• Thrissur y Nattika

    Ya hemos dejado atrás el bullicio de Fort Kochi y nos hemos acercado primero a un retiro ayurvédico de Thrissur, en el que hemos jugado una partida de ajedrez y hemos disfrutado de una infusión especiada.

    La calma reinante del lugar te embelesa, y la verdad es que el tiempo parece haberse detenido en este lugar. Hemos pasado varias horas relajándonos y hemos comido un plato a base de salsas y arroz. Algunas de las salsas son picantes y otras en cambio tienen un toque dulce gracias al coco. Lo más bonito de este plato típico es que se come encima de una hoja de platanero.

    Por la tarde, cerca del fin del día, hemos ido a Nattika con el objetivo de hacer unas fotos al tradicional encendido de las lámparas de aceite.

    A los que amamos India, este tipo de rituales y de tradiciones nos conmueven. De nuevo uno es testigo de algo que lleva haciéndose siglos, de la misma manera, con mujeres vestidas con sarees de vivos colores encendiendo las lámparas del jardín.

    Es un momento único que he tenido la fortuna de fotografiar desde varios ángulos. Por este tipo de momentos, los viajes a la India son obligatorios hoy en día, porque es como si se tratara de un viaje en el tiempo.

    DieQuito

  • Atardece en Cochín

    Los atardeceres naranjas generan fascinación en todas las personas que conozco, quizás por ello ayer, la playa de Fort Kochi estaba abarrotada de personas que querían disfrutar de la magnífica vista dirección oeste que ofrecía el cielo durante el ocaso.

    En aquella plaza a la que se accede tras bajar por una especie de barranco descuidado, centenares de indios descalzos posaban delante de las cámaras mojándose los pies y sonriéndole a la vida. El cielo estuvo coloreado más de 20 minutos, mientras al fondo en medio de la gran bahía y barco carguero de la flota Shreyas realizaba lentamente la última aproximación al puerto de Cochín. Ante aquella estampa pude imaginarme la de miles de veces que se ha repetido aquella situación durante los últimos cinco siglos. En el siglo XVI los barcos que se acercaban al puerto de Cochín serían galeones, pero las personas que disfrutaban de los crepúsculos naranjas justo desde aquel mismo punto seguro que eran personas con sueños y problemas, que buscaban en las nubes de colores rojizos una forma de evasión y un jarabe de paz para sus preocupaciones.

    Eso sí, en pleno 2024, los smartphone si que marcan un punto diferencial con aquellos moradores de Fort Kochi de la época colonial, pero a la vez nos permite poder enseñar este mágico momento a otras personas que se lo perdieron y que no estaban aquel 29 de septiembre de 2024 en la plaza de Fort Kochi a las 18:00 horas de la tarde.

    DieQuito

  • The Malabar Junction restaurant

    Relais & Chateau siempre es una garantía de calidad y por eso consideramos que este restaurante llamado The Malabar Junction, ubicado en el medio del pintoresco Fort Kochi, no iba a defraudarnos.

    A la cena asistimos, además de David y yo, un delhita llamado Asish y una francesa llamada Camille, a la que ambos conocían a través de sus negocios del sector del turismo.

    La comida estaba muy bien elaborada y el único punto negativo fue que nos ubicaron en el medio de un jardín en el que los mosquitos se multiplicaban a la luz de los focos. El peligro de la picadura de un mosquito en un país tropical es que es posible contraer dengue y otras enfermedades como la malaria.

    A pesar de ese pequeño inconveniente, los platos fueron variados y con el punto justo de picante, por lo que esto ya puede considerarse digno de aplauso en un país como India. En demasiadas ocasiones, el exceso de picante ha terminado por amargarme la comida y ha conseguido que todo lo que comiera tuviera el mismo sabor.

    DieQuito

  • El Dutch Bungalow de Fort Kochi

    En cuanto aterrizas en Cochín y empiezas el largo viaje desde el aeropuerto hasta Fort Kochi te das cuenta de que vuelves a estar en India por ese olor a pimienta quemada que lo invade todo, y también por el desordenado tráfico motorizado que admite autoricksaws, coches de diseño barato y algún que otro autobús desvencijado.

    En Kerala, nos encontramos un estado más ordenado y limpio que otros lugares de la India, pero no deja de ser el Indostán, y por eso cuando traspasas las puertas del Dutch Bungalow y caminas por su colonial vestíbulo hasta la zona de la piscina, tu mente se agradece. En esta piscina encuentras la tranquilidad que se busca.

    Esta zona común está rodeada de vegetación y de árboles, y justo delante de la piscina es donde tomas el desayuno a base de huevos fritos, embutido asado y vegetales horneados con unas gotas de aceite. La mejor forma de empezar el día con energía.

