• En la provincia de los lagos (día 99)

    CASCADA

    CUICOCHA

    IBARRA

    IMBABURA

    Estoy oficialmente de vacaciones así que estos últimos días hay que aprovecharlos para hacer un poco más de turismo. Por ejemplo, hoy he ido con unos amigos hacia el norte de Quito, a la provincia de Imbabura. En esa dirección solo había ido a Guayllabamba y a la Mitad del Mundo, el resto de mis visitas han sido hacia el sur.

    La provincia de Los Lagos, que en los mapas figura como Imbabura destaca por sus poderosas montañas como el Cayambe o el Imbabura y sus enormes lagunas. Hoy he visita la Laguna de San Pablo (imagen 1), la Laguna de Cuicocha (imagen 2), que es un espejo del cráter del Quilotoa, y la Laguna de Yahuarcocha. Esta última laguna está rodeada por un larguísimo circuito de automovilismo que hace años albergó carreras de prototipos de Porsche, Ferrari o Lotus, un autódromo de 10 kms en plan Albert Park de Australia: sede de la F1 que rodea un inmenso lago. Lo cierto es que las instalaciones denotan que esta pista de competición ha tenido tiempos mejores.

    Además de estos paradisíacos parajes, hemos ido hasta la Cascada de Peguche (imagen 3) cerca de Otavalo, que germina en los hielos del Imbabura y que impresiona por el estremecedor barranco que la esconde de ojos furtivos hasta que no estas prácticamente debajo de ella.

    También he pasado por ciudades como Cotacachi, reconocida por sus prestigios marroquineros, y por Ibarra: en la imagen 4 aparece una escultura de Atahualpa con el museo al fondo.

    DieQuito.

  • Mindo… lindo (día 97)

    CANOPY

    COLIBRI

    MARIPOSAS

    TIROLINA

    Llevaba ya muchos fines de semana convenciendo a Tomás para que me llevara a Mindo a hacer Canopy…Al final, ha sido en el último sábado de la aventura cuando he podido disfrutar no solo de las tirolinas sino también de la belleza natural de Mindo y de su Mariposario. Tomás dice que fui cambiando mi estrategia: todo comenzó con un «estaría bien ir a Mindo», a los pocos días le apunté con mi dedo inquisidor y le dije «me vas a llevar a Mindo ¿no? y terminé con un «o me llevas a Mindo o voy a tener que ir a un psicólogo». Finalmente, no tendré que gastar mi dinero hablando desde el diván.

    Ayer por la mañana, MariLuz, Manuel, Tomás y yo salimos hacia esta recóndita región de la provincia de Pichincha. Hacía sol, grata novedad en estos días de lluvias y granizadas. Aún así, el viaje se hizo eterno porque la carretera tiene obras, curvas y abundantes vehículos lentos.

    Lo primero que visitamos fue el Mariposario. Un enorme invernadero repleto de vegetación, fuentes y mariposas. Entrar allí es como adentrarse en el País de la Maravillas de Alicia; las mariposas son una verdadera delicia visual y, con sus ágiles acrobacias, extienden sus tonos y colores por el ambiente como si de abanicos sin dueño se tratase. Esa sensación de omnipresencia me recordó a los aromas afrutados que, al caer la tarde, se esparcen por los campos de verano, llenándolo todo de frescor y vitalidad.
    A la salida nos encontramos con varios colibríes que vagaban de flor en flor ajenos a nuestra artificial presencia. Resulta curioso porque antes de venir a Ecuador solo había visto un colibrí una vez en mi vida, en República Dominicana. Aquí, cruzarse con un picaflor es algo muy habitual.

    Después de esa experiencia con la naturaleza fuimos a la área de Canopy, una zona abrupta a la que se accedía tras pasar un puente al estilo Indiana Jones y conducir por estrechos caminos rodeados de jungla. Las tirolinas se extendían por todo el valle como si fueran hilos de una enorme telaraña. El circuito estaba dispuesto in crescendo, de modo que los primeros descensos eran más digeribles que los últimos. La tirolina final tiene 50 metros de altura y 300 metros de distancia…Absténgase los que padecen vértigo.

