Esta mañana ya hemos hecho lo más importante: firmar. A partir de ahí, hemos celebrado la primera reunión oficial y hemos ido a celebrarlo con una buena comida méxicana. Querétaro es una ciudad similar a Zaragoza en tamaño y que destaca porque su población tiene una renta per capita superior a la media del país, gracias a empresas como Bombardier o Boeing, que están instaladas en la zona del aeropuerto.
Cuando la temperatura ha comenzado a bajar hemos ido a dar un paseo por el centro colonial de Querétaro. Con sus calles empedradas, sus iglesias, sus edificios de poca altura y su buen ambiente, nos ha conquistado el corazón. El atardecer le ha dado un toque de magia al momento y las luces de la ciudad han ido ganando fuerza.
Para cerrar el día hemos ido a cenar a un precioso restaurante, un antiguo patio mexicano, en el que nuestros compañeros mexicanos han pedido chapulines (saltamontes pequeñitos fritos) y aunque en un primer momento me he negado a probarlos, al final he pensado que hay que tener la mente abierta y aprovechar las oportunidades. Luego más de uno ha tenido remordimiento, imaginándose las jugosas patitas traseras de los saltamontes dando vueltas en su sistema digestivo.
PD: los chapulines son el plato que podéis ver justo en el centro de la mesa.
DieQuito
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