No os dejéis engañar por la apariencia de autopista o autovía que tiene la Panamericana. En muchos tramos tiene varios carriles en cada sentido pero de vía rápida nada. Truncada con frecuencia por semáforos y rotondas, los conductores la hacen todavía más peligrosa con sus altas velocidades debido a la ausencia de radares y por su forma de entrar a la calzada por los accesos de carretera nacional, que no incorporaciones. Esto sin mencionar la cantidad de animales que cruzan la carretera o las zonas de obras con apenas señalización que la estrechan de repente de 3 a 1 carril sin pivotes colocados escalonadamente. Lo dicho, una locura.
Seguramente en casi dos meses ya habré comentado que la gente no «maneja» muy bien y que hay muchos temerarios al volante. Pero la Panamericana se merecía una mención independiente por ser el camino que, semana tras semana, me acerca a mi parque fetiche del andinismo, el parque Cotopaxi (5 de mis 6 ascensiones han sido allí).
Además, la Panamericana no solo pasa por Ecuador, sino que forma parte de una extensísima red de carreteras unidas que unen Alaska con la Tierra del Fuego (la punta más meridional de Argentina). La región que cruzaron Magallanes-Elcano en su heroica vuelta al mundo hace casi 500 años. 28.500 kms de asfalto ininterrumpido. La ruta 66 es una nimiedad en comparación a esta peregrinación desde el Ártico hasta la Antártida.
DieQuito
Comentarios recientes