    DieQuito

  • En la mitad del mundo (día 89)

    MITAD DEL MUNDO

    DOS HEMISFERIOS

    LINEA ECUATORIAL

    Un pie en cada hemisferio

    COORDENADAS

    Hay lugares emblemáticos que no se pueden dejar de visitar. París tiene su Torre Eiffel, Nueva York la Gran Manzana, Londres su Picadilly Circus, Bruselas su Atomium, Roma el Coliseo, Praga el reloj lunar, Barcelona la Sagrada Familia, Estambul la Santa Sofía, Río de Janeiro el Corcovado, Berlín, la puerta de Branderburgo… En Ecuador es imprescindible acercarse a la Mitad del mundo, un lugar en el que se rinde homenaje a la línea divisoria que da nombre al país, el Ecuador. He estado tan absorto en subir montañas que casi se me olvida visitar este monumento geodésico.

    Como Quito está en el hemisferio sur hay que subir hacía el norte unos kilómetros para encontrarse con la Ciudad de Mitad del Mundo, un centro de recreo y ocio con museos etnológicos, pabellones de Francia y España (solo estos países porque fueron los que participaron en la misión geodésica), un insectívoro, un planetario, restaurantes, tiendas de souvenirs, un escenario con una actuación en directo…

    Allí veías a familias enteras que han ido hoy, fin de semana, hasta este centro de entretenimiento. Y una vez allí te ves casi obligado a participar en experimentos y numeritos como poner un pie en cada hemisferio o ver la incidencia de la gravedad en la dirección de los remolinos del agua…Aunque como ya expliqué hace unos días, es todo una farsa porque el efecto Coriolis solo puede ser comprobado en enormes cantidades de líquido. A pesar de ese matiz, una grata experiencia la de sentirse durante un momento con medio mundo a cada lado.

    DieQuito

  • El cráter del Quilotoa (día 47)

    CRATER LAGO

    ARCO IRIS

    LAGO VOLCAN

    QUILOTOA

    He visto muchas cosas impresionantes en este país: los Ilinizas bañados por los últimos rayos de la tarde, la frondosa selva amazónica, el Tungurahua en plena erupción volcánica…pero el cráter del Quilotoa y, en concreto su laguna, me ha dejado sin palabras…De las sensaciones para recordar durante el resto de tu vida, solo al nivel de le Grotte de Cabrespine en el sur de Francia, Praga de noche, las ballenas en el Estrecho de Gibraltar o las azules marismas de Punta Cana.

    Un enorme agujero que parece propio de algún impacto de asteroide se eleva hasta los 4050 metros de altitud. Allí, en ese balcón natural, te sientes deslumbrado por el brillo de la laguna circular de aguas turquesas que se balancea en el fondo del extinto volcán.
    Todavía no se ha catalogado el alcance de su profundidad y en sus caldos sulfurosos con alto grado de salinidad no hay vida acuática.

    Descender hasta la orilla te lleva como una media hora, el sendero es arenoso y ardiente. En esta antena parabólica de roca se concentra el calor con furia y el salvaje viento que nos molestaba en el borde del cráter desaparece. La subida, debido a las pronunciadas pendientes, es un tedio que puedes ahorrarte si contratas a un burro como taxi a razón de 8 dólares por persona. A mi me dan mucha pena esos animales así que tiré de piernas y en menos de 1 hora ya estaba divisando la vista que tanto me había fascinado horas antes.

    Ya de camino a casa, gracias a una cómplice llovizna, pudimos observas un increíble arco iris que se formó por debajo de nuestra vertical. Estacionamos el vehículo y contemplamos atónitos como esta maravilla cromática se había posado en el fondo del valle. Quizás sin saberlo hayamos cumplido uno de los grandes mitos de los fenómenos atmosféricos…pasar por debajo de ese elemento arquitectónico producto de una ilusión óptica.

