• Regreso a los orígenes (día 133)

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    Ya estoy de nuevo instalado en Pahar Ganj. Nada más llegar a Nueva Delhi, allá por septiembre, me fui a un hotel de esta zona, tras la recomendación de dos simpáticas canadienses (Melissa y Alysha) a las que aprovecho para saludar desde aquí.

    Poco tiempo me quedé. Encontré alojamiento 3 días después, un poco menos económico pero sin duda en una zona más tranquila. La alta densidad de gente, el exceso de ruidos y la suciedad de las calles hacen de esta barriada uno de los lugares más inhóspitos para vivir.

    Ahora vuelvo allí, con el firme objetivo de gastar lo mínimo posible, hecho que me garantizará algo de margen en mi siguiente aventura. Aproveché el tranquilo domingo (ironía porque no hay día calmado en la capital de India) para trasladar todos mis enseres desde Kailash Colony hasta mi hotel.

    Vuelta a los orígenes, vuelta a dónde comenzó toda está aventura hindi. Empieza mi nueva vida en Pahar Ganj.

    InDieQuito

  • Visita relámpago de Anna (día 132)

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    Anna, una amiga ucraniana, había venido a India a pasar dos semanas en India, en concreto en Goa. En el regreso a su país paraba en Nueva Delhi durante unas horas así que ayer, cuando aterrizó en el aeropuerto de vuelos nacionales, cogió un taxi hasta Kailash Colony y se presentó en casa de David con su enorme mochila a la espalda. Al más puro estilo DieQuito, las escalas de varias horas no se deben pasar en el aeropuerto, sino visitando la ciudad.

    El día había estado pachucho, con chubascos aislados y nada de sol, pero ella ya había visitado esta ciudad hace tres años. Sin embargo, como le faltaba algo muy interesante por hacer que era adentrarse en las profundidades de Old Delhi, decidimos no perder el tiempo.

    Primero de todo hay que decir que quedó impresionada con el metro de Nueva Delhi, que tiene poco o nada que envidiar a los metros de las capitales europeas, salvo por el número de líneas.

    Old Delhi de noche y bajo la lluvia sí que parecía el bazar por el que Rick Deckard persigue a Zhora y va buscando pistas sobre el resto de replicantes en Blade Runner. Sé que se trata de la enésima mención  al filme de Scott pero quedo que al menos quede claro el concepto. El genial director tuvo que haberse inspirado en esta ciudad, sino no me lo explico.

    Después de callejear por estrechas travesías y pasadizos con la mayor combinación de aromas posible decidimos que ya era hora de cenar y nos pasamos un buen rato buscando el restaurante de Karim´s, en el que ya había estado en octubre (lo encontramos tras un montón de indicaciones erróneas, foto 3). El sitio de nuevo me volvió a encantar. El Paneer en salsa de tomate con la Nan de mantequilla estaba para morirse allí mismo de placer.

    El tour relámpago terminó en Connaught Place, ese pequeño reducto occidentalizado que desde hace una semana tiene ya incluso un Starbucks. Anna no tardó mucho más en irse, se estaba haciendo tarde y aunque el avión salía de madrugada quería hacer algo de compras en el Duty free del Indira Gandhi, que según dicen, es uno de los mejores de Asía. Bon voyage!!!

    InDieQuito

  • Fuego en el coche! (día 131)

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    El Ambassador de David es un coche mítico y nunca podré recordar mi época en India sin rememorar ese vehículo. Lo más divertido de él es que no sabes cuándo te va a sorprender. Ayer regresábamos en coche del trabajo cuando de repente comenzó a salir un hediendo humo blanco del cuadro de mandos.

    En cuestión de segundos se llenó de humo todo el interior del coche y David alarmado se arrimó a la orilla de la calzada, puso las luces de emergencia y me instó a coger el extintor que está debajo del asiento del copiloto (estos indios piensan en todo). Tras abrir el capó el fuego se había disipado, pero vimos que había uno de los cables completamente quemado. El plástico aislante se había fundido y había parte del cobre al descubierto.

    Un amable indio, conductor de nuestra zona, nos ayudó a retirar el cable y nos instó a continuar. Al parecer solo afectaba a las luces de posición, así que llegamos a casa sin mayores contratiempos. Hay que reconocer que el Ambassador nunca deja que te relajes, el aburrimiento y su conducción no van muy unidos.

