por su Palacio de los Vientos, que en esta ocasión no he visitado porque el tiempo apremiaba y porque quería volver a explorar a fondo el Amber Fort, que es la verdadera joya de esta ciudad.

    Hemos accedido al Fuerte montados en un elefante y por ello hemos comenzado el día muy pronto, porque los elefantes solo trabajan las primeras horas del día para evitar el calor. El Amber Fort está a las afueras de Jaipur y es el típico fuerte del Rajastán, con princesas, caballos y peleas de cimitarra. Está enclavado en una colina, a la orilla de un río, sin duda un fuerte bien posicionado y difícil de asediar.

    Una vez dentro nos ha tocado resguardarnos de la lluvia, ya que ha caído un aguacero elegante, que solo ha durado unos minutos. Al menos el monzón refresca un rato el cargado ambiente. Dentro del Amber Fort tienes la misma sensación que en el fuerte de Jhansi o que en Fatehpur Sikri; la de estar visitando un lugar abandonado, descubriendolo por primera vez y en solitario, maravilloso.

    Es una visita obligada en India tras el Taj Mahal y Khajuraho, este sería el tercer lugar al que hay que venir sí o sí.

    Después, hemos ido al Palacio Real de Jaipur, visita que no recomiendo en absoluto porque es más bien un gran tenderete de venta de souvenirs y otros enseres en el que lo único interesante es el contenido, que no dista mucho de otras construcciones que hemos venido visitando. Por destacar algo, tiene un patio con cuatro puertas muy ornamentadas que sí es digno de visitar pero no esperéis gran cosa.

    Ahora estamos en el aeropuerto y a punto de embarcar rumbo a Udaipur, la ciudad de los Lagos.

    DieQuito

  • Taj Mahal, Fatehpur Sikri, Band Chaori y el Templo de los Monos

    Hoy ha sido un día muy intenso y es que hemos amanecido en Agra a las 5 de la mañana para ir a ver el Taj Mahal con los primeros rayos del alba. Lejos queda aquella primera visita de noviembre de 2012 y ya tenía ganas de reencontrarme con esta maravilla del mundo moderno. Además, en aquella ocasión lo visite con mucho calor y a las 12 de la mañana, cuando está el área atestada de gente.

    Hoy en cambio había poca gente y es que a las 5:30 no son tantos los valientes dispuestos a saltar de la cama para ver un monumento. Su brillo sigue siendo tono marfil, aunque dicen que se va oscureciendo con los años y que en el futuro se volverá amarillento, como la mano de un fumador. La ictericia de los combustibles fósiles, le llamaremos.

    Tras realizar la visita hemos puesto rumbo en coche a la ciudad fantasma de Fatehpur Sikri, que está a medio camino de nuestro destino final de hoy, Jaipur. Esta ciudad rojiza no es una visita habitual, aunque su encanto queda fuera de toda duda. Es una inmensa urbe monumental que se abandonó de forma repentina en el siglo XVI por falta de agua, y que se ha quedado detenida en el tiempo, como una fotografía antigua. Una experiencia fenomenal recorrer todas sus arquerías y salas colmadas de columnas. Por cierto, no vayas en pantalón corto o tendrás problemas para visitar la mezquita.

    Después de un largo tramo del viaje con un aguacero digno de los monzones, llegamos al Band Chaori, un pozo de grandes dimensiones y escalinatas hacia el fondo que también me ha recordado a Monument Valley. Los loros que lo habitan en la actualidad son preciosos, con múltiples colores y una mirada simpática.

    Por último, antes de llegar al Shahpura house, nuestro hotel de Jaipur, hemos ido a visitar el Templo de los Monos, aunque no nos han permitido hacer fotografías. Una especie de santuario del simio, en el cual los monos están más que habituados a recibir a los seres que culminan su cadena evolutiva. Había gente que incluso se ponía al mono encima del hombro para hacerse una foto con él.

    DieQuito

  • Fuerte de Jhansi

    Hoy vamos de camino a Agra pero nos hemos detenido en Jhansi para ver su fuerte, que es muy interesante a nivel arquitectónico y que tiene un sinfín de laberintos en los que te puedes adentrar sin que nadie vigile tus pasos. Lo único que te echa para atrás son todos los murciélagos que pueblan los bajos techos y de los que tienes miedo solo en el caso de que se lanzasen hacia ti, algo que nunca pasa pero que nunca puedes quitarte de los pensamientos.

