En este momento, al despertar, uno busca el motivo que le hace salir del calor del saco para ponerse a caminar por encima de la nieve…
La noche ha sido muy larga y apenas he podido dormir unas 3 horas. A las 5 de la mañana, cuando estaba sumido en un profundo sueño, quizás el más profundo de la noche, Alberto me ha despertado con un leve zarandeo. Era el momento de ponerse en marcha!
Al incorporarme he pensado que hoy era el día de cima y que el Toubkal nos estaba esperando. Solo ese ha sido un motivo suficiente como para abandonar el calor del saco de dormir y ponerse a caminar en medio del frío glacial de la mañana.
Un frugal desayuno a base de té, huevos hervidos y muesli sin gluten y he salido afuera para admirar el alba que comenzaba a despertar por el principio del valle. Mientras tanto, en la cúpula celeste brillan todavía las estrellas más persistentes. La nieve responde con una tímida fluorescencia al azul pálido del ambiente, dándole a la estampa un cariz muy especial, casi fantasmagórico.
Al poco, ensimismado con las vistas, he entrado de nuevo al calor del refugio para extenderme crema solar y calzarme los crampones y hemos puesto rumbo al canal que da acceso al Toubkal. La nieve, sin ser abundante, precisa en este tramo del uso del piolet, especialmente en una travesía con una larga caída y una gran inclinación.
Después de este terreno inicial hemos alcanzado una de las primeras calvas en las que el ruido del choque del metal de los crampones contra las rocas me produce una agria dentera. Al momento divisamos una pala que nos espera unos metros más allá y no nos quitamos los pinchos. Al alcanzar el punto culminante de esta rampa ya hemos podido ver el Toubkal y todo un circo que se extiende en rededor. El fuerte viento se ha llevado toda la nieve y la última pirámide, la que precede a la cumbre, es una enorme mole de color negro con una ausencia total de nieve. Un enorme pedregal oscuro.
Esto nos ha decepcionado y como venganza, Alberto y yo hemos impuesto un ritmo infernal hacia la cumbre, infernal para estar en el limbo de los 4000 metros. Hamid, sencillamente nos ha dejado hacer, para subir más calmado con una traviesa sonrisa de suficiencia.
Arriba se divisan unas vistas espectaculares. Allí en la cumbre, una horrenda estructura metálica de muy mal gusto rompe con la armonía reinante. Esta pirámide de chapa ha sido objetivo predilecto de los graffiteros y me recuerda a un trozo de chatarra contaminando el ambiente.
El viento corre con fuerza allí en la punta de Marruecos y los dedos, sin protección al haberme quitado los guantes, chillan al cabo de los minutos. El grueso del grupo madrileño también alcanza la cumbre y allí pasamos alrededor de 30 minutos, sin síntomas de soroche y con el objetivo del viaje en el zurrón.
Ya en el descenso nos hemos propuesto ascender mañana el pico Ras Ouanoukirm, de 4083 metros, un poco técnico, que está ubicado al otro lado del valle. Dormiremos hoy de nuevo en el refugio del Toubkal, después de leer un rato “Los conquistadores de lo inútil”. La cima del Ras es el reto inesperado de esta aventura.
DieQuito
A los pies del Toubkal
(artículo publicado por la mañana a primera hora por Jorge Puente)
Anoche Alberto y Diego llegaron al refugio Netler, a los pies del Toubkal. Su gran objetivo estuvo todo el día oculto tras las nubes, y esperan que hoy el clima les permita verlo para poder atacar la cima sin problemas. Ayer nevó copiosamente durante gran parte del día, haciendo más complicada una improvisada aclimatación que de momento estàn llevando bien.
Hoy puede ser el gran día, y si las condiciones acompañan coronaràn el Toubkal.
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