    InDieQuito

  • La megafiesta Nilesh (día 130)

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    Nilesh organizó anoche una fiesta en su casa de campo, aquí conocidas como farms, que nos dejó a todos sin palabras. Para empezar, la casa era un lujazo a base de maderas vistas y cristaleras por paredes, con un estilo minimalista japonés, los jardines eran tan grandes que podrían considerarse parque nacional. De la piscina solo he de decir que era de esas con borde infinito.

    Para ir a esa fiesta, Nilesh convocó a todos los invitados en GK-1, lugar desde el que cogimos un autobús rumbo a ese sitio, muy hacia el sur de Delhi. La fiesta era por San Valentín y había código de vestimenta, si tenías pareja y no querías estar libre para nadie debías llevar algo rojo, si estabas soltero y buscabas compañía el verde era tu color, y si por el contrario, era complicado y no sabías muy bien por donde caminabas, el amarillo era la solución.

    Además de muchísima bebida para amenizar la velada, había dos deejays en la fiesta que nos hicieron bailar hasta casi el amanecer. Las “canciones de Bournemouth” fueron grandes protagonistas (Candy shop de 50 cent, Africanizim de Zooyey, Call me maybe de Carly Rae Jepsen).

    La locura llegó sobre las 3 de la madrugada, cuando insté a Pablo a meternos en la piscina. Tras las risas iniciales y darse cuenta de que iba en serio, le propuse lanzar un dado, si salía par nos metíamos al agua, si salía impar, todo seguía igual. Lancé el dado y los dos miramos expectantes al suelo… el dado rojo rodó sobre la madera hasta que se detuvo. Dos puntos blancos resaltaban sobre el polímero rojo… Ni cortos ni perezosos nos metimos a el agua, que estaba helada, solo para cumplir con los designios del azar. Otra locura para recordar.

    Finalmente llegaba a casa sobre las 6 de la madrugada y hoy en la Embajada, me movía como un zombie de los de Walking Dead. Un día duro en el trabajo, pero mereció mucho la pena. Nilesh, muchísimas gracias.

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  • San Valentín en India (día 129)

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    Los países anglosajones renombraron el día de San Valentín a mediados del siglo XIX como el Día de los Enamorados y desde aquellas épocas, es común que las parejas muestren su amor en forma de regalos y postales. Sería casualidad que esta moda surgiese en plena revolución industrial…

    El caso es que a lo largo del siglo XX se ha ido extendiendo por el resto del globo, implantándose en muchos países, incluso en países tan distintos como este. Saket y Khan Market, los puntos comerciales más occidentalizados de Delhi, se han vestido de gala con motivo de esta fecha. Pero no solo ellos, sino que hoy a primera hora de la mañana, además de los vendedores ambulantes típicos que comercian con vegetales, frutas y pingos, hoy también deambulaban algunos que vendían rosas y ramos de flores.

    Esta noche, por supuesto, los restaurantes estarán a rebosar. La India, ya no es lo que era…

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    Imagen: voanews

  • 4 horas y media (día 128)

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    Esa diferencia horaria con España me está matando, a la hora de hablar con mi familia entre otras cosas, dado que mi padre llega tardísimo a casa… También en el trabajo cuando tengo que contactar con alguien en nuestra querida península. Hoy también van a trastocarme la noche porque el Madrid se enfrentará al Manchester United a unas cómodas 20:45 en España, lo que suponen la 1:15 de la madrugada en la India. Todavía no tengo muy claro si veremos el partido, quiénes ni dónde, pero espero poder organizarme para ver un partido que se prevé épico.

    Lo que sí que estoy deseando que llegue es el horario de verano a España, que supondrá una diferencia de tan solo 3 horas y media con respecto a nosotros. Hasta que eso pase el domingo 31 de marzo a las 2 de la madrugada. Aquí por ejemplo no hay variación de horario, y mis compañeros indios no saben decirme el porqué, pero al menos Wikipedia nos dice que sí que se utilizó horario de verano durante la guerra Sino India de 1962 y las guerras Indo Pakistaníes de 1965 y 1971.

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    Imagen: bligoo

  • Pahar ganj (día 127)

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    Mi primer contacto con Nueva Delhi allá por finales de septiembre fue la zona de Pahar Ganj, un lugar muy caótico, que poco tiene que ver con la tranquila zona de Chanakyapuri en donde se hallan las embajadas. En aquel momento me impacto, pero como solo me alojé unos días pasé por alto muchísimas cosas.