    Desde el fuerte puedes divisar las vistas de la ciudad de Jhansi y es una construcción enorme, con varios edificios en el interior y con un gran patio de armas. Pero sin duda, la anécdota más grande nos la dan los monos, que en este templo son verdaderamente agresivos y te persiguen, se pelean y saltan a tu alrededor, lo cual hace que se incremente tu pulso de forma descontrolada.

    Tras la visita hemos ido a la zona comercial de Jhansi en busca de algún zoco que fotografiar aunque no ha habido suerte y pronto nos hemos ido a la estación de tren para coger nuestro tren rumbo a Agra. Las vacas campan a sus anchas por las vías como podéis ver en la siguiente foto y es que India nunca deja de sorprenderte.

    Diequito

  • Orccha

    Si hay un rincón de India que me ha gustado por su tranquilidad, al menos hasta el momento, y mirad que estuve casi un año viviendo en este país a comienzos de la década… es Orccha. El Jahangir Mahal es un edificio en el que se inspiraron los diseñadores de Monument Valley a la hora de crear ese magnifico juego. Con sus recovecos y sus monos campando a sus anchas, te trasladas a otro tiempo, en el que los maharajas campaban a sus anchas gobernando a todo su pueblo bajo una mano regia.

    Las vistas desde la parte superior, del río, de los frondosos bosques y de los otros monumentos de la ciudad es impagable y hace que merezca la pena subir todas las escaleras con las que te encuentres. Lo más importante en este caso es coger a un guía bueno, no como nosotros, que hemos contratado a un tío que sabía el mismo inglés que Paco Martínez Soria, pero por eso os aviso, para que no os pase lo mismo.

    En Orccha hay muchos monumentos para visitar, ya que aparte del Jahangir Mahal, otro lugar de obligada visita son los Chhattrï  o templos funerarios a la orilla del río. Cuando el caudal es abundante, pasa agua por en medio de sus arcos y es un espectáculo visual, aunque nosotros no tuvimos esa suerte.

     

    Para terminar os quería recomendar el hotel Amar Mahal, con sus jardines y piscina, y el restaurante Bundelkhand riverside, en el que preparan un tikka massala de los que no se olvidan jamás.

    DieQuito

     

  • Khajuraho

    Los templos del Kamasutra de Khajuraho te dejan sin palabras. Están ubicados en unas grandes explanadas de cesped en la actualidad, aunque inicialmente estaban en medio de los bosques, ocultos por la vegetación, como si de las construcciones de una civilización ya extinta se tratase. Su forma y tamaño recuerdan a las imágenes de naves espaciales que guardamos en nuestra cabeza tras muchos años de intoxicación con ciencia ficción. Su ornamentación también merece una mención aparte ya que sus miles de figuras, que cubren cada templo desde la base hasta su coronación, no son parcas de detalles. Algunas posturas son auténticas perversiones, zoofilia mediante. La única pega de estos templos son que en su interior, como la gente no tiene modales, huele a meado que mata. Supongo que algún indocumentado se habrá debido de pensar que son unas letrinas milenarias…

    Por la noche hemos ido a una actuación un poco cutre en la que por lo menos hemos conocido los diferentes bailes, músicas y vestimentas de un país infinito como este. Es un acto exclusivamente para turistas y no lo recomiendo si tenéis algo mejor que hacer.

    También hemos visitado unos templos situados en las cercanías aunque lo que más nos ha gustado han sido las callejuelas y las fotografías que hemos podido tirar: auténtica India.

    Por cierto, el hotel Radisson en el que nos hemos alojado parece una base secreta de un villano de James Bond.

    Diequito

  • Varanasi

    Rompiendo el amanecer hemos surcado las aguas del río Ganges. Llegar al embarcadero nada más levantarte tiene su parte positiva: la ciudad está tranquila y hay menos viandantes y, sobre todo, la temperatura es excelente. Una vez en el barco nos han dado una vuelta por el río para ver los Ghats y las cremaciones, lugar en el que estaban prohibidas las fotografías. Los guías, te explican que cada día se queman centenares de cuerpos y que las cenizas son vertidas a estas aguas. 

    Varanasi es una ciudad especial. Sus únicos y diferenciales Ghats, con sus escaleras infinitas y los santones bañándose en el río te trasladan a otra época, quizás a otro milenio. Te da la sensación de que la gente vive de forma muy parecida a aquellas personas que habitaban este lugar cinco siglos atrás. El tiempo parece haberse detenido en este enclave. 

    Después del paseo al alba, hemos ido a desayunar y lo hemos cogido con muchas ganas. Tras recargar fuerzas hemos ido a el fuerte, un monumento muy descuidado con un museo que parece una chatarrería. Aún así, merece la pena por las vistas del río y por los monos, que campan a sus anchas suplicando algo de comida a los turistas. A continuación, hemos ido a la Universidad, visita que no recomiendo porque tan solo hay un templo, como muchos otros. Y lo mismo sucede con el templo de los monos. 

