• La Jama Masjid (día 167)

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    La Jama Masjid es la mezquita más grande de la India y está situada al lado de Old Delhi. Tocaba ya visitarla y nos hemos acercado hasta sus puertas con la llamada del muecín. Esos cánticos retumbando en las paredes mientras el sol está despidiéndose del día me hacen sentir que estoy en algún país islámico de Oriente Medio.

    En la mezquita nos han impedido el acceso durante el rezo, y hemos tenido que esperar en las escalinatas de la entrada con estoicismo a lo largo de media hora. Una vez dentro impresionan sus minaretes y sus cúpulas. El arqueado en ladrillo rojizo que cerca todo el conjunto también es muy bonito.

    Sin embargo, la visita ha sido más bien breve, ya que nos han pillado haciendo fotos y por lo visto hay que pagar 4 euros para meter una cámara en el recinto. Como nadie nos había dicho nada al principio pues nos hemos negado en rotundo a abonar dicha cantidad y el simpático de Muhammad Sunnel ha empezado a empujarnos, a agarrarnos de la camiseta y le ha cogido el móvil a David, obligándole a borrar las instantáneas si quería recuperarlo. ¡Menudo ultraje!

    Lo más inquietante es que en cosa de 30 segundos, una decena de musulmanes se ha colocado alrededor nuestro con cara de mucho menos que pocos amigos.

    A pesar de todo, yo no he borrado mis capturas y las subo al blog en honor a Muhammad Suneel y su educación y sensibilidad.

    InDieQuito

  • La mezquita de Nizamuddin (día 144)

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    Ayer comenté que aconsejaban no meterse en aglomeraciones, Sin embargo,  por la tarde me fui a la mezquita de Nizzamuddin para ver como los musulmanes realizaban el rezo de la tarde. Considerando que son de la religión de Alá, quizás esta aglomeración fuese la más segura de la ciudad, ya que los terroristas paquistaníes no tienen a los fieles de su propia religión por objetivo.

    Para acceder a ella es necesario atravesar un larguísimo bazar con puestos de flores, recuerdos y lugares en los que dejar los zapatos. Por supuesto, hay que entrar descalzo aunque en mi caso me metí los zapatos en la bandolera. Otra norma obligatoria era ponerse un gorro de oración musulmán o un pañuelo para cubrirse la cabeza (imagen 3).

    Los cánticos y  los hombres alineados daban un poco de pánico. Quizás por lo estigmatizada que tenemos a esta religión desde que Al Qaeda se dio a conocer al mundo entero. En realidad, la inmensa mayoría son pacíficos. No deberíamos permitir tirar a la basura a toda una comunidad por un puñado de garbanzos negros. Por otro lado, sí que están muy atrasados en el trato hacia la mujer y, sin ir más lejos, ellas tenían que rezar en un compartimento aparte.

    Termino admitiendo que dentro había riesgo de avalancha y aplastamiento y pocas veces he estado tan agobiado. La gente se agolpaba para poder arrodillarse a rezar en dirección a la meca.

    Otra experiencia más para el zurrón pero creo que no volveré a dejar caer por una mezquita tan concurrida.

    InDieQuito