• Partimos hacia el paraíso (día 3)

      

    La noche está espectacular. Ni una nube merodea las inmediaciones de este enclave alpino que se esconde en el corazón del Parque Nacional del Gran Paradiso.  En el cielo gobierna con autoridad una luna llena que nos garantiza una buena visibilidad sobre la nieve hasta que el amanecer entre en escena. Una lástima que desde el refugio no pueda verse la cima del Gran Paradiso; ese momento tendrá que esperar hasta que alcancemos los 3000 metros de altitud.

    Marcos ha sido el primero en saltar de la cama, Javi y yo le hemos seguido poco después y tras organizar un poco nuestras mochilas hemos ido a la cafetería para desayunar un té negro acompañado de unas tostadas con mermelada. Tampoco es que tengamos mucha hambre a estas horas y además, la altitud no estimula precisamente el apetito, pero lo que está claro es que es importante cargarse de nutrientes, forzarse a ello aunque sea necesario para que el cuerpo aguante bien la ascensión.

    Al terminar de desayunar, ha llegado el momento de vestirse para el baile. Arnés, botas, polainas, crampones, un abrigo fino, casco, guantes… Nos da tiempo de hacernos esta última foto antes de ponernos a caminar. Esperemos que la cima no se resista y que la piernas y pulmones se porten bien. Si nos acompaña el clima, estamos confiados en que lograremos el objetivo, sobre todo tras las recientes palizas en las que hemos respondido fenomenal: Balaitús por la brecha Latour, Garmonegro, Anayet por los Balcones…

    Pronto tendréis noticias nuestras.

    DieQuito