Carretera y hacia el sur. La única zona de este pequeño país que nos falta por visitar es el sur, aunque Trípoli también se ha quedado en el tintero. La primera parada es Saida, en donde hemos visitado el Castillo de los Cruzados, una especie de fortaleza pirata todavía algo conservada que se encuentra rodeada por mar por los cuatro costados, tan solo un pequeño puente de piedra lo une con la tierra firme. Acto seguido nos hemos adentrado en el zoco de Saida, uno de esos que a mi me gustan, con un sinfín de arquerías, estrechos pasillos y tiendas tradicionales, aunque con la mala suerte de que en plena celebración de El Eid, todo estaba cerrado. Aún así he podido sacar buenas fotos y nos hemos tomado un té en un bar cargado de encanto.
Después de nuevo autopista para llegar a Tyre, en donde hay una gran ciudad romana, con circo incluido, aunque en un estado de ruina bastante avanzado, por lo que ante la ausencia de sombras, más bien lo que hemos hecho ha sido recocernos con el sol libanés. Si os gustan los animales, aquí podréis ver un montón de lagartos, que son los verdaderos dueños de la ciudad en nuestros días.
Para terminar la jornada hemos ido a la playa de Tyre, a comer unos kebab y a darnos un baño. El agua estaba fresquita todavía, pero se podía uno bañar tras la sensación de frío inicial. Tyre en mi opinión es una ciudad alejada de Beirut y sin mucho interés turístico, así que creo que no recomiendo la visita, salvo que haya mucho interés en visitar las ruinas romanas.
Para despedirnos de Beirut hemos ido a Mar Mikhail, al Sud Restobar, a tomarnos unos cócteles y a Bohemians. Todos los días hay ambiente nocturno y es que, es una capital y las capitales nunca duermen.
DieQuito
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