Jaipur es conocida por los turistas como la ciudad rosa, sobre todo por su muralla de color asalmonado y por su Palacio de los Vientos, que en esta ocasión no he visitado porque el tiempo apremiaba y porque quería volver a explorar a fondo el Amber Fort, que es la verdadera joya de esta ciudad.
Hemos accedido al Fuerte montados en un elefante y por ello hemos comenzado el día muy pronto, porque los elefantes solo trabajan las primeras horas del día para evitar el calor. El Amber Fort está a las afueras de Jaipur y es el típico fuerte del Rajastán, con princesas, caballos y peleas de cimitarra. Está enclavado en una colina, a la orilla de un río, sin duda un fuerte bien posicionado y difícil de asediar.
Una vez dentro nos ha tocado resguardarnos de la lluvia, ya que ha caído un aguacero elegante, que solo ha durado unos minutos. Al menos el monzón refresca un rato el cargado ambiente. Dentro del Amber Fort tienes la misma sensación que en el fuerte de Jhansi o que en Fatehpur Sikri; la de estar visitando un lugar abandonado, descubriendolo por primera vez y en solitario, maravilloso.
Es una visita obligada en India tras el Taj Mahal y Khajuraho, este sería el tercer lugar al que hay que venir sí o sí.
Después, hemos ido al Palacio Real de Jaipur, visita que no recomiendo en absoluto porque es más bien un gran tenderete de venta de souvenirs y otros enseres en el que lo único interesante es el contenido, que no dista mucho de otras construcciones que hemos venido visitando. Por destacar algo, tiene un patio con cuatro puertas muy ornamentadas que sí es digno de visitar pero no esperéis gran cosa.
Ahora estamos en el aeropuerto y a punto de embarcar rumbo a Udaipur, la ciudad de los Lagos.
DieQuito
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