• Guadalaja, Jalisco

    Anoche nuestro avión aterrizó bien tarde Guadalajara y en esta ocasión nadie venía a recogernos. Los tres nos retroalimentamos con el asunto de «el Sicariato» y cuando pusimos un pie fuera del aeropuerto nos invadió un miedo escénico pueril e infundado. No encontrábamos Uber cercano y solo conseguimos un taxi cochambroso para llegar al hotel. Todo fue sobre ruedas y después de una cena frugal a la par que picante nos tomamos una copa y a la cama.

    Nos hemos alojado en el Camino real, que es un hotel repleto de jardines rodeados por habitaciones de 1 o 2 plantas, y con piscinas climatizadas en cada patio. Una maravilla, que se ha visto mejorada todavía más con un desayuno buffet absolutamente escandaloso.

    Posteriormente hemos ido a la reunión pertinente y hemos visitado un centro comercial. Guadalajara sorprende al viajero con su skyline y su barrio de negocios colmado de altos edificios de cristal.

    Después hemos disfrutado de una suculenta comida mexicana, con fajitas, nachos y tacos y ya nos hemos ido al avión, desde donde os escribo rumbo a la Ciudad de México, última parada antes de regresar a España en esta cruzada de charco express, aunque muy productiva.

    DieQuito

  • La firma de Querétaro

     

    Esta mañana ya hemos hecho lo más importante: firmar. A partir de ahí, hemos celebrado la primera reunión oficial y hemos ido a celebrarlo con una buena comida méxicana. Querétaro es una ciudad similar a Zaragoza en tamaño y que destaca porque su población tiene una renta per capita superior a la media del país, gracias a empresas como Bombardier o Boeing, que están instaladas en la zona del aeropuerto.

    Cuando la temperatura ha comenzado a bajar hemos ido a dar un paseo por el centro colonial de Querétaro. Con sus calles empedradas, sus iglesias, sus edificios de poca altura y su buen ambiente, nos ha conquistado el corazón. El atardecer le ha dado un toque de magia al momento y las luces de la ciudad han ido ganando fuerza.

    Para cerrar el día hemos ido a cenar a un precioso restaurante, un antiguo patio mexicano, en el que nuestros compañeros mexicanos han pedido chapulines (saltamontes pequeñitos fritos) y aunque en un primer momento me he negado a probarlos, al final he pensado que hay que tener la mente abierta y aprovechar las oportunidades. Luego más de uno ha tenido remordimiento, imaginándose las jugosas patitas traseras de los saltamontes dando vueltas en su sistema digestivo.

    PD: los chapulines son el plato que podéis ver justo en el centro de la mesa.

    DieQuito

  • Unas horas en Ciudad de México

    Ya estamos en México lindo y como nuestro vuelo a Santiago de Querétaro es por la tarde, hemos decidido salir del aeropuerto a visitar la ciudad durante unas horas. Hemos ido en primer lugar a la Plaza del Zócalo, en donde la impresionante catedral domina todo el conjunto. No tiene nada que envidiar a las grandes catedrales que tenemos en Europa y tiene una ligera cuesta a mitad que la hace muy característica. Después salimos de la plaza y recorrimos todo el centro histórico, lugar monumental, repleto de edificios coloniales y con un policía o militar en cada esquina, velando por la seguridad de todos.

    Cuando se ha hecho la hora de comer hemos ido a llenar el buche con comida mexicana, dándonos cuenta de que el picante es el verdadero protagonista de la gastronomía mexicana. Los tacos de alambre, las fajitas y burritos son platos que a todo el mundo le gustan, sobre todo si no lleva mucho tabasco.

    Ahora os escribo desde el avión rumbo a Querétaro, al llegar nos queda mucho trabajo que hacer así que me despido ya de vosotros. Lo cierto es que el madrugón de Miami nos impidió dormir más de 4 horas y estamos molidos. Deseando terminar la faena programada para hoy, rápido, para irnos a la cama a una hora aceptable. Mañana, además de trabajar, tendremos tiempo para visitar Querétaro, que nos han dicho que es una ciudad muy cuca.

    DieQuito

  • Noche en Miami

    Vamos de camino a México, pero nos toca pasar una noche en Miami. Bendito problema ¿No os parece? Nada más aterrizar ya hemos tenido los primeros problemas para entrar en EE.UU., para variar. Me han preguntado que por qué estuve en Irán y bla bla, pero como tenía el visado completo me han dejado pasar. En Florida se nota la humedad al cruzar la puerta de salida del aeropuerto. Allí hemos cogido un Uber y hemos puesto rumbo al Beacon Hotel, nuestro alojamiento, que tiene una ambientación naif y popera de los 70, perfecta para un hotel de playa.

    Tras dejar el equipaje nos hemos ido a dar una caminata por el paseo marítimo. La playa repleta de palmeras estaba espectacular; al fondo se veía el manto de neones estilo cyberpunk que pueblan todo el frontal de Miami. Nos hemos detenido a comer en un restaurante cubano donde hemos y luego hemos ido de marcha, a tomarnos un par de mojitos a un pub en el que había una imitación de Michael Jackson.

    No hemos aguantado mucho porque el sueño ya comenzaba a hacer mella después de un viaje de 8 horas, y mañana tenemos pendiente llegar a Ciudad de México y luego coger un vuelo a Querétaro. Así que toca recargar pilas.

    DieQuito