Os dejo a continuación el vídeo sobre el intento de ascensión al Cervino. No llegamos a buen puerto pero las imágenes dan fe de la experiencia vivida.
DieQuito
Aventuras, montañismo y viajes exóticos
Teníamos previsto madrugar pero cuando yo me he desvelado era todavía de noche. Tampoco había tanta urgencia por abandonar este motel de carretera que recordaba a las películas de mafia y asesinos a sueldo, pero las ganas de regresar siempre están ahí tras un viaje agotador.
Mis vacaciones han llegado a su fin, pero el Cervino realmente era un periplo en el que el objetivo final nublaba el sentimiento vacacional de otros viajes. Hoy nos hemos comido una panzada de 800 kms, 400 a través de Francia y otros tantos ya en España. Lo más reseñable ha sido una niebla densa que también recordaba a películas, aunque en este caso de terror, que gobernaba todo el paisaje en los alrededores de Montpellier y que filtraba la luz solar (ver imagen)
Por lo demás, un viaje sin contratiempos, que es algo de agradecer cuando se viaja por carretera en lugar de por avión. Esperemos que con este grupo el próximo viaje sea al otro lado del charco, para que tengamos que comprar billetes de avión por narices ; ).
Hasta pronto queridos amigos, espero poder volver a organizar aventuras muy pronto. Por último, muchas gracias de nuevo a los patrocinadores que han hecho este viaje posible: Eboca, Universidad San Jorge, Turispain y Delicias del Guadalope. Mil gracias de todo corazón.
DieQuito
Hoy, Cervino 2017 ha empezado su grand finale. A primera hora y poco después de recoger el apartamento de Täsch, hemos puesto rumbo hacia Valence, nuestro punto intermedio en el viaje de regreso. Felizmente, decidimos que con una panzada de 1300 kms del tirón era suficiente y que a la vuelta haríamos el viaje en dos tandas.
Poco después de salir de Suiza, nos hemos detenido a comer en Annecy, el pueblo en el que un enchufado Alberto Contador realizó una contrarreloj de leyenda en el Tour del 2009. Este pueblo tiene una villa antigua preciosa en la que destacan el Palacio de la Isla y unas callejuelas preciosas. También tiene canales, el puente del amor y un lago precioso con vistas a la cordillera de los Alpes. Una parada más que recomendable.
Minutos después de terminar la comida hemos proseguido nuestro viaje hacia Valence, el pueblo en el que teníamos reservado el motel.
Hemos tenido suerte y al lado del motel hay un circuito de karts indoor a dos niveles que Marcos y yo hemos sido incapaces de resistir a probar y nos hemos pegado una buena picada sobre el asfalto.
Después de cenar hemos ido a visitar el centro de Valence ya en plena oscuridad. La catedral de St Apollinaire es bien bonita, aunque la ciudad estaba muy tranquila por ser entre semana y tan solo nos hemos comido un helado antes de irnos a descansar.
DieQuito
Reseña de un intento infructuoso de ascensión al Cervino por la cara norte
Calma tensa
A las 4 de la madrugada sonó “Bad kingdom” de Moderat. Me apoyé en el frío cristal de la ventana tratando de vislumbrar algo en la oscuridad y una manada de estrellas me dio la bienvenida. Sonreí, dando gracias porque la meteorología era buena en el día D hora H. Era el momento de prepararse.
Tras equiparnos para la ascensión, bajamos a desayunar. Mientras degustábamos un poco de queso emmenthal, mermelada de naranja, pan de centeno y café soluble se palpaba una calma tensa. Sabíamos que ahora comenzaba lo serio y que hasta el amanecer no sería agradable avanzar por aquellas paredes de roca.
