Hay días malos en la montaña y luego están los días como hoy.
Anoche, alrededor de las 22:30 horas nos poníamos a caminar rumbo a la cima del Chimborazo. La montaña estaba bastante pelada de nieve en comparación a como la recordaba pero sigue siendo un pico imponente. A la cordada original de Alberto y mía, liderada por Jorge Castillo, se habían unido 2 andinistas más de NNHH: Santiago y David, con este último casi coroné esta montaña en 2011. Además, venía una amiga de Santiago, Andrea. En este tipo de ascensiones, cuanta más gente mejor y esta afirmación ha tenido hoy más sentido que nunca.
Alrededor de los 5200 metros comenzaron los problemas y es que nuestro guía no podía continuar por un repentino dolor en la ingle. Los otros miembros de Nuevos Horizontes son gente experimentada que conoce la montaña, así que decidimos proseguir mientras Jorge descendía en solitario.
Unos metros más allá se nos unió otro ecuatoriano que se quedó solo porque el resto de su cordada también tuvo que descender. La montaña estaba hoy inmisericorde. Éramos de nuevo 6: David, Santiago, Andrea, Ángel, Alberto y yo.
Nos perdimos un poco en la zona del Castillo, teniendo incluso que escalar asegurados ante las paredes que nos estábamos encontrando, tratando de dar con el camino. La ruta definitiva hacia la cumbre la encontramos por fin hacia las 2 de la mañana y emprendimos la ascensión directa por la lengua de hielo. La noche, por otro lado, estaba siendo fría, pero espléndida, con una impresionante vista del manto estelar. Más cerca que nunca de las estrellas.
En torno a las 4 de la mañana, nos hallábamos a 5700 metros. Era la situación ideal, pronosticando la cumbre en la Veintimilla en torno a las 7 y la cumbre máxima para las 7:30. Las dos cordadas nos encontrábamos fuertes y bien hidratadas. El ritmo de ascensión era el óptimo y el trecho que nos quedaba era una pendiente de hielo continuada a 45 grados de inclinación. Larga, pero sencilla.
Pero lo inesperado puede asaltar en cualquier momento en la montaña y así sucedió…
A Alberto se le salió la rótula de la rodilla derecha provocándole un esguince. Gritos de dolor. Noche cerrada. Ladera helada. Falta el oxígeno. De repente, aquellas sencillas cuestas eran ahora como paredes y allí estábamos los 6, sin posibilidad de rescate, con una persona coja. Ante la imposibilidad de buscar refugio en la zona más expuesta de la montaña decidimos descender, con mucho cuidado mientras yo aseguraba a Alberto.
Estas laderas son adecuadas para descender de día, una vez has hecho la cima y la nieve se ha reblandecido con el sol radiante de la mañana. En ese momento eran pistas de patinaje sobre hielo y la oscuridad era total. Unos metros más abajo Andrea perdió el equilibrio y tras caer recibió un fuerte traumatismo en el cóccix, el último hueso de la columna vertebral, y apenas podía moverse. La situación se torno desesperada. En ese momento decidimos detenernos y esperar el amanecer para ver todo un poco más claro. El frío a esa hora te acuchillaba el plumífero, pero descender más en aquellas condiciones era inviable, pues nos arriesgábamos a más caídas.
A las 5 de la mañana han salido los primeros rayos de sol y nos hemos percatado rápidamente de que debido a la ausencia de luz y a la desesperación habíamos bajado un poco desviados, metiéndonos en un callejón sin salida, a 5700 metros. Ahora había que ascender unos 50 metros de nieve para retomar a la senda. Los enfermos no podían más así que tocaba pedir auxilio. Le he dado mi manta térmica a Alberto. Andrea también tenía manta térmica y Santiago se ha quedado con los heridos porque no estaba muy afectado por el frío, que era helador al amanecer.
Hemos emprendido el descenso para buscar ayuda. Teníamos dos opciones: una era regresar por la ruta normal, que nos demoraría unas 3 horas, otra era bajar por la ruta antigua, que nos permitía llegar al refugio en 1 hora pero que es un auténtico disparadero. Desde hace años está prohibido el paso por aquí por los constantes desprendimientos de roca y hielo de la inmensa pared que corona esta pedrera. Hemos escogido «el disparadero» para que la ayuda llegue lo antes posible. En total he contado hasta 4 piedras del tamaño de un puño que han pasado silbando nuestras cabezas. Hemos descendido muy deprisa porque es la única manera de minimizar el riesgo a recibir un impacto.
