El Polo siempre ha sido un deporte muy elitista, quizás por ese motivo todavía, a mis 26 años, no había asistido a ningún encuentro de este noble deporte en el que los caballos son actores protagonistas.
La flor y nata de Nueva Delhi se dejó caer por las gradas, porque en este país, para los ricos, es tan importante ver como ser vistos. Gafas de sol, zapatos de tacón, maquillaje, americanas de buenos sastres y buenos coches. El ambiente distinguido se concentra en la zona central, en torno al palco en donde sirven té y picoteo gratuito, nada del otro mundo, pero sin duda aceptable.
El juego es bastante difícil de entender, y hay mucho contacto entre los jockeys, lo que lo hace muy emocionante. Es peligroso por supuesto, porque una caída en un mal momento y te pasan por encima el resto de pencos.
En el descanso hubo una especie de desfile de coches antiguos en los que iban montados unos niños muy graciosos y al final, antes de la entrega de premios, hubo espectáculos de equitación en los cuales los jinetes debían coger telas del suelo o clavar picas en pequeños objetos de corcho. Diferente y divertido, espero poder repetir, esta vez enterándome si quiera de los nombres de los equipos.
InDieQuito
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