• Shanghai

    Esta ciudad siempre había estado en mi lista de deseos. Es una ciudad mágica, con grandes rascacielos (el segundo más alto del mundo está aquí), visitada frecuentemente en películas de cine y con aire más vanguardista que la vieja Pekín. Llegando con el coche anoche ya se divisaban desde la lejanía los grandes edificios y la enorme contaminación lumínica de una metrópolis digna de Blade Runner.

    Nos hemos alojado en el Grand Hyatt y nada más llegar nos dimos un baño en el spa situado en la planta 57, con una piscina en la que puedes incluso nadar mientras disfrutas de unas vistas maravillosas, con grandes construcciones, letreros de neón y la ciudad perdiéndose en la oscuridad. Después cenamos, también en una planta bastante alta, y luego nos fuimos a dar un paseo para hacer la digestión. Nos sorprendió mucho que a pesar de ser medianoche, la ciudad estaba completamente tranquila, como podéis ver en las foto inicial del post.

    No tardamos mucho en acostarnos porque hoy queríamos madrugar un poco antes de ir al aeropuerto, y así poder visitar el mercado de falsificaciones de Shanghai, que sigue abierto en una estación de metro a pesar de los rumores que leáis por internet. Hemos comprado regalos para la familia y en mi caso, un Lepin, (lego falso) del skyline de Shanghai.

    Ahora estamos en el aeropuerto antes de poner rumbo a California.

    DieQuito

  • De nuevo a Shenzhen

    El año pasado nos alojamos en Nanshan, en un apartamento en un rascacielos de 40 plantas. Este año había reservado en el mismo apartamento pero no ha habido suerte y nos han colocado en otro piso y otro edificio. Nos hacía gracia alojarnos en el mismo sitio exacto pero a veces las cosas no salen como uno las planifica.

    El viaje desde Dongguan se ha hecho un poco menos pesado que de costumbre y es que recuerdo que el año pasado fueron más de dos horas. Luego hemos ido a una tienda de falsificaciones a comprar algunas cosas: en China tienes que hacer esto para integrarte. Es muy curioso como algunas paradas de metro se conectan entre sí por pasillos repletos de tiendas, al más puro estilo de las difuntas galerías comerciales que tanto abundan en Zaragoza, pero no muertas y solitarias como en España, sino repletas de tienda, vida y colores.

    Mañana tenemos un día duro por delante, con más visitas a polígonos industriales y varias reuniones agendadas, así que es hora de dormir. Además, anoche vi como el Barcelona nos pintaba la carita en el Bernabeu sin merecerlo. Apeados de la copa del Rey, ya solo nos queda la baza de la Champions, como el año pasado…

    Diequito

  • Dongguan

    Hoy seguimos con más reuniones, pero hemos dejado Cantón y nos hemos movido a Dongguan, en donde nos alojamos en el Grand Oriental Hotel. Hemos disfrutado de unos seafood noodles en compañía de mi amigo Jorge y su mujer, que viven aquí en Dongguan desde hace ya varios años. El año pasado también les visitamos y aunque en aquella ocasión lo hicimos de propio, hoy ha sido porque teníamos una reunión y visita a fábrica exactamente en su área.

    Dongguan es una ciudad netamente industrial, con amplias zonas verdes que ayudan a atenuar la polución y que nos invitan a pensar que inicialmente eran un pueblo como Shenzhen… ahora ambas ciudades no tienen las fronteras reales delimitadas y es el catastro el que nos indica qué bloque pertenece a cada urbe en los barrios periféricos. Así es el progreso. A este paso el planeta se va a convertir en Coruscant el próximo siglo.

    Ahora ponemos rumbo a Shenzhen, en donde no solo dormiremos una noche como en estos dos primeros hoteles. Un poco de tranquilidad vendrá bien para seguir con la habituación al jet lag y al caos asiático, al que nunca te terminas de acostumbrar por más veces que pises este continente.

    DieQuito

  • Guangzhou

    Todos conocéis esta ciudad, aunque muchos la conocen como Cantón. Esta gran metrópolis forma parte de la zona urbanizada más poblada del mundo, conformada por Shenzhen, Hong Kong, DongGuan, Macao , Zhuhai y el propio Guangzhou. Hemos aterrizado esta tarde aquí y nada más llegar, sin dormir en el avión como preveía, hemos ido directos a la primera reunión del viaje, en una especie de barrio industrial en pleno centro de la ciudad. La entrada a la casa no nos daba mucha confianza pero en el interior hemos sacado cosas interesantes.

    Después hemos ido a las Suites de Springdale, nuestro alojamiento en Cantón y nos hemos medio instalado sin grandes movimientos porque mañana cambiamos de alojamiento. Además, el hambre apretaba, así que tras una ducha rápida hemos puesto rumbo a la zona de negocios, con cierto miedo a encontrárnoslo todo cerrado. Por suerte, hemos podido cenar en un cook-it-yourself en el que nos hemos puesto las botas. A continuación, no hay nada mejor que un paseo nocturno para bajar la comida, y además, con el jet lag, tampoco tenemos mucho sueño.