    DieQuito

  • Rafting, volcán y spa (día 33)

    RAFTING

    BAÑOS

    VOLCAN

    Los que me habéis estado siguiendo la pista desde que puse mis pies en Sudamérica ya estáis al tanto del volcán Tungurahua y su actual estado de erupción a 100 kms de Quito.

    Sobre el mediodía de ayer puse rumbo hacía aquella región al sur de la capital para disfrutar de varias experiencias inolvidables. En el trayecto pasamos por un poblado indígena de la tribu Salasaka que tienen la característica de vestir con unos largos ponchos de color azabache.

    Llegamos cerca del atardecer y buscamos un hostal barato en Baños, la ciudad que se encuentra a las faldas del volcán. Después de cenar en un restaurante de comidas del mundo (hindú, griega, italiana, tailandesa, ecuatoriana, mejicana etc.) jugamos unos billares en un pub y tomamos unas Coronitas. La marcha que había en ese lugar era muy tentadora. Aprovechando que el viernes era festivo, muchas personas se habían trasladado hasta Baños para disfrutar de unos días de esparcimiento. A pesar de ello sobre las 11 estábamos ya durmiendo con un despertador programado para las 5 de la madrugada.

    Ahora viene lo más espectacular, durante la noche, se oían grandes explosiones y rugidos producidos por la chimenea de magma que se eleva hasta los 5.016 m. El Tungurahua lleva en activo desde 1999 y cada cierto tiempo erupciona causando pánico en los turistas, que no en la población, y extendiendo su venenosa ceniza por las cosechas. Incluso algunas embajadas prohíben terminantemente a sus compatriotas que se acerquen a menos de 50 kms de este gran horno de roca fundida.

    Tras echar cabezaditas entre temblor y bomba, nos dirigimos antes del amanecer a uno de los spas volcánicos de esta pintoresca ciudad, que continúa tranquila pese a las amenazas del coloso. Yo creía que estaríamos nosotros y 4 dementes más pero para alimento de mi asombro, las piscinas de agua termal estaban llenas de gente de todas las edades, ¡incluso niños! En mi cabeza la idea de los jacuzzis y los baños relajantes no concuerda en absoluto con un toque de trompeta antes de que salga el sol.

    Ya disfrutábamos de las aguas a 35 grados justo a los pies de la cascada que veis en la imagen 3, cuando comenzó a lloviznar. Fue un agradable contraste sentir las gotas de agua fresca que caían desde los 6000 metros mientras tenías el cuerpo sumergido en un caluroso caldo humeante. Esta agua volcánica tiene muchas propiedades terapéuticas y contiene trazas de muchos minerales: cadmio, boro, amoniaco, cianuro entre otros. Allí nos dio la bienvenida un nuevo día que iba a ser una oda a la adrenalina.

    En una agencia de deportes de riesgo como el puenting, barranquismo y rafting contratamos un descenso en lancha por el río Pastaza. Bajamos aguas abajo con una furgoneta y nos detuvimos muy próximos al inicio de la selva amazónica. Allí ves como la furia del río desmonta todas tus cábalas previas sobre seguridad y diversión sobre la barca. El guía, llamado Paul, nos dio una clase rápida sobre el manejo del remo y la importancia de la coordinación y, a los pocos minutos, ya navegábamos por las turbias aguas de este río que pertenece a la cuenca del más caudaloso del mundo, el río Amazonas.

    En medio de remolinos y grandes rocas, lo que más nos impresionó a todos eran los choques producidos por rocas del tamaño de nuestra cabeza que, arrastradas por la fuerza de la riada, golpeaban el fondo rocoso del cauce. Te imaginabas nadando ahí mientras eras acribillado por un ejército de guijarros sin orden ni concierto. También se nos pasaba por la cabeza que muchas de esas zonas de jungla que podíamos ver desde la balsa, eran inaccesibles por carretera y solo podían contemplarse tras largas caminatas con sudor y nubes de mosquitos a través de la selva. Por estos motivos y por la ración de adrenalina, el rafting va a ser desde hoy, un deporte que recomendaré a todos mis amigos, aunque sea para hacerlo una vez en la vida.