    La habitación es enorme y todo el mobiliario tiene un estilo muy viajero, incluyendo las características persianas de lamas propias de las casas de diplomáticos en países orientales o africanos.

    La limpieza prima por encima de todo, así como el servicio. Si buscas un hotel en el que pasar la noche en Fort Kochi, a tan solo dos minutos andando del mar, El Dutch Bungalow es el lugar adecuado.

    DieQuito

  • Doha: puerta de Asia

    Personalmente, Doha es para mí la puerta de Asía. Cuando vine por primera vez a este continente mi primera escala fue aquí, antes de volar a la falda de los Himalayas, la caótica Kathmandú.

    El nuevo aeropuerto de Doha es enorme y la zona de The Orchard, con pasarelas, plantas de todos los tipos y muchísimas zonas de tranquilidad, lo acaba de subir a una cota superior. En esta escala apenas tengo tiempo para nada, pero a la vuelta voy a salir a conocer la ciudad de Doha porque tengo una escala larga.

    Me he comido una porción de pizza y un café con leche y poco después ya me he tenido que dirigir a la puerta de embarque pues el vuelo hacia Kochi no tardaría mucho más en despegar. Ya en los asientos cerca del finger he podido sentirme en la India, rodeado por amables sonrisas y miradas curiosas. Las mujeres vestidas con sarees y los hombres con el punto rojo en la frente… India es excepcional, y también lo son sus gentes.

    DieQuito

  • 787 Dreamliner rumbo al Indostán

    Si la memoria no me falla, este ha sido mi tercer vuelo en el 787 «dreamliner» de Boeing. El primero fue de Male a Abu Dhabi, el segundo de Shanghai a San Francisco… o sea, siempre han sido vuelos largos.

    Este avión, operativo desde 2011, está calificado como el avión más moderno del mundo y este en concreto de Qatar Airways te recibe con un recibidor digno de suite de hotel de 5 estrellas.

    La verdad es que es todo un lujo volar en este avión que te permite ahumar las ventanas cuando entra la luz del sol tan solo pulsando el botón o que te incita a dormir con sus luces indirectas en colores violetas.

    Qatar Airways te ofrece además un servicio premium y yo me he pedido un gin tonic para que el destilado me ayudará a pegar ojo, ya que me resulta complicado hacerlo sentado. Además, este viaje a la India, que es ya el quinto, me vuelve a despertar muchas emociones, y eso hace que todavía se complique más dormir.

    La primera parada es en el Aeropuerto de Qatar, y aunque ha hice una escala aquí en 2012, por aquel entonces el aeropuerto de Doha era mucho más pequeño y antiguo. Los vídeos promocionales de la compañía te recomiendan acercarte por The Orchard, la nueva zona verde inaugurada en 2023. Mañana podréis ver las fotos del gran invernadero propio de la trilogía marciana de Kim Stanley Robinson.

    DieQuito

  • La familia Idrovo y regreso a España (día 15)

    Bueno… os escribo desde el avión. En unas horas, por la mañana del día 24, llegaremos a Madrid. El viaje de Colombia ha superado las expectativas, sobre todo en el aspecto social, porque hemos estado francamente bien durante casi dos semanas. No había viajado nunca con Ana, Mar y Ramón pero ha ido todo muy fluido.

    En Bogotá nos hemos despertado con unas buenas vistas y hemos ido directos a la clínica para ponernos la tercera vacuna de la antirrábica. Ya solo faltará una dosis más y me la pincharé dentro de 7 días en España. Espero que no haya ningún problema para gestionar esa última dosis y que sea fácil de encontrar también en España.

    Después de un rico desayuno nos hemos montado en un taxi para ir al aeropuerto. El tráfico de Bogotá suele ser bastante denso pero en el día de hoy no ha sido así y hemos podido llegar a la terminal sin mayores inconvenientes.

    Agradecemos una vez más a Marta y Hugo por habernos acogido en su casa en esta última noche en el país. En principio iban a ser dos noches pero no ha sido posible por culpa de la cancelación del vuelo desde Pereira. No obstante, nos alegramos mucho de habernos podido despedir de ellos como la ocasión lo merecía, pasando unas largas horas juntos.

    DieQuito

  • La noche que dormimos en el barrio de Cuba y por fin en Bogotá (día 14)

    El hotel Calypso cumple lo que promete. Por pocos euros puedes dormir cerca del aeropuerto, aunque el barrio por la noche no tenía nada de buena pinta. Por ese motivo no fuimos a dar ningún paseo. Llegamos en taxi anoche y hoy hemos pedido un taxi en recepción para que vengan a recogernos.

