Ayer después de visitar la ciudad de Petra, salimos pitando hacia el desierto de Wadi Rum, para ver el atardecer y para pasar la noche en el desierto. Llegamos muy justo porque visitar Petra nos costó más de 6 horas pero todavía pudimos disfrutar del crepúsculo.
El campamento beduino en el que nos hemos alojado de tradicional ya no tiene nada, porque es puro lujo… con aire acondicionado, wifi, y más luces que un parque de atracciones. En mi opinión, ha sido una experiencia mucho menos auténtica que la que viví en el Desierto del Thar en 2012, con David y Guramarpreet. Aún así, degustamos una rica cena a base de cordero a la brasa, bailamos con los beduinos, fumamos narguile de menta y por la noche, nos adentramos en el desierto para disfrutar de las estrellas. Nos alejamos tanto de nuestro campamento, que llegamos a otro campamento en el que todo el mundo estaba dormido y reinaba un completo silencio. Y daba algo de miedo porque daba la sensación de que algún animal había terminado con todo bicho viviente.
Después de descansar, que lo merecíamos porque entre la caminata por Petra y la excursión nocturna en el desierto, habíamos cubierto más de 15 kilómetros. Hoy nos hemos despertado y hemos ido a dar un paseo en Jeep y hemos visitado algunos de los puntos clave para hacer fotos. Este desierto es impresionante y para los fans del espacio como yo, nos recuerda a los parajes marcianos que nos han enseñado el Spirit, el Curiosity y el Oppy. Sin ir más lejos, aquí se rodó The Martian.
Otra parada obligatoria en Jordania, además de Petra. El Mar Muerto y Ammán tienen cosas interesantes, pero estos dos enclaves en concreto son outstanding. Y lo mejor de todo es que Petra y Wadi Rum están relativamente cerca.
DieQuito
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