Tras la visita del Fuerte de Jaisalmer durante la jornada de ayer, en la que me quedé anonadado, hoy nos vamos a hacer un safari por el desierto. Camellos, Jeep de la armada con provisiones y jaima para dormir entre las dunas (a ser posible cerca de un oasis) son algunos de los actores protagonistas. Así de apetecible se presenta el plan para esta tarde, cuando haya bajado la intensidad del sol, que por estas tierras es pero que muy peleón.
Antes iremos a dar una vuelta más por la ciudad dorada, al barrio de Patwon ki Haveli en busca de algún rincón de esos que parecen trasladarte a ti y a tu cámara al siglo XVI. También tengo que ir a una tienda de telares, para dar unos recuerdos muy especiales a su propietario de parte de unas amigas mías de Barcelona…aguardo poder encontrarle.
Todavía no sé valorar la sensación que me ha provocado Jaisalmer, pero ya digo sin miedo a equivocarme que es lo que más me ha gustado de la India. Espero que el Taj Mahal no se ponga celoso.
InDieQuito
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