Frondosos, artificiales, peligrosos, ideales para hacer deporte, céntricos, coloridos, poco iluminados…Los parques de Quito son variopintos y muy numerosos. Yo creo que no hace falta ni regarlos, con el clima de Quito y sus lluvias espontáneas casi cada día, el césped crece muy verde y fuerte como un roble. Todo lo contrario que en España, en donde las alfombras de hierba languidecen con colores amarillentos allá donde no llega el chorro del aspersor.
He visitado ya varios: el del Ejido, el de La Carolina: con su pista de atletismo en el centro, el Metropolitano, etc. Pero ninguno me ha gustado tanto como el de Las Cuadras, cuyos rincones de vegetación aleatoria me recuerdan a la campiña inglesa. Parece que no haya sido ni siquiera planificado, con lo que se consigue una apariencia de bosque de cuento de niños, pero sin lobo.
Cuando cae la noche, los parques son buenos sitios para los atracadores, como en Europa pero elevado a la enésima potencia. Sus recovecos y sus escasas farolas lo convierten en pequeñas junglas habitadas por seres de los bajos fondos. No os preocupéis que no me adentro en ellos cuando el sol acata el toque de queda.
Imagen: panoramio
DieQuito
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