El viaje en tren fue, como era de esperar, un verdadero infierno. En la primera imagen podéis ver lo angostos que son los vagones de tercera clase de los ferrocarriles de la India. Las incontables paradas que realiza dicho tren y la falta de educación de mucha gente que habla a gritos a las tantas de madrugada no me permitieron dormir en condiciones y he llegado a Jaisalmer hecho un trapo. Pero la recompensa ha sido maravillosa y me ha dejado como reza el título del artículo: fascinado.
El fuerte de esta ciudad es el único habitado de toda la India y en su interior viven unos 4.000 habitantes. En dicho monumento, que fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, se cobijan hermosos edificios. Todos con su característico tono amarillento y sus trabajadas fachadas. Por algo es conocida como la Ciudad dorada.
Desde arriba del fuerte se puede ver el resto de la ciudad rodeada por el desierto, que me recuerda a las típicas poblaciones de los países de oriente medio: con una fina capa de arena, construcciones bajas y callejuelas laberínticas.
Los templos que véis en la imagen 4 son muy habituales en esta ciudad y están desperdigados por todos los alrededores. En concreto los de esta fotografía son los que coronan la colina que se erige delante de nuestro hotel.
Un lugar muy diferente a todo lo que había visitado hasta el momento. Quizás por eso me ha dejado tan impactado.
InDieQuito
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