• El largo regreso… (Día 7)

    Por fin en casa, tras más de 30 horas de viaje en las que he pisado 5 aeropuertos, he volado en 3 aviones, han habido varios viajes en taxi y uno en metro, y por últimos las 3 horas y media de autobús a Zaragoza. Sin duda este tipo de viajes es mejor hacerlos de joven.

    El viaje sobre Turquía ha sido maravilloso. Me ha tocado ventana y como yo no puedo dormir en las aeronaves he admirado las regiones desérticas con un intenso amanecer naranja que iluminaba todo el conjunto desde la cola del avión. También hemos sobrevolado unas zonas montañosas en las que había nieve en las cumbres.

    Tras aterrizar en Estambúl, he deambulado durante dos horas por el Duty Free olisqueando perfumes, probándome gafas de sol y leyendo furtivamente revistas. Los tiempos se hacen muy largos en el aeropuerto. También he aprovechado para asearme, porque claro, la última vez que me duché fue ayer por la mañana en el hotel de Yadz, y todavía me quedaban muchas horas de viaje por delante.

    A pesar del sueño he tenido tiempo de recapitular y sacar conclusiones sobre el viaje durante esas horas de aeropuerto. Sin duda Irán ha roto mis esquemas. Es un país que el imaginario colectivo no está bien posicionado. Nido de terroristas, zona de guerra, eje del mal… Palabras que no se corresponden con la realidad. Los persas me han parecido gente maravillosa y sus templos y cultura pronto serán explotados por los turistas occidentales, que cada vez se abre más a visitar este país cuna de la civilización. Un país muy seguro y que hará las delicias de todo aventurero open minded.

    El viaje a Barcelona se me ha hecho eterno desde mi asiento de pasillo del avión, pero es cierto que a mediodía la vista desde el avión no tiene ni punto de comparación con la de las primeras luces del alba.

    ¿¿?¿?¿

    ¿¿?¿?¿

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    Barcelona ha sido un visto y no visto y a las 18:30 ya estaba sentado en mi autobús hacia Zaragoza, en donde he podido por fin dormir un poco. El adorable Jorge Bescós ha venido a buscarme bocadillo en mano, un amigo de los grandes. Ahora toca dormir que llevo un cansancio acumulado de los que no se van en unas horas y mañana es día laboral.

    DieQuito

  • El aeropuerto asiático de Estambúl (Día 1)

    img_0542Viajando se te presentan numerosas oportunidades y hoy el día ha comenzando de la mejor manera. Tras deambular por el duty free he montado en el avión emocionado y con ganas de hacer kilómetros. Mi mochila ha pesado solo 7 kilos, con lo que me he adaptado perfectamente a la normativa de equipajes de Pegasus.

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    El vuelo ha sido muy tranquilo y lo he amenizado leyendo. Hemos aterrizado en el lado asiático de Estambúl bajo un crepúsculo plomizo y el sol despidiéndose por el oeste. La ciudad destacaba iluminada por el fulgor de las farolas, mientras que el mar era una masa grisácea, como una balsa de mercurio, que se iba oscureciendo poco a poco.

    El aeropuerto de Sabiha Gokhen está al este del Cuerno de Oro y en su zona de compras he visto un sinfín de postales, dulces y souvenirs de una ciudad en la que todavía no he tenido la posibilidad de pasar unas vacaciones. Sé que tarde o temprano caerá.

    Una hora después de aterrizar ha aparecido por fin David, que venía desde Atenas. Ha sido una emoción intensa, al menos por mi parte y nos hemos puesto a hablar como locos, porque aunque hemos estado en contacto permanente por las redes sociales a lo largo de estos 4 últimos años, un cara a cara es siempre más auténtico.

    Ahora vamos a montar ya en el avión rumbo a Teheran. Persia nos espera tras 3 horas de avión. Él ya se conoce el terreno así que el aterrizaje será un poco menos brusco.

    DieQuito