Fauna
Con los primeros rayos del alba he comenzado a dar pedales, abandonando la ciudad de Rishikesh con rumbo a Kaudiliya. Esta ciudad de nombre casi dictatorial se veía como un grupo de 4 casas desde el satélite de Google, y así ha sido porque ni siquiera hay un lugar donde alojarse.
Unos kilómetros antes he visto una Guesthouse y tras terminar la etapa en Kaudiliya hemos regresado hasta este hostal al lado de la carretera. Espero que no sea una vía muy transitada durante la noche porque si no va a ser un infierno intentar conciliar el sueño. No me vienen mal estos kilómetros extra que tendré que volver a recorrer porque me servirán de calentamiento, ya que en la etapa de mañana el puerto de primera categoría comienza desde el primer kilómetro.
Hoy, a pesar de no haber puertos tan exigentes, sí que había interesantes pendientes que ascender y la carretera es preciosa, sobre todo por las vistas, aunque también es peligrosa ya que hay numerosos desprendimientos de roca.
Todo el trayecto está plagado de carteles con frases concienciadoras “mejor tarde que nunca”, “conduce más lento, vivirás más tiempo” etc. No os extrañéis, en España también los tenemos, con la diferencia de que son luminosos. No olvidemos que nuestras carreteras son de las más mortíferas de la zona UE. En cuanto al tráfico, todo el mundo al que le había contado mi viaje en Rishikesh me había asegurado que lo peor ya había pasado y que ahora se relajaba mucho la situación. Sin duda ha sido así y el número de camiones que continúan río arriba desciende considerablemente a partir de la meca del yoga.
Por lo demás, la etapa ha discurrido sin apenas incidencias. Tan solo un perro empeñado en jugar, o en morder, quién sabe, me ha perseguido unas decenas de metros. Vinay, tirando de claxon, ha terminado de asustarle para mi tranquilidad. Mañana, a Devaprayag!
InDieQuito
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