Con el fortuito encuentro de ayer por la tarde la noche prometía y comenzó de la mejor manera posible, con una excelente cena en el Riad Omar, restaurante que recomiendo tanto por cantidad, como por calidad y precio (imagen 1) El Tallin de cordero con vegetales estaba absolutamente delicioso, y mis acompañantes dan fe de que el cous cous estaba también para chuparse los dedos.
Sin embargo, una lluvia impertinente sumió el ambiente festivo de la plaza de Marrakech en una triste melodía sin fuerza. Los puestos debajo de los paraguas suplicaban por un mísero cliente… pero los turistas habían preferido quedarse en el hotel.
Refugiándonos de la lluvia terminamos en Le Salama, un local situado en un ático decorado con mucho arte que nos ha acompañado durante la estancia en Marrakech y que no podía dejar de mencionar en el blog.
Acabamos yendo a Gossip, un local muy chic con la única pega del excesivo volumen para ser un bar de copas que fomenta que la gente esté sentada en las mesas.
Hoy toca ir al aeropuerto, a coger el avión, que se me va a llevar de un país que me ha encantado, no tanto por la ciudad de Marrakech, que me ha gustado aunque no fascinado, y sí por sus montañas y sobre todo por su gente, que me ha parecido extraordinariamente solidaria y alegre.
DieQuito
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