• Fuerte de Jhansi

    Hoy vamos de camino a Agra pero nos hemos detenido en Jhansi para ver su fuerte, que es muy interesante a nivel arquitectónico y que tiene un sinfín de laberintos en los que te puedes adentrar sin que nadie vigile tus pasos. Lo único que te echa para atrás son todos los murciélagos que pueblan los bajos techos y de los que tienes miedo solo en el caso de que se lanzasen hacia ti, algo que nunca pasa pero que nunca puedes quitarte de los pensamientos.

    Desde el fuerte puedes divisar las vistas de la ciudad de Jhansi y es una construcción enorme, con varios edificios en el interior y con un gran patio de armas. Pero sin duda, la anécdota más grande nos la dan los monos, que en este templo son verdaderamente agresivos y te persiguen, se pelean y saltan a tu alrededor, lo cual hace que se incremente tu pulso de forma descontrolada.

    Tras la visita hemos ido a la zona comercial de Jhansi en busca de algún zoco que fotografiar aunque no ha habido suerte y pronto nos hemos ido a la estación de tren para coger nuestro tren rumbo a Agra. Las vacas campan a sus anchas por las vías como podéis ver en la siguiente foto y es que India nunca deja de sorprenderte.

    Diequito

  • Khajuraho

    Los templos del Kamasutra de Khajuraho te dejan sin palabras. Están ubicados en unas grandes explanadas de cesped en la actualidad, aunque inicialmente estaban en medio de los bosques, ocultos por la vegetación, como si de las construcciones de una civilización ya extinta se tratase. Su forma y tamaño recuerdan a las imágenes de naves espaciales que guardamos en nuestra cabeza tras muchos años de intoxicación con ciencia ficción. Su ornamentación también merece una mención aparte ya que sus miles de figuras, que cubren cada templo desde la base hasta su coronación, no son parcas de detalles. Algunas posturas son auténticas perversiones, zoofilia mediante. La única pega de estos templos son que en su interior, como la gente no tiene modales, huele a meado que mata. Supongo que algún indocumentado se habrá debido de pensar que son unas letrinas milenarias…

    Por la noche hemos ido a una actuación un poco cutre en la que por lo menos hemos conocido los diferentes bailes, músicas y vestimentas de un país infinito como este. Es un acto exclusivamente para turistas y no lo recomiendo si tenéis algo mejor que hacer.

    También hemos visitado unos templos situados en las cercanías aunque lo que más nos ha gustado han sido las callejuelas y las fotografías que hemos podido tirar: auténtica India.

    Por cierto, el hotel Radisson en el que nos hemos alojado parece una base secreta de un villano de James Bond.

    Diequito

  • Varanasi

    Rompiendo el amanecer hemos surcado las aguas del río Ganges. Llegar al embarcadero nada más levantarte tiene su parte positiva: la ciudad está tranquila y hay menos viandantes y, sobre todo, la temperatura es excelente. Una vez en el barco nos han dado una vuelta por el río para ver los Ghats y las cremaciones, lugar en el que estaban prohibidas las fotografías. Los guías, te explican que cada día se queman centenares de cuerpos y que las cenizas son vertidas a estas aguas. 

    Varanasi es una ciudad especial. Sus únicos y diferenciales Ghats, con sus escaleras infinitas y los santones bañándose en el río te trasladan a otra época, quizás a otro milenio. Te da la sensación de que la gente vive de forma muy parecida a aquellas personas que habitaban este lugar cinco siglos atrás. El tiempo parece haberse detenido en este enclave. 

    Después del paseo al alba, hemos ido a desayunar y lo hemos cogido con muchas ganas. Tras recargar fuerzas hemos ido a el fuerte, un monumento muy descuidado con un museo que parece una chatarrería. Aún así, merece la pena por las vistas del río y por los monos, que campan a sus anchas suplicando algo de comida a los turistas. A continuación, hemos ido a la Universidad, visita que no recomiendo porque tan solo hay un templo, como muchos otros. Y lo mismo sucede con el templo de los monos. 

    En la tarde, ha llegado el turno de visitar las cremaciones de cerca, lugar donde pagas un donativo para comprar leña para las piras, para aquellas personas que no pueden permitírsela. Una vez dentro, nos han solicitado un donativo mucho mayor y nos han advertido que el Karma caería sin piedad sobre nosotros si no donábamos ese dinero. Tras la negativa, de repente, a nuestro guía le ha dado un chispazo en la mano al apoyarse en un alambre que estaba en un posamanos. Sin embargo, su actuación no ha sido de las que optan al Oscar de la academia y no hemos caído en la trampa. Obviamente, nos han dejado seguir adelante y hemos llegado hasta las piras. Cuando vas bajando las escaleras humo cargado de cenizas te rodea y, al llegar abajo, la imagen de los empleados cargando a una mujer ensabanada para ponerla en la pira es de las que se queda en la retina. Hemos salido de allí un poco tocados, pero es una visita obligada en Varanasi. 

    Callejear por esta ciudad es toda una experiencia similar a la de Old Delhi, pero con centenares de vacas como protagonistas. Vacas tranquilas, con más privilegios que los humanos, y bien alimentadas. 

    Tras el anochecer hemos ido a ver ceremonia de la Puja dando un paseo, de nuevo en barco, por el Ganges, para coger un buen sitio sin tener que esperar varias horas. Debe ser que, con la oscuridad, las decenas de cucarachas que habitan en cada barco salen a tomar el fresco. Incluso saltan de barca en barca para desagrado de los incautos turistas, incluidos nosotros. Hemos disfrutado de los bailes, la música y el fuego, incluso hemos sido partícipes poniendo un nenúfar con dos velas sobre las aguas sagradas del Ganges. 

    Para cenar no hay nada como el restaurante Tadka, en el hotel Ramada Plaza, en el que nos trataron de maravilla y estuvimos tranquilos. Ha llegado la hora de dormir, pero antes toca una buena ducha que olemos a especia.

    DieQuito

     

  • Regreso a la India: Delhi, primera parada

    Tras una escala en el aeropuerto de Roma aterrizamos en el aeropuerto Indira Gandhi, en el que nos recibió Vinay, el que, en su día, me acompañó en mi viaje en bici from Nueva Delhi to Nanda Devi hace ya más de 5 años. Fue una gran alegría verle. Nada más salir del avión ese aroma picante y rancio invadió nuestras fosas nasales. ¡Qué recuerdos de cuando estuve viviendo aquí! Vinay, como buen chofer que es, nos llevó al hotel de Okhla en el que caímos rendidos. 

    Hoy por la mañana, tras un baño en la piscina y un desayuno impresionante nos hemos ido al Old Delhi, pasando por el palacio de Gobernación, tan característico de la arquitectura de Luthiens y con su color asalmonado. Old Delhi estaba tan lleno de vida como siempre. Las calles mugrientas, tiendas de todo tipo de objetos, comida callejera, vaporosos olores y brillantes puestos de sarees. A partir de aquí Carmen se ha dado cuenta de lo mucho que usan el claxon en este país, sonido que ya no nos abandonará hasta nuestra marcha. 

    A la hora de comer hemos quedado con mi amigo Guru antiguo compañero de la embajada al que hacía cinco años que no veía. Nos ha llevado a un sitio tradicional cerca de su trabajo actual. Por la tarde hemos visitado Lodi Gardens acompañados también de mi amigo Dyvanshu.

    Esto ha sido todo en Delhi, ciudad de entrada en nuestro viaje para India. Ahora embarcamos en nuestro vuelo hacia Varanasi. 

    DieQuito