De Hörnli no sale nadie antes que los guías y, por lo tanto, hasta las 4:50 no fue posible comenzar la ascensión. Esto ya truncaba mucho nuestros planes y por ello nos pusimos como límite coronar a las 11:30 de la mañana, para poder bajar sobre las 21:00 0 22:00 horas a Zermatt. Todo iba muy justo ya desde el principio. El plan no permitía ni un imprevisto.
Abotellamiento
Tras avanzar los primeros metros en horizontal hasta el comienzo de la arista, nos topamos con un primer atasco en las cuerdas fijas. Unas 20 personas ascendían por la grieta mientras que otras tantas esperaban pacientes su turno para actuar. Ahí, esperando, espeté mi primera impresión: -“Así es imposible llegar a la cima, con semejantes atascos”. Como consecuencia del embotellamiento, no pudimos comenzar la ascensión hasta pasadas las 5 y 15 y con los guías, nuestros faros, alejándose de nosotros de forma exponencial.
Una vez superada la grieta, la hilera de frontales se extendía sobre nosotros en la hueca oscuridad, dando tumbos, como confusas luciérnagas. Nos resultaba muy complicado seguir la ruta y nos la inventamos un poco, pasando por una zona de roca suelta. En ese momento, Alejandro desplazó sin querer una roca del tamaño de una maceta. Avisaron tanto él como David: “¡¡piedra, piedra!!”, pero Marcos y yo no tuvimos ni tiempo de reaccionar, tan solo nos encogimos de hombros llamando a nuestra suerte. La piedra cayó a tan solo un metro de nosotros. La calma se había esfumado de un plumazo.
Más problemas
Unos metros más arriba, Marcos hizo un apunte: “Buf, llevamos 20 minutos y me siento como si llevará muchas horas”. Este comentario lo sentí como si me hubieran dado un calambrazo en la espina dorsal… Marcos siempre está más fuerte que yo. Es un portento físico y aquellas sensaciones no indicaban nada bueno. Continué ascendiendo preocupado y pensativo.
Minutos más tarde Marcos le pidió a David y a Alejandro que esperaran, tenía algo que decirles.
Pasaron unos minutos más y David se ofreció para asegurar a Marcos en la bajada hasta el refugio. Con sus años de experiencia en escalada era el que mejor le podía asegurar en el descenso. Alejandro y yo esperaríamos cobijados el regreso de David.
Esperando al sol
En un recoveco, protegidos del frío, Alejandro y yo contemplamos un amanecer de los que se quedan grabados en la retina. Venus reinaba en el firmamento, reflejando la luz del astro rey y anunciando su llegada. En el ambiente el protagonista era un silencio que atronaba. Los dos sabíamos que la cima, ya de por sí difícil, se había desvanecido casi por completo. Pero cuando la mente no responde, no hay nada que hacer y es algo que nos puede pasar a todos.
A pesar de que todo se había torcido, en mi cabeza, siempre optimista, merodeaba el sentimiento de que habíamos venido a luchar, y que había una partida por jugar, aunque fuera con una hora y media de retraso. Quizás si no teníamos problemas para encontrar la ruta y marcábamos un ritmo fuerte podríamos llegar muy arriba, quién sabe hasta dónde, quizás hasta la cumbre.
Por fin, a las 6:30, David volvió a aparecer con su frontal, sudoroso por haber cubierto el desnivel de la forma más ágil posible. Alejandro y yo, por el contrario, estábamos fríos tras esa espera de 40 minutos a la luz de un alba anaranjada que seguíamos contemplando embelesados. Marcos ya estaba en el refugio, afortunado él.
En busca de señales
Lanzamos la vista hacia arriba y no había ni rastro de las otras luces que antes nos marcaban el camino. Seguramente ya no las necesitaban. Nosotros también apagamos el frontal y proseguimos la ascensión una vez montada la cordada de tres. La ruta del Cervino por la cara norte está señalada, pero muy sutilmente, probablemente para que los guías sean los auténticos dueños y señores de esto. Sin ellos, que se conocen el camino, avanzar por aquí es como introducirse en un laberinto de roca en el que las posibilidades de encontrar un callejón sin salida son enormes.