     

    En la zona de los rascacielos nos hemos encontrado a una ciudad envuelta en la bruma, en una escena digna de Blade Runner. Hacía algo de fresco, pero con un buen abrigo, hemos podido disfrutar de unas vistas impresionantes mientras debatíamos acerca de la posibilidad de que China conquiste todo el mundo en muy pocos años.

    Por fin, cuando ya era casi medianoche hemos decidido volver al hotel para descansar, que mañana  queda un día duro y casi dos semanas de viaje.

    DieQuito

  • Splendid China

    Hemos visitado por la mañana Splendid China, un parque temático con miniaturas de todas las maravillas que guarda este país al que sin duda volveré como turista alguna vez. Sorprende ver la cantidad de estilos arquitectónicos, las maravillas de la naturaleza y los grandes monumentos que atesora China.

    También es un museo etnográfico enorme que recoge aspectos de la cultura, arte y del día a día de la nación china en los últimos siglos. Representaciones de los tipos de hogares según la región, la vegetación según el clima de una determinada provincia, estilos artísticos, etc. Un lugar de visita obligada si se visita Shenzhen

    Por la tarde el deber nos llamaba ya que nos quedaba una última reunión y la hemos tenido en un barrio que nos recordaba al Mogadisho de Black Hawk Derribado. En esta fotografía podréis comprender mejor a lo que me refiero.

    Tras terminar esta reunión nos hemos ido a uno de estos supercentros comerciales de los que tanto os he hablado, cada uno que nos encontramos es mejor que el anterior, y hemos hecho algunas compras para la familia. Ya queda poco viaje. Mañana de vuelta, en la escala larga, visitaremos unas horas Pekín. El viaje se acaba…

    DieQuito

  • El restaurante italiano más alto del mundo

    Hoy nos hemos pasado todo el día en el coche, recorriendo los barrios de Gushu y de Nanshan, de reunión en reunión y por la tarde estábamos agotados por completo. Así que de vuelta en el apartamento nos hemos dado una merecida ducha y nos hemos ido a la zona bursátil a un centro comercial que nada tiene que envidiar de los shopping mall estadounidenses y hemos ido a cenar al Elba, el restaurante italiano más alto del mundo. Aunque como me dijo mi amigo Marcos, el restaurante del refugio Vittorio Emmanuelle está más alto.

    El Elba está situado en la plata 99 del edificio Kingkey 100, una mole de 442 metros de altura y decimocuarto edificio más alto del mundo. Los precios también son de impresión. La copa de vino está a 28€ así que con eso os lo digo todo.

    Hemos tenido la fortuna de probar la ternera de Kobe y de disfrutar de unas vistas de escándalos de esta metrópolis que se extiende hasta el horizonte. El cocinero italiano, Mauro, hablaba algo de español y nos ha tratado con mucha amabilidad. Es lo que se espera de restaurantes como estos, en los que te acompañan hasta el ascensor al despedirse de ti.

    Ahora vamos a descansar que mañana queremos hacer algo de turismo además de algo de trabajo. Por cierto, Gabi ya tiene su maleta y ya estamos todos tranquilos al respecto.

    DieQuito

     

  • Tiempo libre por Shenzhen

    Un «secadero de jamones» (como el de la foto de arriba); así es como Juan Luis ha calificado a la habitación del Vienna Hotel en la que solo nos ha faltado ver pingüinos paseándose con su torpe caminar. La habitación de la última planta tiene las paredes de cristal, y eso hace que la temperatura del interior sea bajísima. Tampoco hemos sido capaces de encontrar mantas…. tan negras me las he visto que me he puesto el vaquero a mitad noche para poder dormir.

    Aún así, no ha quedado otra que desayunar (en China desayunan sopas de verduras) y ir a cumplir nuestro cometido. En la comida posterior a la reunión hemos probado las delicias de la gastronomía china, tan denostada en nuestro país por culpa de los restaurante de comida rápida que han colonizado nuestros barrios.

    Hacia el final de la tarde hemos tenido por fin un rato para nosotros y hemos decidido ir a Shenzhen. La aventura ha llevado más trabajo de lo que pensábamos porque hemos invertido casi dos horas (sin exagerar) buscando el metro y tratando de comunicarnos con los simpáticos orientales. Ni el traductor de Google, ni los gestos, ni imágenes de un tren subterráneo han servido para conseguir información al respecto… culturas distintas, será.

    Al final hemos optado por un taxi, que nos ha llevado al centro neurálgico de Shenzhen, donde unos rascacielos oscuros como el azabache e iluminados por unas rayas en diagonal nos han dejado sin palabras. Hemos entrado en un Pizza Hut, nos apetecía comida occidental esta noche, pero nos han pasado dos cosas graciosas: no venden agua mineral (alucinante) y hemos pedido por error una pizza de kéfir que olía a perro muerto; yo ni siquiera la he probado; me ha bastado con ver la cara de repulsión que han puesto mis compis.

    Volvemos a estar en el «secadero de jamones» y nos disponemos a pasar la noche, esta vez ataviados con mantas y más experiencia. Si paso frío de nuevo pediré que me cambien de habitación a mitad de la noche.

    PD: seguimos sin noticias de nuestro equipaje

    DieQuito