Hoy ha llegado el turno para la guinda del pastel: Petra, una de las 7 maravillas del mundo. Ayer finalmente convencí a Javier para que hoy visitáramos Petra y luego fueramos a Wadi Rum. ¡Buen compañero de viaje me he buscado! A primera hora hemos salido de Ammán, porque hay un viaje de casi 4 horas hasta Petra por una amplia autovía que cruza el desierto. Tras llegar hemos contactado con el taxista que nos iba a llevar por la tarde a Wadi Rum, para dejarle todas nuestras pertenencias, ya que no hay lockers en el centro de visitantes.
La entrada a Petra son 50 dinares jordanos, lo que viene siendo casi 70 euros, y aunque ya venía sobreaviso, sigue siendo la entrada más cara para un monumento que he pagado jamás. Comienzas a caminar por un valle seco que se va convirtiendo en un cañon en el que las paredes se van haciendo cada vez más y más altas. El cañón se va estrechando por tramos y es muy reseñable que en la parte baja de la pared los ciudadanos de Petra excavaron una especie de canaleta en la que ir recogiendo el agua que bajaba por las paredes, evitando así que se perdiera en los fangos del cañón.
De repente, sin esperarlo, tus ojos vislumbran El Tesoro, sin duda, una de las joyas de la corona de esta ciudad milenaria excavada en la roca. En esa inmensa plaza rocosa, cientos de personas, camellos, burros y caballos se arremolinan en torno al Tesoro. un lugar que te deja sin palabras.
Tras las fotos de rigor, seguimos el camino por el cañón, que comienza a abrirse poco a poco hasta un antiguo caudal de río. En las paredes sigue habiendo muchos templos, aunque no están tan bien protegidos del viento y la erosión ha hecho mella en sus paredes de arenisca. Destacar sin embargo, un teatro muy original cuyas gradas fueron labradas sobre la roca.
Al final del cauce del río, hemos hecho un descanso para comer, antes de proseguir el camino hasta el monasterio, el extremo más alejado de la ciudad de Petra, pero un lugar de obligada visita. Hay muchísimos escalones, pero yo le he cogido un rebufo a un burrito y he subido a un ritmo muy bueno, disfrutando como cuando asciendo montañas en el Pirineo. Arriba la recompensa es indescriptible. Petra es un lugar maravilloso, que hay que visitar antes de morir.
DieQuito
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