Hemos llegado al refugio agotados y a Jorge casi le da un ataque al corazón al enterarse de la noticia. Eran ya las 7 de la mañana. Con premura han coordinado el rescate desde el refugio llamando a los GOE que, nada más llegar, han subido para arriba como cohetes armados con camillas mientras nosotros dos recargábamos las pilas. Le he tenido que dejar unas botas a un amable guía del refugio que se ha unido al rescate y que al parecer no tenía a mano unas adecuadas para subir allá arriba. Uno de los motivos por los que quería bajar rápido al refugio era para que se hiciera uso del seguro FEDME que tanto Alberto como yo tenemos contratados para estas situaciones. Sin embargo, no ha hecho falta porque los GOE realizan estos rescate sin cobrar al rescatado.
Por fin los guías del refugio han divisado a Andrea y Santiago regresando por la ruta normal a tientas y a Alberto bajando solo por «el disparadero» , así lo han comunicado por Walkie Talkie. David ha cogido un saco de dormir y agua caliente y ha subido para arriba a su encuentro por la ruta normal. Minutos después, Jorge y yo hemos subido hacia «el disparadero» en busca de Alberto.
A las 9 de la mañana, a la altura del segundo refugio, nos hemos enterado de que los del GOE no lo habían encontrado y esto nos ha preocupado y mucho. Mala suerte y una piedra cabrona y Alberto podría haber sido malherido. Su exposición al riesgo era más elevada por bajar de forma lenta a causa de su lesión.
Por fin, hemos dado con él a las 10, a unos 5200 metros. ¡Vaya abrazo! Jorge se ha quedado a su lado mientras yo he bajado corriendo al refugio para comunicar que Alberto estaba bien y que centraran sus esfuerzos en Andrea y Santiago, que estaban bajando penosamente con David.
Finalmente, los han encontrado y han encamillado a la pobre Andrea, que aullaba de dolor a las puertas de la ambulancia, en torno a las 3 de la tarde.
Vaya día aciago y aun así damos gracias porque todos los heridos están en buenas manos. A Alberto le han hecho radiografías y se ha descartado la rotura. Andrea por su parte, mejora de su golpe.Muchísimas gracias a todos los guía, GOE y personal sanitario que participó en el rescate y atendió a los heridos. Muchas gracias también a Marco (Pantani), por su apoyo moral. Eres un maestro amigo.
Apago los ojos ahora, tras regresar de Riobamba y más de 40 horas sin dormir.
Ha sido 13 de septiembre y no soy supersticioso.
Qué emoción y qué mala suerte.
Ánimo, ¡lo vas a lograr!
Menuda historia. Lo importante es que habéis salido enteros.
¡A por él!
nadie puede explicar la satisfaccion que sentimos al hacer lo que mas nos gusta Montaña, donde el frio el cansancio las fuerzas llegan a su limite y solo quedan en nosotros esa satisfaccion inesplicable. mientras tanto seguiremos conquistando cumbres, porq esta en nuestro ser y no importa los trompiesos, porq sere mas fuerte y mi logro sera mi orgullo y satisfaccion. Amigos sigan adelante.
¡Menuda aventura habéis vivido! Gracias a Dios no ha habido que lamentar nada más grave.
Pronta recuperación para los lesionados.
Saludos!
Lo que no mata fortalece.
Hoy sois mucho mas fuertes que ayer.
Gracias pro el ejemplo.
Animo!!!!
suerte campeón, otra historia mas para contar , la montaña es lo que tiene te da lo mejor , pero cuando se pone cabrona hay que sobrevivir .
Madre mia diequi vaya historia!!! Temia el final a cierto punto te lo juro, espeluznante, suerte xa la proxima ascension campeon!!
Makina, enhorabuena. Eres un campeón. Habeis superado una situación durísima…
El disparadero por la ruta del castillo es peligroso,fuí testigo de que una piedra pasó como una bala cerca de mi, suerte pana y muchas cumbres mas.