• ¡Una ambulancia, por favor! (día 187)

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    Debían de ser alrededor de las 4 de la mañana, cuando una sucesión de sueños extrañísimos terminó por despertarme. Me levanté y lo primero que sentí fue que el suelo cedía, como si estuviese inclinado. Tenía la boca tan seca que parecía que en lugar de saliva, tuviese arena en ella. Bebí toda la botella de agua que me quedaba y me volví a acostar desorientado. En cuestión de dos minutos volvía a tener una sed atroz y comencé a sufrir un terrible dolor de estómago. Me levanté de nuevo y me miré en el espejo. Mis ojos estaban bañados en sangre…

    En calzoncillos salí por el pasillo del hotel en busca de ayuda, regresé al cuarto y llamé a recepción. Pedí agua mineral, en cantidades industriales a poder ser por favor, y comencé a notar como mi pulso se aceleraba de manera imparable… Me arrodillé y me metí los dedos para intentar vomitar, pero apenas expulsé bilis. Uno de los botones del hotel ya estaba a mi lado, asustado y superado por la situación. En ese momento me incorporé y me di cuenta de que estos síntomas eran demasiado extraños y que no se iban a ir por las buenas. Nunca había hecho esto antes… Llamar a una ambulancia es algo tan serio, que debes estar muy seguro y tras unos segundos de duda, aposté por la ambulancia.

    Este país sigue siendo el tercer mundo por mucho que se empeñen y en la puerta me esperaba un autorickshaw que me llevó a la clínica más cercana. Llegué allí y todos los vigilantes estaban acostados en los sofás. No he visto una mayor inoperancia en mi vida. Yo no podía quedarme quieto ni un segundo y de repente me sobrevino de nuevo esa sed del desierto. A pesar de que el policía no me dejaba pasar, vi una fuente de agua mineral y me zafe para alcanzarla y empezar a beber en el suelo, mojándolo todo.  Saciado volví de nuevo al lobby pero no había doctor ni podía verse allí un ápice de ayuda.

    Regresé al tuc-tuc y le inquirí a llevarme al Max Hospital, el mejor de Delhi según el cuerpo diplomático y cuando llevamos 10 minutos de trayecto me dice que costará cerca de 45 minutos llegar. La sed subía por mi tráquea como un virus que se extiende sin remisión y ahí decidí llamar al policía de la misión española. Mi boca estaba demasiado seca para poder expresarme con claridad pero finalmente conseguí quedar en la Embajada… El conductor del Autorickshaw no encontraba la embajada y en ese instante sí que me asusté de verdad porque todos los labios se me pusieron blancos por la falta de agua y estaba todo cerrado, ni un mísero quiosco abierto. Creí que iba a morir deshidratado, por unos momentos lo creí… 13 de abril de 2013.

    Ya estaba amaneciendo y mi visión era peor con la luz del día ya que mis pupilas estaban muy dilatadas. Encontramos la embajada y el guardia me reconoció al instante. Entré y bajé hasta el sótano en donde hay otra de esas fuentes  minerales. Allí terminé con el sufrimiento de la sed.

    Cuando volví a subir las escaleras llegaba el policía corriendo y me trasladaron rápidamente al hospital East West de Kailash Colony. Gotero, medicinas y análisis de sangre… Mañana domingo, la segunda parte.

    InDieQuito

    Imagen: interwifisa