Fuimos viendo flechas rojas, puntos azules, alguna cuerda fija, y empezamos a avanzar con seguridad, sin mirar hacia el abismo que se abría a nuestras espaldas.
Desorientados
A las dos horas de ascensión, la ruta se hizo más y más inescrutable. Los caprichos de la roca ofrecían pasos sencillos que desembocaban en caminos imposibles. El principio de la cordada se asomaba por un lado y daba su impresión al respecto. El final de la cordaba se cruzaba hacia la otra cara de la arista para ver si era posible avanzar por allí. Estábamos perdiendo un tiempo irrecuperable y la cima ya era algo imposible a esas horas de la mañana (8:30). El trazado de mi GPS da fe de los bandazos que dimos por la montaña en busca de la ruta.
Recuerdo muy bien un sobresalto. Alejandro se agarró a una piedra de más de 50 kilos que se movió y que amenazaba con caérsele encima. Se las arregló para depositarla de nuevo, pero tuvimos que pasar con mucho cuidado por aquel punto, sin tocarla. Aquella montaña se estaba comportando como una fiera indomable.
Hablo por mí, aunque imagino que, en lo más profundo de nosotros, todavía reverberaba la sensación de que si Marcos, uno de los chicos más valientes que conozco, se había dado la media vuelta, quizás todos deberíamos haber hecho lo mismo.
Desmoralizados
Fue en aquel lugar, a una cota de 3700 metros aproximadamente, desde donde ya se podía contemplar la cabaña de Solvay en la lejanía, cuando decidimos que, si era imposible llegar a la cumbre, no tenía sentido seguir ascendiendo para arriesgarse tanto en la bajada. Teníamos unos 500 metros de desnivel que descender hasta el refugio. Había que asegurar, montar algún rapel y bajar con mucho cuidado para no sufrir un resbalón que pudiera desembocar en un problema fatal para toda la cordada. Seguir subiendo era una opción muy necia y arriesgada, especialmente si tenemos en cuenta que la meteorología para la tarde anunciaba lluvia.
La decisión definitiva la tomamos cuando llegamos a una argolla para rapelar, que esperaba solitaria en un extraño lugar. Hacia arriba no parecía haber camino, y hacia los laterales tampoco. Solo quedaba descender. Nos hicimos unas fotos y la batalla por el Cervino había terminado para nosotros.
Air Zermatt
Al igual que encontrar el camino de subida había sido difícil, encontrar el de bajada nos puso sobre la mesa problemas similares. El helicóptero de Air Zermatt, o uno de ellos, comenzó a pasar por encima de nuestras cabezas. Alejandro dijo que le tranquilizaban. A mí en cambio me recordaban a los bombarderos de Dunkerque sobrevolando la playa del espigón que ha filmado Nolan con tanta maestría. Parecían estar controlando si nos las arreglábamos para encontrar el camino de descenso, aunque los rescates en el Matterhorn son tan habituales que quizás ni siquiera repararon en nuestra presencia. Luego vimos que descendía hacia el glaciar, lo cual nos parecía muy raro. Lo triste del asunto es que, al parecer, un alemán resbaló al vacío y cayó hasta el glaciar. 600 metros de caída. Fin. No le pongo ni cara, pero esa noche había cenado en la misma sala que ese muchacho que, a buen seguro, amaba la montaña y este espectacular pico.
Retirada
La bajada fue tan tensa como se preveía y aunque finalmente fuimos encontrando el camino con relativa facilidad, ninguno de los tres nos quisimos imaginar bajando aquellas paredes al límite de nuestras fuerzas. Por suerte, al haber subido tan solo hasta la cota 3700, íbamos muy frescos de físico.
