¿Por qué hay deslaves? ¿Será el abrupto terreno? ¿Serán las rocas de la zona? ¿La arena tal vez? ¿Las lluvias torrenciales que nos visitan casi todas las tardes? ¿O la suma de todos estos factores? Lo cierto es que existe ya un largo historial de deslaves que se han llevado la vida de muchas personas.
Todos los días hay pequeños corrimientos de tierra, o deslaves como les llaman aquí, que invaden las calzadas sin consecuencias. Esta mañana desde un autobús de cuando Franco todavía vivía, he fotografiado este pequeño ejemplo.
El lunes hubo uno enorme en la Simón Bolívar, que es un análogo al cuarto cinturón de Zaragoza (imagen bajo estas líneas). Cinco personas perdieron la vida y otras tantas resultaron heridas cuando se derrumbó una pared de tierra de unos 50 metros de altura y una inmensa ola de piedras invadió los 6 carriles de esta autovía. Entre 2000 y 6000 metros cúbicos de arena y lodo enterraron a varios vehículos que, cuando fueron sacados por los vehículos de emergencias, parecían bolas de papel prensadas por algún titán malhumorado.
Lo peor de todo no es esta remota posibilidad de accidente de transito sino todas esas pobres gentes que viven en terrenos con pendientes elevadísimas y que sufren deslaves con frecuencia, deslaves que destruyen sus hogares y que acaban con sus vidas.
Segunda imagen: ecuadorpordentro
DieQuito
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