Atardecer en Phi Phi Island
Empezaré explicando la locura de noche que pasamos en Pa Tong Beach. Cuando llegamos, el lugar me sorprendió un poco por ser extremadamente tranquilo, pero es que todavía no conocíamos lo que se cuece en esa ciudad de la perdición.
Pa Tong Beach, o quizás debería llamarlo Putong Bitch, tiene una calle principal hasta la playa que es en resumidas cuentas el parque temático de la prostitución (imagen 1). Las meretrices se agolpan a ambos lados de las calles tratando de llamar la atención de los miles de turistas europeos que bajan al sur de Tailandia para ese turismo sexual del que todos hemos oído hablar alguna vez. Allá donde pones los ojos hay un burdel, una pareja formada por un viejo y una cría de 18 años o una asiática llamándote con el dedo. Una avenida del pecado que le da una imagen pésima a toda la ciudad.
Escondido en una calle transversal descubrimos un bar con música en directo en el que pudimos compartir barra con gente más o menos normal. El resto de personas que pueblan la calle Thanon Bangla es un circo compuesto por cortesanas, viejos salidos y jóvenes borrachos con ganas de lo que sea.
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Por la mañana hemos ido a la playa a disfrutar de las finas arenas y aguas cristalinas (imagen 2). Allí hemos podido ver a todas aquellas chicas occidentales que, viendo lo que hay, por la noche prefieren quedarse en casa.
Tras la caída de la tarde hemos cogido un ferry (imagen 3) que nos ha llevado hasta la segunda isla de nuestro viaje, la Isla de Phi Phi. Esta isla es mundialmente conocida por su belleza aunque también por la catástrofe del Tsunami de 2004, que se cebó especialmente con ella y con sus huéspedes.
El viaje en ferry ha sido muy entretenido; no os podéis ni imaginar la cantidad de islas que hay por esta zona. Tras llegar a puerto hemos visto que en Phi Phi hay mucho turista pero en la cual no hay ningún vehículo a motor. Con lo cual, todo se mueve a un ritmo especialmente tranquilo.
Viendo este carácter tan relajado a uno se le encoge más el corazón sobre cómo debió de ser aquella infame ola de muerte y devastación. Las señales en las playas indicando hacia donde correr en caso de alerta de tsunami hacen tener presente, tanto a los lugareños como a los turistas, aquel terrible suceso del que en un mes se cumple el octavo aniversario.
InDieQuito
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