• Mindo… lindo (día 97)

    CANOPY

    COLIBRI

    MARIPOSAS

    TIROLINA

    Llevaba ya muchos fines de semana convenciendo a Tomás para que me llevara a Mindo a hacer Canopy…Al final, ha sido en el último sábado de la aventura cuando he podido disfrutar no solo de las tirolinas sino también de la belleza natural de Mindo y de su Mariposario. Tomás dice que fui cambiando mi estrategia: todo comenzó con un «estaría bien ir a Mindo», a los pocos días le apunté con mi dedo inquisidor y le dije «me vas a llevar a Mindo ¿no? y terminé con un «o me llevas a Mindo o voy a tener que ir a un psicólogo». Finalmente, no tendré que gastar mi dinero hablando desde el diván.

    Ayer por la mañana, MariLuz, Manuel, Tomás y yo salimos hacia esta recóndita región de la provincia de Pichincha. Hacía sol, grata novedad en estos días de lluvias y granizadas. Aún así, el viaje se hizo eterno porque la carretera tiene obras, curvas y abundantes vehículos lentos.

    Lo primero que visitamos fue el Mariposario. Un enorme invernadero repleto de vegetación, fuentes y mariposas. Entrar allí es como adentrarse en el País de la Maravillas de Alicia; las mariposas son una verdadera delicia visual y, con sus ágiles acrobacias, extienden sus tonos y colores por el ambiente como si de abanicos sin dueño se tratase. Esa sensación de omnipresencia me recordó a los aromas afrutados que, al caer la tarde, se esparcen por los campos de verano, llenándolo todo de frescor y vitalidad.
    A la salida nos encontramos con varios colibríes que vagaban de flor en flor ajenos a nuestra artificial presencia. Resulta curioso porque antes de venir a Ecuador solo había visto un colibrí una vez en mi vida, en República Dominicana. Aquí, cruzarse con un picaflor es algo muy habitual.

    Después de esa experiencia con la naturaleza fuimos a la área de Canopy, una zona abrupta a la que se accedía tras pasar un puente al estilo Indiana Jones y conducir por estrechos caminos rodeados de jungla. Las tirolinas se extendían por todo el valle como si fueran hilos de una enorme telaraña. El circuito estaba dispuesto in crescendo, de modo que los primeros descensos eran más digeribles que los últimos. La tirolina final tiene 50 metros de altura y 300 metros de distancia…Absténgase los que padecen vértigo.

    DieQuito