Al llegar al refugio la sensación de tranquilidad se adueña de tu persona. Has salido de la zona peliaguda, ahora solo quedan varias horas de caminatas por senderos hasta Zermatt. En Hornli, nadie pareció sorprenderse de nuestro regreso hacia el mediodía, ya que muchos son los que se dan la vuelta sin conseguir el preciado trofeo.
Un largo paseo para la reflexión
Bajando hacia Zermatt, decidí que quería llegar andando hasta casa, hasta Täsch, que son unos 6 o 7 kms más. Había mentalizado a mi cuerpo ya para una jornada muy exigente, de muchas horas, y estar bajando hacia Zermatt a la 1 de la tarde era muy descafeinado. Así pues, estuve caminando hasta las 16:30 de la tarde, desde el refugio Hornli hasta Täsch, habiendo descendido previamente desde unos 3700 metros. Tras 25 kms de caminata y 12 horas con las botas puestas, me sentí realizado a pesar de la ausencia de cumbre. Los amigos con los que he compartido esta semana valen más que miles de cimas. Solo puedo estarle agradecido a este grupo con el que ya coronamos el Mont Blanc el pasado año y con el que me quedan decenas de aventuras por delante.
Yo he decidido que quizás sí vuelva a esta montaña, pero la condición sine qua non será la contratación de un guía que se sepa el camino, para evitar salirse de él, con el consiguiente riesgo de quedar enriscado o asumir compromisos innecesarios en pasos delicados que esperan a sus presas en los alrededores de la ruta correcta. Meditaré sobre ello, sobre si quiero conquistar esta montaña que en el primer asalto no nos ha dejado ni una mísera opción de victoria. No siempre se puede conseguir lo que se anhela.
DieQuito.
Ya estamos en el refugio de Hornli y desde aquí, la montaña impone muchísimo. Una afilada arista se extiende hacia el cielo como advirtiéndote de que por allí no es el camino, pero para todos los montañeros que hoy están alojados en este refugio, esta noche será el único camino. El Matterhorn o Cervino ha sido un pico que ha centrado los sueños y esperanzas de todos los alpinistas, de muchas épocas, y desde que se ascendió por primera vez en 1865, ha sido un objetivo prioritario para todos los amantes de las montañas. Contemplándolo desde aquí abajo, no es de extrañar que haya sido así.
Hoy el día se ha levantado cerrado en Täsch, con muchas nubes y lloviendo, sin embargo, al llegar a Zermatt, el cielo se había abierto y en Schwarzsee ya no había nada de tormenta.
Hasta Hornli hemos subido a un paso muy tranquilo, guardando fuerzas para la ascensión. El refugio del Matterhorn es una especie de hotel de 4 estrellas tanto por precio como por el propio refugio en sí, siendo el mejor de largo en el que he dormido jamás. Después de comer hemos ido inspeccionar los primeros 150 metros de ruta, que esta noche nos tocará hacer en plena oscuridad. El Cervino te recibe con una cuerdas fijas nada más comenzar. Luego hay un tramo a pie con algunos pasos comprometidos. No hemos querido ascender más para guardar energía.
De madrugada partiremos definitivamente hacia la cumbre. Pronto tendréis noticias nuestras.
DieQuito
Víspera del ascenso al refugio de Hornli y por lo tanto día de reposo total. Hay que recargar bien las pilas que el fin de semana se plantea bastante exigente.
Lo primero que hemos hecho por la mañana ha sido preparar las mochilas que nos vamos a llevar a la ascensión. También hemos adelantado con la maleta porque el domingo llegaremos muy tarde y el lunes a primera hora debemos dejar libre el apartamento.
A mediodía he hecho el vídeo de la ferrata del otro día, con trozos filmados con la GoPro de David y con mi SJCam. Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis a ritmo de AC/DC.
Por la tarde, aburridos, nos hemos subido a Zermatt, a hacer algunas compras y a dar un pequeño paseo. Todo está listo para la gran ascensión y ahora os voy a dejar un pequeño cronograma para que os vayáis situando en lo relativo a los horarios.
