
Uno de los espacios gastronómicos que más me ha sorprendido en Kathmandú ha sido el Bagaicha, que tiene nada menos que 17 restaurantes temáticos a lo largo de tres plantas en un edificio que confluye en un patio central. Lo mejor de todo es que cada comensal puede pedir su propio plato de cada estilo: italiano, chino, sushi japonés (que es uno de los mejores de la ciudad) y también ofrece espacios para tomar copas o tener reuniones de trabajo en su espectacular Everest Hall of Fame, que recoge fotografías de grandes himalayistas y otras curiosidades. Todo un homenaje al logro de Tenzing Norgay y Sir Edmund Hillary.

Este restaurante merece sin duda una visita durante una estancia en Kathmandú y no es especialmente caro si se evalúa desde los estándares europeo, aunque en la capital de Nepal hay una infinidad de opciones mucho más económicas. Eso hay que tenerlo presente.


Por la noche he podido disfrutar de unas vistas de impresión desde el flamante nuevo hotel Holiday Inn. La infinity pool con Kathamndú de fondo es una preciosidad y todo el conjunto me recuerda a Medellín y sus alrededores.
DieQuito
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