• Jodhpur, la ciudad azul (día 90)

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    El viaje desde Jaisalmer hasta Jodhpur fue todavía más duro si cabe porque tuvimos que comprar billetes en la peor clase de todas. En los ferrocarriles de la India hay primera clase, segunda y tercera, y luego está ya el sleeper, que por no tener no tiene ni ventanas, y tienes tablas forradas que hacen las veces de asientos. Fueron más de 5 horas en tren en las que se me quedó el trasero más dolorido que después del paseo en camello.

    La estación de Jodhpur estaba atestada de gente durmiendo en el suelo y muchos olores que se te metían hasta el cerebelo. Fue una viva imagen de la miseria que hay en algunas regiones de la India. Al poco de instalarnos en nuestro modesto hotel, caímos en un profundo sopor que nos guió hasta nuestros camastros sin mucha resistencia por parte de ninguno de nosotros.

    Alrededor de las 7 hemos abierto los ojos y hemos subido a desayunar en la azotea del hotel, desde la cual nos hemos dado cuenta de que Jodhpur no es tan azul como nos la habían pintado. También hemos observado el imponente Fuerte de Mehrangargh, que se erigía prácticamente sobre nuestras cabezas (imagen 1). El fuerte destaca sobre todo por sus vistas, ya que el museo repleto de objetos de la nobleza india no tiene nada que sea especialmente remarcable. Desde allí arriba vimos una zona de la ciudad conocida como la Blue city, que sí acumulaba muchas viviendas de color azul así que decidimos que ese sería nuestro próximo destino.

    No fue difícil encontrar preciosos rincones cargados del color característico de Jodhpur (imágenes 2 y 3). Algunas casas se pintaban de este color para dejar claro que pertenecían a una familia de la casta Brahman, aunque también porque dicho color ahuyenta a los mosquitos. Y hay que decir, que como en todas las ciudades de India, en la Blue City de Jodhpur abundan los ejemplares de ganado vacuno, como este toro de varios cientos de kilos que cortaba el paso en mitad de la calzada (imagen 4).

    Dentro de un par de horas saldremos hacía Nueva Delhi porque mañana es de nuevo día laborable. Termina pues la semana del Rajastán.

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  • El desierto del Thar (día 89)

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    El desierto del Thar está situado a unos 40 kms al este de Jaisalmer. Hasta allí nos acercamos ayer primero en un Jeep de los típicos del ejército y luego en un camello. En toda mi vida solo había montado una vez en un animal, y fue en un burro en Benalmádena, Málaga, con lo cual en esta ocasión fue muy excitante sobre todo por la altura del camello y por su exotismo.

    El paseo en camello terminaba en una especie de planicie que me recordaba a la sabana africana y tras juguetear un rato en las dunas como críos de guardería y ver el atardecer, cenamos a la orilla del fuego. En ese momento tan mágico tuvo lugar una charla muy existencialista sobre la magnitud del universo, teología y la humanidad. Estuvimos un rato viendo el cielo estrellado, intentando adivinar constelaciones y viendo hasta una docena de estrellas fugaces y finalmente nos dispusimos a dormir al raso.

    Algunos sonidos nos perturbaron el débil duermevela, pero si hay que remarcar algo destacable, eso fue el frío helador que caía sobre la llanura alrededor de las 5 de la madrugada. Este hecho me obligó a salir del catre en busca de una manta extra.

    Ya con los primeros rayos del alba nos hemos adentrado de nuevo en las dunas para ver un amanecer diferente. La suerte ha estado de nuestro lado y unas nubes puntuales le han dado los tonos rosados y anaranjados que necesita un amanecer que se precie.  Las dunas recortando el horizonte han hecho el resto para que nuestra cámara registrase una foto inolvidable.

    Esta tarde ponemos rumbo en tren a la ciudad azul, Jodhpur, que cerrará mi ciclo de viajes por el Rajastán después de haber visitado la ciudad rosa, Jaipur, y la ciudad dorada, Jaisalmer, esta misma semana.