A primera hora subiremos a Zermatt para coger el teleférico hasta Schwarzsee, a 2600 metros. Desde allí caminaremos un par de horas hasta el refugio Hornli, ubicado al comienzo de la arista, a 3250 metros. A mediodía descansaremos un poco y por la tarde avanzaremos un poco hacia arriba para ir situando la ruta, al menos las dos primeras horas, que las haremos durante la noche cerrada. Volveremos antes de que anochezca, cenaremos y a dormir.
Ya en la madrugada del domingo, a las 2:00 de la mañana, pretendemos despertarnos y salir del refugio antes de las 3 de la madrugada rumbo a la cima. Calculamos unas 7:30 horas de ascenso, fotos en la cumbre y unas 8 horas de descenso hasta el refugio, porque hay que montar innumerables rápeles.
A las 18:30 estaríamos por lo tanto en el refugio de nuevo, pero hay que seguir bajando, 1400 metros de desnivel hasta Zermatt, porque el teleférico ya no funciona a esas horas. Así que calculamos unas 3 horas más de descenso. Sobre las 22:00-22:30, ya en plena noche, estaremos por fin en Zermatt, en donde tendremos que coger el tren hasta Täsch. Unas 20 horas de actividad non-stop.
Esperemos que el cuerpo responda y el clima nos respete.
DieQuito
Después del primer día de transición, en el que apenas éramos personas tras habernos pasado 15 horas en el coche la noche previa, hoy era la primera jornada en la que empezábamos a disfrutar del viaje y a aclimatar.
Lo primero que hemos hecho ha sido comprar comida en el supermercado de Täsch, que destaca por unos precios desorbitados. Las pizzas estilo Tarradellas cuestan 6 euros y un paquete de pechugas de pollo envasadas al vacío son más de 12 euros. Menos mal que ya traíamos la mayor parte de comida de España, así que el daño ha sido menor. También hemos cambiado euros a francos y ya nos hemos preparado para la primera excursión del viaje, al Europabrucke.
El Europabrucke o Europaweg es el puente colgante más largo del mundo. Para llegar a él hay que ascender unos 700 metros de desnivel desde Randa, un pueblo que hay muy cerca de Täsch. En menos de dos horas estás en este puente no apto para personas con vértigo ya que tiene el suelo de rejilla y se mueve de lo lindo. Estás a 2200 metros de altitud, a unos 90 metros del suelo en el punto central y fue inaugurado hace menos de un mes, así que hemos sido unos afortunados por haber disfrutado ya de esta maravilla de la ingeniería.
Hemos comido unos bocadillos en plena pradera de montaña cerca de una cabaña que recordaba a Heidi y luego hemos bajado al apartamento a relajarnos en la piscina climatizada.
Después, hemos preparado las cuerdas de escalada, marcándolas para rapelar y estirándolas porque estaban muy rizadas.
Antes del atardecer, sobre las 7 de la tarde, Marcos y yo hemos salido a correr rumbo a Zermatt, que está unos 250 metros más arriba y a unos 7 kms de distancia. En 3 cuartos de hora estábamos contemplando el Cervino por fin, ya que desde Täsch no se ve la preciosa montaña. Hemos llevado un buen ritmo, y sin duda ha sido un excelente entrenamiento de aclimatación porque estás corriendo a 1500 metros de altitud.
Zermatt es una pasada. Si Täsch me ha parecido un pueblo tranquilo, Zermatt es una auténtica capital en la montaña. Hoteles de lujo, tiendas de Moncler, Bogner, Hublot, Napapijri, Chopard… Consumismo al alcance del trekker pudiente… no es nuestro caso. Hay un McDonald´s, pero los McMenus cuestan 15 euritos… También hay restaurantes, pubs… ambientazo total. La lástima son los precios claro…
Menos mal que Alejandro hoy a preparado un CousCous que estaba delicioso que ha calmado nuestra hambruna sin necesidad de tener que ir a restaurantes con precios disparatados. Ahora ya es hora de dormir que mañana tenemos una vía ferrata por delante y un trekking hasta unos ibones. Se prevé día completito también.
