Raparme, eso es lo primero que he hecho esta tarde al salir de trabajar, porque sí, trabajo aunque no lo parezca. Llevaba unos pelos…tened en cuenta que me lo corté por última vez una semana antes de venir…en total alrededor de 70 días de cosecha. Y con lo rebeldes que son mis rizos estaba ya impresentable. Pero había un motivo para esperar; Jorge me recomendó que para subir el Cotopaxi no tenía que ir con el pelo corto ya que no hay mejor gorro contra el frío que el propio cabello, y como la salida se retrasó una semana pues tuve que seguir esperando. Pero hoy ha sido el día pues todavía faltan casi tres semanas para una hipotética expedición al Chimborazo que todavía dudo que se produzca.
Y al 3 me he dejado toda la cabeza, María José es la que suele cortármelo en España y me lo deja siempre al 1, pero aquí me ha parecido violento y por si las moscas he optado por un corte menos radical. Me ha costado 2 euros, como un paquete de Pringles oye, como me gustan algunos de los precios de Ecuador. Ojala también la gasolina de España estuviera a 40 céntimos el litro…
Mi cara está quemada por el frío y me he echado crema hidratante. Ayer soportó el crudo frío de uno de los volcanes activos más altos del mundo. Mi cuerpo tampoco está mucho mejor que digamos, hoy voy a dormir de nuevo como un lirón y seguro que mañana estoy otra vez listo para batallar.
Imagen: learning-to-see
DieQuito
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