El metro es uno de los medios de transporte que me fascina. Desde pequeño siempre me han gustado los ferrocarriles y en cada ciudad que visito, el metro no me deja indiferente. Me encantan por ejemplo sus estaciones cuando se acerca la hora del cierre… vacías, en silencio, con suelos brillantes que reflejan toda la estancia, las escaleras mecánicas funcionando sin pasajeros, el zumbido de los fluorescentes y esos enormes agujeros negros en cada una de las esquinas… por donde se ve el reflejo del foco del tren cuando se acerca.
El metro de Delhi también es especial para mí, no obstante, es el segundo tren subterráneo que más he utilizado, acercándose cada vez más al de mi querida Barcelona. Pero además es diferente por una serie de peculiaridades. Por ejemplo, cada día, para coger el metro, eres cacheado y te toca meter tu bandolera en un aparato de rayos X. No son muy estrictos pero las autoridades tiene que hacer el paripé para cohibir un poco a los terroristas de Lashkar-e-Toiba.
El metro de Delhi tiene además un vagón reservado para mujeres, que tiene el objetivo de evitar a los frotteurs y demás dementes que se acercan demasiado a las féminas.
Huelga decir que va casi siempre a tope, salvo a las 11 de la noche, y que cuando accedes o sales del convoy a menudo te ves empujado y llevado por la riada de gente sin remisión.
Todo hay que saber reconocerlo y he de decir que se trata de la mejor infraestructura de la ciudad. Funciona con aparente normalidad, los trenes no suelen retrasarse y además su precio es increíblemente económico (en torno a 25 céntimos el viaje).
InDieQuito
Imagen: afttertheinterimperiod.tumblr
Comentarios recientes