    En la tarde, ha llegado el turno de visitar las cremaciones de cerca, lugar donde pagas un donativo para comprar leña para las piras, para aquellas personas que no pueden permitírsela. Una vez dentro, nos han solicitado un donativo mucho mayor y nos han advertido que el Karma caería sin piedad sobre nosotros si no donábamos ese dinero. Tras la negativa, de repente, a nuestro guía le ha dado un chispazo en la mano al apoyarse en un alambre que estaba en un posamanos. Sin embargo, su actuación no ha sido de las que optan al Oscar de la academia y no hemos caído en la trampa. Obviamente, nos han dejado seguir adelante y hemos llegado hasta las piras. Cuando vas bajando las escaleras humo cargado de cenizas te rodea y, al llegar abajo, la imagen de los empleados cargando a una mujer ensabanada para ponerla en la pira es de las que se queda en la retina. Hemos salido de allí un poco tocados, pero es una visita obligada en Varanasi. 

    Callejear por esta ciudad es toda una experiencia similar a la de Old Delhi, pero con centenares de vacas como protagonistas. Vacas tranquilas, con más privilegios que los humanos, y bien alimentadas. 

    Tras el anochecer hemos ido a ver ceremonia de la Puja dando un paseo, de nuevo en barco, por el Ganges, para coger un buen sitio sin tener que esperar varias horas. Debe ser que, con la oscuridad, las decenas de cucarachas que habitan en cada barco salen a tomar el fresco. Incluso saltan de barca en barca para desagrado de los incautos turistas, incluidos nosotros. Hemos disfrutado de los bailes, la música y el fuego, incluso hemos sido partícipes poniendo un nenúfar con dos velas sobre las aguas sagradas del Ganges. 

    Para cenar no hay nada como el restaurante Tadka, en el hotel Ramada Plaza, en el que nos trataron de maravilla y estuvimos tranquilos. Ha llegado la hora de dormir, pero antes toca una buena ducha que olemos a especia.

    DieQuito

     

  • Regreso a la India: Delhi, primera parada

    Tras una escala en el aeropuerto de Roma aterrizamos en el aeropuerto Indira Gandhi, en el que nos recibió Vinay, el que, en su día, me acompañó en mi viaje en bici from Nueva Delhi to Nanda Devi hace ya más de 5 años. Fue una gran alegría verle. Nada más salir del avión ese aroma picante y rancio invadió nuestras fosas nasales. ¡Qué recuerdos de cuando estuve viviendo aquí! Vinay, como buen chofer que es, nos llevó al hotel de Okhla en el que caímos rendidos. 

    Hoy por la mañana, tras un baño en la piscina y un desayuno impresionante nos hemos ido al Old Delhi, pasando por el palacio de Gobernación, tan característico de la arquitectura de Luthiens y con su color asalmonado. Old Delhi estaba tan lleno de vida como siempre. Las calles mugrientas, tiendas de todo tipo de objetos, comida callejera, vaporosos olores y brillantes puestos de sarees. A partir de aquí Carmen se ha dado cuenta de lo mucho que usan el claxon en este país, sonido que ya no nos abandonará hasta nuestra marcha. 

    A la hora de comer hemos quedado con mi amigo Guru antiguo compañero de la embajada al que hacía cinco años que no veía. Nos ha llevado a un sitio tradicional cerca de su trabajo actual. Por la tarde hemos visitado Lodi Gardens acompañados también de mi amigo Dyvanshu.

    Esto ha sido todo en Delhi, ciudad de entrada en nuestro viaje para India. Ahora embarcamos en nuestro vuelo hacia Varanasi. 

    DieQuito

  • Artículo en El País sobre el festival de Holi

    diego celma el pais

    En mis artículos para El País todavía no había escrito sobre la fiesta de Holi, mundialmente conocida como el festival de los colores.

    A día de hoy se puede disfrutar de sucedáneos de Holi en numerosos festivales estivales, pero no hay ninguno tan auténtico como el que invade India con el comienzo de la primavera. Por ello, es interesante contarle a todo el mundo lo que supone experimentar esta celebración en el corazón de Nueva Delhi.

    Aquí os dejo el enlace al artículo en el que hablo de los orígenes de la fiesta y de mi experiencia con los polvos de colores.

    Como siempre me gusta decir, se agradecerán los comentarios.

    DieQuito

    Imagen: elviajero.elpais