El Ambassador de David es un coche mítico y nunca podré recordar mi época en India sin rememorar ese vehículo. Lo más divertido de él es que no sabes cuándo te va a sorprender. Ayer regresábamos en coche del trabajo cuando de repente comenzó a salir un hediendo humo blanco del cuadro de mandos.
En cuestión de segundos se llenó de humo todo el interior del coche y David alarmado se arrimó a la orilla de la calzada, puso las luces de emergencia y me instó a coger el extintor que está debajo del asiento del copiloto (estos indios piensan en todo). Tras abrir el capó el fuego se había disipado, pero vimos que había uno de los cables completamente quemado. El plástico aislante se había fundido y había parte del cobre al descubierto.
Un amable indio, conductor de nuestra zona, nos ayudó a retirar el cable y nos instó a continuar. Al parecer solo afectaba a las luces de posición, así que llegamos a casa sin mayores contratiempos. Hay que reconocer que el Ambassador nunca deja que te relajes, el aburrimiento y su conducción no van muy unidos.
InDieQuito
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