    DieQuito

  • Tomando el relevo de Orellana (día 20)

    AMAZONIA

    EL DORADO

    ORELLANA

    Ahí abajo hay un féretro abierto de par en par esperando al próximo torpe.

    SENDERO

    Francisco de Orellana fue un célebre explorador y conquistador español que dedicó gran parte de su vida a explorar el río Amazonas. En 1541 partió desde Quito hacia el oriente en busca de El Dorado, una supuesta ciudad milenaria construida íntegramente con oro. Murió persiguiendo su sueño.

    La ruta que Orellana recorrió en dirección a la Amazonía estremece. Es el valle del Machángara, un río que circula por el fondo de un desfiladero con pendientes muy acusadas y que hace cinco siglos estaría poblado por animales salvajes, temibles enfermedades tropicales y una espesa vegetación.

    Esta mañana salimos de Cumbayá, ubicado en el valle que cruzó Orellana camino de su ansiado Reino del Oro, en dirección a Guayllabamba. 60 kilómetros por caminos en medio de bosques tropicales (imagen 1) y senderos al borde del abismo (imagen 2). En esos senderos tan peculiares a uno se le pasaba por la cabeza qué podría suceder con una repentina pérdida del equilibrio…todos sabemos ir en bicicleta pero un mínimo fallo y te caes por ahí (imagen 3) y no te rompes una pierna, te rompes la vida. Lo importante era ir con sumo cuidado y a velocidad de caracol.

    A unos 15 kilómetros de El Quinche descubrimos una antigua mina de cal con un montón de túneles ramificados que convertían a la montaña en un queso de gruyere. Nos adentramos por algunos de ellos, pero al no tener linterna ni frontal no pudimos penetrar en los oscuros pasadizos donde la luz exterior era ya solo un recuerdo.

    Y por fin, sobre la una del mediodía (20:00 hora española), llegamos a nuestro destino y degustamos platos típicos de Ecuador como la empanada de morocho y el «Yaguar Locro», una sopa de papas con cebolla, tomate, aguacate, callos y sangre frita. Un plato contundente para reponerse de 3 horas y media de pedaleo bajo este sol abrasador que no tiene piedad ni con los deportistas.

    DieQuito

  • Una noche en las termas de Papallacta (día 4)

    AGUAS TERMALES

    SPA VOLCANICO

    termas de PAPALLACTA

    TERMAS

    Ayer Andrés, Stephy, Martha, Daniel y yo cogimos un 4×4 y partimos por una carretera de montaña en dirección a Brasil con destino a las termas de Papallacta, en el Parque Nacional Cayambé-Coca. Por el camino presencié varios adelantamientos temerarios de autobuses a camiones en plena curva. El único que pareció sorprendido era yo.

    Al llegar nos dio la bienvenida un fascinante cielo estrellado que brinda el lugar debido a su altitud: 3250 metros. En las inmediaciones se veían picos más altos que te hacían sentir insignificante.

    Entramos en el complejo y nada más acceder me cautivaron las piscinas, que destilaban tupidos vapores, y la frondosa vegetación de la zona. Cuando estuvimos listos me acerqué a una de estas, a priori inofensivas, zonas de baño y metí el pie para sacarlo inmediatamente después con sensación de quemazón. ¡Qué barbaridad! En su web aseguran que las estas aguas fluctúan entre 36º y 40º pero eso es muy difícil de creer. Esta piscina (imagen 1) rondaría los 65º. Al final te conseguías meter hasta los hombros pero no se estaba bien, te sentías como una patata en la olla; era demasiado.

    Más tarde fuimos a otra piscina que estaba sendero abajo y la temperatura de esa si que debía de moverse por la cifras oficiales. Allí se estaba perfecto y más si tenemos en cuenta que fuera corría una brisita que te helaba hasta los tuétanos.

    Estas aguas hipertermales existen debido a la intensa actividad volcánica de la región. Esta semana entró en erupción el volcán Tungurahua que se halla a unos 100 kms de Quito. Ya hay alerta naranja pero el magma no podría ni acercarse por aquí, de la ceniza ya no estoy tan seguro.

    DieQuito