Quito ha ido creciendo como ha podido con el paso de los años. Con los volcanes Ruco y GuaGua por un lado y otras montañas menores previas a las pronunciadas caídas hacia los valles por el otro, la ciudad ha optado por alargarse como una sonrisa sobre la región de Pichincha. Así es como se ha convertido en una metrópolis bestial con una longitud de 45 kilómetros de largo por 4 kms (máximo) de ancho.
Además yo la llamó la ciudad halfpipe por su forma similar a este tipo de pista de acrobacias diseñada para las tablas de snowboard. Cuando estas en una zona perimetral de la ciudad, en donde comienza a elevarse la capital ganándole terreno a las laderas, ves como el centro está más abajo yn desde allí vuelve a elevarse en la región de enfrente, que está a la altura de tus ojos. Esa visión me transporta un poco a ese momento de Origen en el que la ciudad se pliega sobre sí misma.
Hoy hemos recorrido gran parte de su mapa yendo desde el norte hasta el sur de Quito por el Ciclopaseo, una vía que el ayuntamiento habilita cada fin de semana para que los quiteños hagan deporte. Se pueden ver a runners, patinadores, algunos con monopatín e incluso a un tipo con un monociclo (me hubiera gustado verle en las cuestas).
En total más de 60 kilómetros con sol pero con temperatura agradable. Además, por fin he callejeado de verdad. Con esto de la inseguridad me he cortado bastante. He visitado de día el centro histórico, deprimidas regiones del sur, el frondoso parque de Quitumbe (imagen 1) y el aeropuerto Mariscal Sucre, donde empezó todo. Desde esa carretera se ve aterrizar a los aviones que da miedo (imagen 2).
Había un gran ambiente festivo y muchos deportistas que eran agasajados por la gente de Convivir con solidaridad que regalaba camisetas y agua de manantial a cualquiera que se acercara por allí. Un bonito día de deporte suave para expulsar el esfuerzo de ayer.
DieQuito
Leave a Reply