Hoy ha dado comienzo este viaje que tiene la primera parada en Barcelona, en casa del gran Borja Noguera y su encantadora chica. No entiendo muy bien la lógica de la amistad humana, solo sé que con Borja parece que no pasa el tiempo y cuando nos volvemos a ver, con meses interminables de por medio, todo sigue siendo igual de fluido que siempre. Como un hermano para mí, no podía desaprovechar la oportunidad de verlo de nuevo y por eso decidí adelantar mi viaje a la ciudad condal un día antes de que partiera mi vuelo.
Me han recibido con una suculenta cena de queso de trufas de Lérida, jamón ibérico, robellones tostados al aceite, que hemos acompañado con un conveniente vino tinto de los de siempre, perfecto antes de un país en el que está prohibido el alcohol. ¿Cuantas cenas le debo ya a este hombre? Me tengo que escudar en que no viene nunca por Zaragoza…
Se nos ha hecho tarde bebiendo un whisky Lagavulin de 16 añazos, de esos que todavía se produjeron en los noventa. Y como siempre, hemos acabado llorando de emoción recordando los años de Mapfre, Sutton y Olot.
Ahora toca descansar, porque si bien mañana mi vuelo es a mediodía, me esperan muchas horas de vuelo y aeropuerto para llegar a Teheran. Cierro los ojos pensando que mañana voy a volver a ver a David, el mejor amigo que hice en India, después de 3 años y medio.
DieQuito
Comentarios recientes