Hoy ha sido un día atípico en el trabajo: mi jefe y una compañera se iban de vacaciones hasta finales de julio, un compañero se ha despedido de todos pues regresa a España después de 5 años de trabajo en Quito y también hemos celebrado el cumpleaños de una secretaria con tarta de chocolate blanco y fresas, velas y la canción del cumpleaños feliz.
Ya de regreso a casa iba bien tranquilo sentadito en el autobús (¡qué ganas tengo de conducir ya!) cuando nos hemos topado con un control militar que buscaba armas y explosivos. ¡Qué día más raro de verdad! Tras obligarnos a descender y cachearnos hemos vuelto a subir al bus pero he entrado de los últimos y mi asiento libre formaba ya parte de la historia. Así que he tenido que ir de pie al lado de la puerta pero con medio cuerpo por fuera. Seguro que con la confusión del registro, varias personas nuevas se han unido al convoy.
Entonces, cuando he llegado al valle, he decidido irme a comer por ahí a un mexicano, para seguir innovando. He escogido el Chipote Chillón porque trabajan varios amigos míos. Me he pedido un plato único de pechuga de pollo con queso de cabra, salsa de tamarindo, bacon, ensalada y arroz. Un día diferente que seguirá en su línea esta tarde con la celebración de la cima del Cotopaxi con el resto de compañeros de la asociación Nuevos Horizontes.
DieQuito
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