Anoche fuimos primero al Hotel VillaBlanca, situado cerca del mar y con un M6, Ferraris, Mustangs y demás joyas de la automoción aparcadas en la puerta. Dentro había fiesta privada y nos tuvimos que quedar en la zona de copas, donde nos pegaron buenos sablazos.
Después bajamos al V-Club, que por muchos motivos me recordó a las grandes discotecas de Nueva Delhi como Lap, Kitty Su o Ludus. Nos hicieron pagar impuesto de occidentales en la entrada y dentro por los cubatas nos soltaron unas hostias… Al menos, había buena performance con gente disfrazada, música actual y un gran ambiente. Como curiosidad, no sabían lo que era el ron… (por lo visto aquí nadie bebe eso) y finalmente nos pusieron ron blanco… auténticos cubalibres.
Nos quedamos hasta el cierre y eso que hoy teníamos un viaje de los largos. Estamos apurando lo que nos queda de juventud, supongo.
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Hoy hemos amanecido tarde… y nos hemos ido a Rabat desanimados y cansados por el ritmo de los últimos 3 días. Visitamos Rabat solo por el hecho de que hay que volar desde esa ciudad, porque la capital de Marruecos no tiene muchas cosas interesantes.
El viaje en tren ha durado poco más de una hora y tras llegar nos ha costado mucho encontrar un sitio para comer. Ibamos a ir al Dinarjat, pero estaba cerrado, y así ha sido con los otros dos restaurantes tradicionales a los que hemos intentado ir. Al final hemos comido en un sitio turístico al lado del mar. Caro y simplón, pero el hambre gobernaba nuestros cerebros.
Allí ha acudido Claudia, otra medio maellana viajera empedernida que lleva un tiempo viviendo en Rabat. Después hemos ido juntos al fuerte de los Oudayas, que es más bonito por las callejuelas azules que por el propio fuerte en sí.
En la calle Souika hemos visitado el zoco de Rabat y allí sí que hemos comprado un montón de recuerdos. El zoco estaba tan atestado de gente que se ha producido un atasco del que no se podía salir. Incluso la marabunta de gente amenazaba con derribar los puestecillos ante la indignación de sus propietarios. Muy cómico todo.
Ahora estamos en el aeropuerto esperando para embarcar. Llegaremos a Madrid sobre la medianoche y entonces nos queda un largo viaje de 4 horas en autobús hasta Zaragoza. Y mañana es día de trabajo… uffff
DieQuito
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