    Desde allí nos hemos ido al Centro Comercial Unicentro en el que hemos disfrutado de un desayuno en el Juan Valdez, y luego hemos comido en El Corral. Esta cadena me ha recordado a mis tiempos quiteños, (hace ya más de 12 años de aquello) porque era una hamburguesería que visitaba con frecuencia durante aquel 2011.

    Allí hemos recibido las noticias de nuestros amigos, que tras un accidentado trayecto han llegado finalmente hasta su destino y han podido embarcar en el avión hacia España. Por nuestra cabeza no dejaba de pasar la posibilidad de tener que hacer el mismo periplo si el vuelo volvía a posponerse… y por eso no hemos dejado de mirar al cielo en ningún momento.

    Sin embargo, la niebla no se ha transformado en gotas de agua y hemos podido volar sin problemas. En Bogotá hemos ido directos a casa de la mamá de Alejandra, y juntos nos hemos ido a cenar a un Crepes & Waffles, que también es un establecimiento que solía visitar en Ecuador… ¡Qué buenos recuerdos de aquella época!

    Ahora nos vamos a dormir que mañana tenemos que ir a ponerme la tercera dosis de la vacuna y luego al aeropuerto para volar rumbo a España.

    DieQuito

  • Hacienda El Samán y vuelo cancelado (día 13)

    Como decía anoche, cuando esta mañana nos hemos despertado entre caballos, en una finca enorme como las que aparecen en las películas y con un enorme Samán que fue plantado en 1843 justo delante de nuestra habitación hemos quedado maravillados.

    La única pena es que no ha dejado de chispear y no hemos podido ni probar la piscina. Realmente en la sierra la temperatura es muy moderada, e incluso hace algo de frío por la noche. Hemos pasado el día bajo el porche jugando al código secreto. Es uno de esos días en los que hay que recuperar fuerzas porque dentro de nada ya volvemos a España y es un viaje bastante largo.

    De camino a Pereira hemos parado en un restaurante de carretera que parecía propio de la Polinesia de Port Aventura, en el que hemos pedido una bandeja paisa.

    Al llegar a Pereira, en primer lugar hemos ido a la feria de artesanía, en la que un centenar de puestos se aglutinaban en el bulevar central de una avenida principal. Hemos comprado regalos para la familia y amigos y después hemos ido al aeropuerto para devolver el coche de alquiler.

    Prometiéndonoslas muy felices

    Nos las prometíamos muy felices pero, por desgracia, el tiempo ha sido cancelado por un aguacero que ha anegado por completo el aeropuerto de Pereira. Maike y yo tenemos un día de margen y lo intentaremos mañana, pero Ana, Mar y Ramón se han montado en un Uber rumbo a Bogotá. Un viaje de 8 horas tienen por delante: toda una aventura de final incierto. Os escribo desde el Hotel Calypso, situado en el Barrio de Cuba de Pereira, pero tranquilos, que no vamos a salir a rumbear. Nos quedamos en el hotel cruzando los dedos para que mañana nada impida el vuelo.

    DieQuito

  • El trekking del Valle del Cocora y cena de Filandia (día 12)

    Hemos subido hoy por última vez la carretera que sube al Valle del Cocora pero hoy con las botas de trekking preparadas (o las Terrex, mejor dicho) para hacer una leve caminata de varios kilómetros entre palmas de cera del Quindío, un curioso árbol de varias decenas de metros de altura que se encuentra en peligro de extinción. Es endémico del Parque Natural del Los Nevados.

    El paseo es ameno y merece mucho la pena por las fotografías que pueden tomarse desde lo alto. Desde allí, parte del grupo ha decidido continuar para hacer la ruta larga, pero otros nos hemos regresado a Salento a comer. Yo ya soy oficialmente un ex montañero, pero volveré. Escrito queda.

    Por la tarde hemos ido a Filandia, un pueblito muy colorido en el que el cielo amenazaba tormenta. Ha terminado arreciando pero entonces nos hemos ido a cenar al restaurante José Fernando, que ha sido uno de los restaurantes que más me ha gustado en estas casi dos semanas de viaje. Un precio muy razonable y platos elaborados que combinan la gastronomía colombiana con ciertas innovaciones propias de la nueva cocina.

    Por la noche nos hemos ido a nuestro hotel para hoy. La Finca El Saman nos ha recibido de noche y no ha sido posible hacerse una idea del complejo. Mañana con la luz del día podremos ver mejor el lugar en el que vamos a pasar el día de mañana descansando antes de ir a Pereira para volar de regreso a Bogotá.

    DieQuito