Nunca había entrado en un casino…He tenido numerosas oportunidades en todos los países que he visitado, pero lo más similar al juego que recuerdo han sido mis periódicas partidas de póker con Cristian, Javi, Esteban, Juan, José Ángel, los Sergios y algún que otro jugador que se ha unido esporádicamente.
Ayer estábamos examinando la cartelera de cine; con bastante cara de asco porque como cada verano, solo hay basura en los cines. No había muchas ganas de salir pues ya habíamos farreado la noche anterior. Tuvimos que buscar otra alternativa…era noche de ruleta y Black Jack.
Cogimos el coche y fuimos al Hotel Quito, uno de los hoteles con más renombre y solera de toda la ciudad. Su enorme piscina y su casino le han otorgado ese prestigio. Su sala de juegos está decorada con motivos egipcios y ya desde fuera simula ser un templo del Valle de los Reyes. De puertas para dentro, y tras haber traspasado el detector de metales, te encuentras con una vorágine de máquinas del vicio, ruletas, mesas de Black Jack y preciosas mujeres que se dedican a pasearse por el local despistando a los ludópatas.
Las bebidas son gratuitas, o eso te hacen creer mientras estás perdiendo dinero en la ruleta, también hay canapés y pastelitos. Viva la solidaridad. Pero como digo, todos los juegos son iguales, son juegos del casi-no en los que CASI ganas pero al final NO y se te queda esa cara de bobo que roza el suelo.
David, Ana María, Martha, Patricio y yo pasamos unas tres horas allí, entre los cinco perdimos 28 dólares y vivimos momentos de jolgorio cuando la suerte se ponía de nuestro lado. Nos acompañaron grandes himnos de los 80 como Sweet Dreams de Eurythmics que, en consonancia con los mafiosos que merodeaban alrededor de los crupieres, te trasladaban a películas como Licencia para matar.
En uno de los rincones del gran salón se halla la sala VIP, el lugar de celebración de los torneos de póker Texas Hold´em (el descubierto). Había uno durante la velada de ayer con un suculento premio de 3000 dólares, pero participar costaba 70$. Así que decidimos que mejor otro día.
Todo muy luminoso y bonito, pero detrás se esconde la oscura y tenebrosa ludopatía que afecta a millones de personas en el mundo. Veías a gente con pintas y expresión de llevar 8 horas delante de la máquina, dándole a los botones y metiendo moneditas. Es su trabajo según ellos, pero cada semana se dejan el sueldo del mes de su verdadero empleo o del empleo de la pareja. Tras la consulta popular de mayo, Correa tiene la venia del pueblo para clausurar todos los casinos del país, es su arma para acabar con la ludopatía. Quizás funcione o quizás no, pero a lo mejor cerrar las salas de juego ayuda a todas esas personas que no tienen mesura ni límites.
DieQuito
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