    Ahora mismo ya estoy empezando a organizar mi siguiente aventura, para la que quiero tener un colchón económico, y como esta zona presume de tener algunos de los alojamientos más baratos de la ciudad, me acerqué para una primera toma de contacto, para fijarme de verdad en como es la vida allí.

    Las calles de esa barriada son un desastre que casi la ponen a la par que la carismática Old Delhi. Vivir aquí sin duda no va a ser algo sencillo, y es algo que barajaré en los próximos días, sopesando las diferentes ofertas que tengo sobre la mesa. En la vida hay que tomar decisiones difíciles; trasladarse a Pahar Ganj sería sin duda una de las más complicadas de asumir, pero a veces es necesario hacer algunos sacrificios.

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    Imagen: urbanphoto

  • Partido de polo (día 126)

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    El Polo siempre ha sido un deporte muy elitista, quizás por ese motivo todavía, a mis 26 años, no había asistido a ningún encuentro de este noble deporte en el que los caballos son actores protagonistas.

    La flor y nata de Nueva Delhi se dejó caer por las gradas, porque en este país, para los ricos, es tan importante ver como ser vistos. Gafas de sol, zapatos de tacón, maquillaje, americanas de buenos sastres y buenos coches. El ambiente distinguido se concentra en la zona central, en torno al palco en donde sirven té y picoteo gratuito, nada del otro mundo, pero sin duda aceptable.

    El juego es bastante difícil de entender, y hay mucho contacto entre los jockeys, lo que lo hace muy emocionante. Es peligroso por supuesto, porque una caída en un mal momento y te pasan por encima el resto de pencos.

    En el descanso hubo una especie de desfile de coches antiguos en los que iban montados unos niños muy graciosos y al final, antes de la entrega de premios, hubo espectáculos de equitación en los cuales los jinetes debían coger telas del suelo o clavar picas en pequeños objetos de corcho. Diferente y divertido, espero poder repetir, esta vez enterándome si quiera de los nombres de los equipos.

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  • De sikh (día 125)

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    Mi amigo Guramar, el indio con el que fuimos David y yo a Tailandia, me prometió al poco de conocerme allá por octubre que un día me haría un turbante sardarji, de esos que llevan los Sikhs, religión que él profesa.

    Anoche fue el día con motivo de una fiesta de disfraces que no tuvimos mucho tiempo de organizar. Después de que la semana hubiese volado y sin ningún disfraz en la chistera acordamos que ir vestidos de Sikhs sería una excelente solución socorrida.

    Sevillanas, Salvador Dalí, un jugador de fútbol americano, un miliciano de Mao, un cura, un obrero y el mismísimo Jesucristo fueron algunos de los asistentes al rooftop de los becarios, sitio habitual de celebraciones en el que se organizó dicha fiesta por el carnaval y el cumpleaños de Eva.

    A medianoche hubo también tarta con velas, bombones y regalos y es que no sé porque pero parece que aquí todos seamos Acuario… Luego echaremos de menos las fiestas de cumpleaños.

    Toda una experiencia llevar un turbante sardarji y aunque ayer no pasé calor debido al clima frío de febrero, uno ya se hace a la idea del calor que puede dar ese atuendo en pleno verano.

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  • Visita al Akshardham (día 124)

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    El templo del Akshardham se halla en las afueras de Delhi, en una de las salidas de la ciudad en dirección hacia el este. Es uno de los puntos más turísticos de la ciudad y cada día los visitan decenas de miles de personas. Yo todavía no me había acercado para visitarlo.

    Para acceder al recinto hay que pasar un control de seguridad en el que te quitan la cámara de fotos, los teléfonos móviles, los auriculares. Guido, un chico ecuatoriano que está aquí estudiando, y yo, colamos los móviles y yo tomé una foto furtiva del templo.

    El templo es una preciosidad y esta minuciosamente ornamentado con texturas, figuras de elefantes, molduras y motivos vegetales. Todo el recinto tiene preciosos jardines, columnatas y rincones de ensueño… Sin embargo la magia se derrumba cuando te enteras que el año de construcción es 2005. Se trata pues de templo sin historia, muy bonito, pero con una juventud que le quita misticismo.

    El recinto, al más puro estilo parque temático, también tiene grandes comedores y un lago para hacer viajes en bote (muy comercial). Lo visitan el 70% de los turistas que vienen a Nueva Delhi pero a mi parecer es prescindible.

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