Cuando, durante mis nerviosos últimos días de estancia en España, diseñé quirúrgicamente mi equipaje, una de las partes importantes y vitales fue el equipo de montaña. Abrigo de esquiar, polares, bufandas, guantes interiores, guantes impermeables, botas, gafas de ventisca, etc. Todo esto ocupaba un sitio terrible en comparación a su utilidad real: solo unos fines de semana. El pantalón de esquí se quedó en el armario por falta de espacio.
Ahora ya en Ecuador, viendo que mis intenciones de hacer cumbre son firmes y que mi pie responde, he tenido que realizar algunas adquisiciones para completar mi equipo: unos mitones (manoplas) para combatir mejor el frío, un gorro, una visera, unos pantalones impermeables (esto me lo deja un amigo Guardia Civil). Así como los bastones, el piolet, el arnés, la mochila, el saco de dormir y las polainas. José Miguel se ha portado de lujo conmigo.
Voy a necesitar todo eso más crampones, linterna frontal y botas plásticas-rígidas para coronar el Cotopaxi, que está planeado para antes de que acabe el mes de junio. De hecho el Frontier5000 va viento en popa: la primera fase, ascensiones inferiores a 5000 metros, está completada tras la cima en el Ruco, la casi cumbre en el Sincholagua y la llegada hasta el refugio del Cotopaxi.
La segunda fase comienza esta semana y constará de expediciones a más de 5000 metros y dormir en altura (a más de 4500 metros) para ir aclimatando como es debido.
La tercera fase es el sueño del Cotopaxi en sí.
DieQuito
Comentarios recientes