Regreso al Indostán

Anoche volví a coger de nuevo el 787 dreamliner de Qatar Airways para volar desde Barcelona a Doha por segunda vez en menos de un año y ya puedo decir que es mi vuelo favorito. 6 horas con cena suculenta y gin tonic, te obsequian con un kit de aseo y un snack y bebidas, para terminar aterrizando en el flamante aeropuerto qatarí que destaca desde el año pasado por su oasis de verdor y frescura en el centro del duty free.

En este viaje hacia Asia ha habido una curiosa anécdota y es que nada más subir la foto del Orchard a Instagram, mi viejo amigo y compañero de clase en la ya desaparecida Escuela de Artes y Oficios de Plaza de los Sitios, Jaime Urúen, me ha respondido con una escueta pregunta: ¿estás en Doha? Minutos después nos hemos reunido en puerta C22, él regresa de Bali con su esposa tras una interesante luna de miel en Japón en Indonesia, mientras que yo me marchó a Nepal. Hemos estado un par de horas poniéndonos al día y nos hemos emplazado a cenar juntos en el Senzaburu a mi regreso a Zaragoza.

El viaje a continuado con un vuelo de Doha a Kathmandú, esta vez en un avión más terrenal, y el aeropuerto sigue estando igual de viejo que en 2012. Yo creía haber entendido que lo habían renovado, pero solo han ampliado la zona de salida del edificio a la calle.

Me alojo en el Kantipur Village, en pleno barrio de Thamel, y por eso me he ido dando un paseo por sus pintorescas calles hasta Durbar Square. Este hotel es bastante correcto aunque solo voy a pernoctar aquí una noche, ya que mañana mismo pondré rumbo a Chitwan para hacer un safari.

DieQuito

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