• Procesión y lágrimas (día 174)

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    Es Semana Santa en España y por eso todo el mundo sube constantemente fotografías procesiones a las redes sociales. Echo de menos el olor a incienso, sus rítmicos bombos y su ambiente funesto, que se acentúa con los caperuzos.

    Pues ayer me sorprendí porque una especie de procesión pasó por todo Pahar Ganj, portando imágenes, con costaleros y todo, y con tambores y trompetas, al más puro estilo de la Semana Santa española.

    Por lo que me explican los lugareños se trataba de una ofrenda personal a los dioses. Ese señor sí que tenía que tener pecados que confesar porque para contratar a un ejército de penitentes hace falta verse muy contra las cuerdas, en este caso contra el infierno.

    El otro tema que comento hoy no es tan agradable porque si bien mi iPhone se salvó en octubre de una muerte segura, ayer sufrió un terrible accidente. En esta ocasión el culpable fue un perro a medianoche, mientras llegaba a casa. Comienza a perseguirme y yo, a pesar de los esfuerzos por ahuyentarle, me veo obligado a poner pies en polvorosa con tan mala suerte que me tropiezo y caigo con el teléfono en la mano… Mi cara en ese momento debió de ser de película de terror porque cuando me di de bruces sí que creía que el can se iba a abalanzar sobre mí y a morder. Para mi sorpresa decidió marcharse. Mi felicidad duró muy poco; miré a la pantalla del teléfono y una infinita telaraña de grietas había cubierto la pantalla. El móvil funciona todavía pero esta semana tendré que volver a visitar a Daljeet para que me cambie este cristal que ayer no fue tan gorila como pretende.

    InDieQuito

  • La odisea del iPhone (día 50)

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    En el anterior artículo ya mencioné el suceso del iPhone volador, suceso que desarrollo ahora con imágenes y con la cronología posterior de la odisea que ha tenido lugar para conseguir encontrar un sitio que se prestará a reparármelo. No hay que olvidar que estamos en India y a veces las cosas más nimias se convierten en un problema difícil de resolver.

    En la primera imagen se ve de perfil el vuelo sin motor que realizó el teléfono, más de 8 metros de caída libre con un final sobre el duro cemento. Como ya sabéis yo ni me enteré. Para más inri es una zona de paso a los baños y a los puestos de comida, así que las posibilidades de que se lo quedara uno que pasaba por allí también flotaron en el ambiente. Sin embargo lo cogió un policía, pero no un policía cualquiera, sino uno que estuvo dispuesto a subir las escaleras del vomitorio y mostrárselo a las miles de personas que hay en el graderío, como un torero que ofrece la oreja a la plaza de Toros. Y para que todo fuese perfecto, en ese momento mis ojos se fijaron en lo que portaba en su mano levantada.

    Desde arriba la caída no parece ninguna tontería; de hecho una persona tiene pocas posibilidades de sobrevivir a semejante trompazo (imagen 2).

    En la tercera imagen se ve el rasguño que dejó el accidente. Todavía me hace reír porque la lógica no estuvo muy acertada en ese momento; debía de estar pendiente del paso del autobús con los pilotos…

    Por último, en la imagen 4 se ve el simbolito de carga del aparato, que solo se echa a faltar cuando hay un problema en el dispositivo. 40 euros me ha costando reparar el cable que une el conector Doc y la batería y me doy con un canto en todos y cada uno de los dientes. Con decíos que no me ha dolido ni pagarlos…

    A continuación, la búsqueda del osado indio que se atreve a reparar un iPhone:

    Tras salir del trabajo en el día de ayer me dispuse a encontrar una solución para mis problemas de carga de la batería de mi teléfono. Desde antes de comenzar sabía que iba a tratarse de una ardua tarea. Europa tiene mucho que aprender de este país en cuanto a espiritualidad, amabilidad y buen fondo de la gente, pero India también tiene que marcarse como objetivo alcanzar la eficacia y la profesionalidad del europeo.

    En India no existen las Apple Store oficiales así que en la misma página web oficial me redirigieron a un establecimiento Premium Reseller de la firma de Cupertino.

    La tienda se encontraba en el centro comercial Ansal Plaza y nada más llegar me dijeron que la garantía de Apple solo podía usarse en el mismo país en el que el teléfono había sido adquirido. Yo ni siquiera quería utilizar la garantía, principalmente porque fue culpa mía (se me cayó el teléfono desde una altura similar a un tercer piso) y entonces les dije que no había problema, que yo pagaría la reparación de mi bolsillo. La negación seguía escrita en letras grandes en la cara del vendedor, porque aquí en la India cuando algo se sale de la norma, nadie quiere hacerlo. No sabían cómo gestionar la reparación de un teléfono que está en garantía sin hacer uso de esta.

    Tras mucho insistir salió el manager de la tienda y me pidió mi pasaporte y el certificado de residente y vaya usted a saber que papeles más. Los mandé a paseo porque necesitaba reparar tiempo cuanto antes.

    Mi siguiente opción era una tienda que está situada en Green Park. Allí me recibieron con una bonita sonrisa pero me mandaron por donde vine alegando que en aquella tienda se reparaban iMacs, iPods, iPads, MacBooks y el resto de productos de Apple pero no los iPhone… Al menos fueron muy amables y me dieron una referencia, un chico que repara móviles de manera no oficial.

    Allí me he presentado esta tarde y en poco más de una hora me habían reparado el teléfono delante de mis ojos en un cuartucho sin ventilación. Al final de toda esta aventura uno se da cuenta de que esto es mucho más rápido en India a pesar de todo; en España la reparación de un iPhone no baja jamás de los 10 días laborales.

    Buen sabor de boca y agradeciendo de nuevo la suerte que tuve en el incidente del iPhone volador.

    PD: entrada patrocinada por Apple y el cristal Gorila. Patrocinador secundario: Red Bull. Solo por esta vez, me voy a permitir la licencia de equiparar una caída de 8 metros para un teléfono a una de 36.000 para un humano. ; )

    InDieQuito