DieQuito
Ya estamos en Täsch. 15 horas de viaje nos separaban de aquí y la noche fue bastante larga. En mi caso, me tocó conducir entre la frontera de España y Francia, y los Alpes, desde las 3 de la mañana hasta las 7 y media. David me dio conversación, Cristina durmió plácidamente, Marcos vio series de TV y Alejandro dormitaba a intervalos. Con el amanecer me despejé, aunque poco antes de la frontera con Suiza pedí relevo en el volante porque empezaba a sentirme bastante cansado y falto de reflejos.
Ya por la mañana hemos ido avanzando a través de valles y territorio suizo y yo apenas he podido cerrar los ojos media hora. Persiste el dichoso problema mío a la hora de conciliar el sueño en los transportes…
Por fin hemos llegado, sobre las 2 del mediodía. Los apartamentos Monte Rosa destacan por unas buenas instalaciones: piscina cubierta, pistas de tenis, sauna… Después de instalarnos y comer, el cuerpo me pedía a gritos una siesta y se la he concedido mientras el resto ha ido a divertirse.
Antes del anochecer hemos dado un paseo hasta el centro de Täsch. Un pueblo demasiado tranquilo a mi parecer. Respecto al clima, hace algo de fresco y el cielo encapotado nos ha impedido disfrutar de las buenas vistas.
Mañana iremos a cambiar euros por francos suizos, a comprar algo de comida y luego al puente Europabrucke, que es el puente colgante más largo del mundo y que acaban de inaugurar este mismo mes. Por la tarde queremos subir a Zermatt trotando para hacer algo de entrenamiento. Esperemos que nos haga un buen día. Las previsiones por el momento son buenas para toda la semana.
DieQuito
Hoy no ha sido un domingo cualquiera. Un poquito de bici estática por la mañana me ha puesto a tono para empezar a ajustar el volumen de las dos mochilas que se nos permiten en el coche de Marcos. El just in case ha sido totalmente puesto en cuarentena y por no llevar no llevamos ni saco de dormir, nos la jugamos a las mantas plagaditas de chinches del refugio. Esperemos que haya mantas para todos… y chinches para otros.
Tras cerrar las mochilas por la tarde nos hemos ido a cenar al Cervino de Puerto Cinegia, que si bien no es mítico de la Química, sirve a la perfección como simbólico sucedáneo, emulando a la nocturna parada en Montblanch camino de Chamonix el año pasado.
Ahora nos quedan unas 14 horas de viaje por delante. Las dos primeras escuchando el partido del Real Madrid en mi caso… Cada uno matará el tiempo como pueda. Luego, conforme vaya avanzando la noche, nos iremos turnando al volante. En cuanto lleguemos a Täsch, nuestro cuartel general, os contaré qué tal ha ido este viaje de 1300 kms en coche.
DieQuito
Faltan 12 días para que nos metamos en un Cáctus grisáceo rumbo a Tasch y ya hay logotipo de la ascensión a la montaña. Tonos azules y metálicos, que recuerdan un poco al logo del Chimborazo 2015. En el lateral izquierdo los colores se combinan en una especie de camuflaje militar, porque sin duda va a ser una batalla épica. Según Marcos (Saqués), tenemos un 40% de posibilidades de coronar esta cumbre… Esperemos que ese pronóstico sea muy pesimista y que podamos conseguir la cima más mítica de los Alpes suizos.
David (Vicente) y Alejandro (Revuelto) son los otros integrantes de esta expedición a la pirámide de Zermatt y ya coronamos juntos el pasado año el Mont Blanc.
DieQuito
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