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  • Fas-ci-na-do (día 87)

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    El viaje en tren fue, como era de esperar, un verdadero infierno. En la primera imagen podéis ver lo angostos que son los vagones de tercera clase de los ferrocarriles de la India. Las incontables paradas que realiza dicho tren y la falta de educación de mucha gente que habla a gritos a las tantas de madrugada no me permitieron dormir en condiciones y he llegado a Jaisalmer hecho un trapo. Pero la recompensa ha sido maravillosa y me ha dejado como reza el título del artículo: fascinado.

    El fuerte de esta ciudad es el único habitado de toda la India y en su interior viven unos 4.000 habitantes. En dicho monumento, que fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, se cobijan hermosos edificios. Todos con su característico tono amarillento y sus trabajadas fachadas. Por algo es conocida como la Ciudad dorada.

    Desde arriba del fuerte se puede ver el resto de la ciudad rodeada por el desierto, que me recuerda a las típicas poblaciones de los países de oriente medio: con una fina capa de arena, construcciones bajas y callejuelas laberínticas.

    Los templos que véis en la imagen 4 son muy habituales en esta ciudad y están desperdigados por todos los alrededores. En concreto los de esta fotografía son los que coronan la colina que se erige delante de nuestro hotel.

    Un lugar muy diferente a todo lo que había visitado hasta el momento. Quizás por eso me ha dejado tan impactado.

    InDieQuito

  • ¡Ahora a Jaisalmer! (día 86)

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    ¡18 horas de tren! Solo de imaginármelo me dan taquicardias. Nunca en mi vida ha hecho un viaje de tanta duración, ni siquiera en los vuelos con escala. Esta tarde dará comienzo el largo trayecto rumbo a una de las más remotas poblaciones del Rajastán, casi tocando con la frontera indo-paquistaní.

    Por lo que tengo entendido, ahora vamos a visitar el Rajastán puro. A diferencia de Jaipur, con más de 3 millones de habitantes, Jaisalmer tiene una población de 50.000 habitantes y está en medio del desierto.

    Me han adelantado que allí entre las dunas voy a contemplar el cielo estrellado más bonito que haya visto jamás. De eso se trata, de una nueva aventura con experiencias distintas. Tras los gélidos glaciares de montaña, las junglas y los bosques húmedos, ahora le toca el turno al desierto del Thar. Primera etapa del viaje: 921 kilómetros en tren indio.

    InDieQuito

    Imagen: caryatra

  • El Amber fort (día 84)

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    El Amber Fort está situado en lo alto de una de las escarpadas colinas que se levantan en los alrededores de la ciudad de Jaipur.

    Palacio y fortaleza al mismo tiempo, es una enorme mole de piedra y murallas que se combina con los preciosos acabados de los patios interiores. Se puede acceder a él con vehículo, a pie, o como es más divertido, con elefante, sin embargo, la larga cola que había que hacer para subirse a uno de los paquidermos nos hizo ser pragmáticos y decidimos subir con el coche.

    Desde arriba, las vistas de los fuertes circundantes y de la que bautizamos como la Gran Muralla India, y de esa vegetación de secano, hacen de este rincón del Rajastán uno de los más bonitos que he visto en la India.

    Hacia mediodía, muy conscientes del largo trayecto que nos esperaba hasta Delhi, abandonamos ese idílico lugar anclado en el pasado para embotellarnos en el automóvil.

    El viaje de día resultó mucho más divertido, por la cantidad de vehículos estrambóticos que pudimos ver, aunque también casi nos dio un ataque al corazón en más de una ocasión, al ver los temerarios adelantamientos y cambios de carril del psicodriver Rajú. Esto es el tráfico de la India y hay que acostumbrarse a su modo de vida (imágenes 2 y 3). Así pues, solo tengo palabras de agradecimiento para la agencia de alquiler de coches La India Increíble, por su excelente gestión y servicio.

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    Hoy toca de nuevo trabajar y así será hasta el miércoles, cuando volveré a poner rumbo al Rajastán, pero esta vez en un tren con final en Jaisalmer.

    InDieQuito

    Imagen 1: rajasthan-tour-packages