Cotopaxia: patología obsesiva de duración variable derivada del Síndrome del montañero impaciente. Los síntomas son pensamientos circulares relacionados con el volcán Cotopaxi, sueños habituales con este pico, manipulación del entorno conocido con el fin de que le lleven a esa montaña y tendencia a introducir la palabra Cotopaxi en la conversación aunque no venga a cuento. La cura contra esta enfermedad consiste en ascender este volcán y hollar su cima. Un grupo especialista en estos tratamientos es la Asociación de Andinismo Nuevos Horizontes. Ellos me han curado a mí.
Por fin cumplí uno de mis objetivos en Ecuador, coronar el Cotopaxi. Lo mejor de todo y por lo que, según dicen, debo sentirme afortunado, es que ha sido en el primer intento de hacer cumbre.
Ayer llegamos al refugio sobre la 1 del mediodía, nos quedaban por delante 11 horas de tensa espera en las que comimos, dormimos o lo intentamos y preparamos los equipos. (Imagen 1) A partir de la medianoche se empezaba a generar lío en el José Ribas. Un hervidero de montañeros iban de aquí para allá con té, desayunos ligeros y crema solar. Jorge, el amigo que trabajó muchos años como tour líder, era mi guía esta vez. Salimos del refugio sobre las 00:30 y caminamos 1 hora hasta el glaciar con un terrible viento que ya había anunciado, durante el sueño, el silbido del exterior.
Inmediatamente después alcanzamos a otras cordadas que habían salido a las doce en punto y con nuestros frontales fuimos recorriendo todas las arrugas de este viejo volcán. Me fascinaron las formaciones de hielo del glaciar, que parecían gélidos retablos modernistas de una catedral antártica (imagen 2) o bosques congelados.
La excursión en sí, sin menospreciar a esta cima de casi 6000 metros, fue infame debido a un fortísimo viento blanco que te convertía en un hombre de hielo al cabo de uno minutos. Mi cara (nariz, pómulos, frente etc.) está quemada por el excesivo frío que aguantamos los pocos que llegamos a la cima. Puedo asegurar sin miedo que el sitio más frío en el que he estado en mi vida es la cima del Cotopaxi. Esa baja temperatura y esos vientos huracanados eran insoportables y eso que mi indumentaria era bastante elegante, a saber: camiseta térmica, polar delgado de Quechua, polar gordo de Quechua, abrigo de esquiar, cortavientos impermeable de la Benemérita, arnés, pantalones térmicos, pantalones impermeables, dos pares de calcetines térmicos, botas rígidas de alta montaña(similares a las de esquiar), crampones, pasamontañas, gorro con balaclava, braga militar, gafas de ventisca, guantes térmicos, mitones de alta montaña(manoplas), bastón, piolet, mochila… Mis gafas de esquiar se congelaban cada 3 segundos y tenía que ir rascando con mi guante congelado, seguro que he rallado el cristal…
Por otro lado está el asunto del oxígeno: a 6000 metros la presión atmosférica es menos de la mitad de la que hay a nivel del mar y por lo tanto la presión parcial del oxígeno es proporcionalmente menor, por ello, solo una mínima cantidad de oxígeno pasa del pulmón a la sangre.
No sé si será este clima habitual en las altas montañas de Ecuador pero si es así, anuncio desde ya que el punto culminante del Frontier5000 ya ha pasado y ha sido alcanzar la cumbre del Cotopaxi. El caso es que he visto fotos de cumbre del Cotopaxi y la gente no tenía varios kilos de hielo en la ropa…
Para terminar, quería comentar que le hice un pequeño tributo a mi pueblo, Maella, fotografiándome en la cumbre con el escudo de la villa (Imagen 4). Llegué muerto a la cima y era un infierno helado pero en los 3 minutos escasos que estuvimos allí hicimos fotos justo antes de tumbarme en el suelo destrozado, estaba tan roto que tenía un poco de miedo por el descenso. Sin embargo todo salió bien. Estoy convencido de que ha sido el día de deporte más duro de mi existencia; aunque también recuerdo que mi debut en la San Lorenzo (10kms) con 14 años me resultó durísimo.
DieQuito
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